El crimen no pudo ser más horrendo. El profesor de la Universidad del Atlántico, Jorge Adolfo Freytter Romero, se subió a un carro el 28 de agosto del 2001 camino a su casa. Pero no llegó. La familia encendió las alarmas. Las amenazas rondaban contra él. Su pensamiento crítico llevaba a que lo asociaran con la guerrilla. Pensar, a comienzos de este siglo, en la Costa Atlántica, era invocar a la muerte.
Dos días después su cuerpo fue encontrado en la carretera que va de Barranquilla a Ciénaga en el Magdalena. El dictamen de Medicina Legal dictó fue escalofriante. Antes de matar a Freytter le habían hurgado lo más profundo de su nariz con destornilladores, le habían arrancado, sus uñas una a una, con un alicate, sus uñas, lo habían puesto de rodillas y le acomodaron una bala en el cráneo. El crimen ocurrió en un hangar ubicado en el barrio residencial El Prado de Barranquilla.
Allí estaba ubicado un depósito que pertenecía a Enilce García López, la Gata, la temible empresaria del chance, aliada de Salvatore Mancuso, cuya astucia probada desde entonces ha conducido a que pueda estar en libertad a pesar de tener encima una condena de 50 años por asesinato. Según el medio revista Raya este lugar estaba ubicado entre la carrera 62 y la calle 69, contaba con 2.400 metros cuadrados y la Gata había recibido este sitio por parte de Gustavo Adolfo Rey Soto, un piloto envuelto en la maraña narco que tenía una deuda con la empresaria por $ 3.248 millones. A pesar de que ésta quedaba a 700 metros de la base militar Cacique Alonso Xequie del Ejército, allí funcionaba un centro de tortura perteneciente a Jorge 40 y a Salvatore Mancuso. Una vez más un profesor era triturado por la máquina de muerte paramilitar.
La viuda Mónica Floiran y el hijo del profesor Freytter se propusieron no dejar que el crimen quedara en la impunidad. Desde el país vasco crearon una asociación que lleva su nombre. Por intermedio de esta empezaron a presionar para que la JEP llamara a rendir cuentas a Salvatore Mancuso y aportara información sobre la infiltración de las AUC en las universidades del país, especialmente en la Costa, es las que desplegaron un plan de eliminación y asesinato sistemático de estudiantes y profesores, identificados por ser críticos, en algunos casos tender ideas de izquierda y estar por la defensa de los derechos humanos en medio del atropello paramilitar.
Floiran espera que Mancuso, desde su lugar de reclusión en el Centro de Detención de Migrantes ICE- Stewart Detention Center ubicado en el estado de Georgia, Estados Unidos, reconozca lo que es un secreto a voces, la responsabilidad de Mancuso como determinador del asesinato de Freytter.
La toma de los paramilitares de las universidades tenía un doble propósito: el económico con la liquidez que obtenían de las matrículas y el político que tenía como propósito eliminar las ideas de izquierda o el simple pensamiento crítico que asociaban con el apoyo a la guerrilla. Los paramilitares, entre los años 1992 y 2004, mataron el 82% de los 201 casos identificados de universitarios asesinados. En un encuentro realizado con víctimas en marzo del 2021 Mancuso reconoció la influencia decisiva que tenía él en universidades de la Costa Norte, en especial la del Atlántico y la de Córdoba; mientras otros, como Trino Luna, también articulado al Bloque Norte, se enclavaron en la universidad del Magdalena. Intervenían en los nombramientos de rectores, decanos, profesores y combatían a sangre y fuego las asociaciones sindicales o sociales; pero también en las estructuras de prestación de servicios de salud. Fueron años negros en la producción intelectual en estas universidades.
En la universidad de Córdoba ni una hoja se movía sin su autorización entre los años 1998 y 2004. Trabajaba en llave con el rector Claudia Sánchez y fue a través suyo como se fue tomando el alma mater, infiltrando estudiantes financiados por él como hizo con 15 muchachos en 1999 que terminaron informándole todo los que ocurría en la universidad e identificar así sus blancos. Actuaba como un determinador.
Las denuncias en el 2002 del entonces representante a la Cámara en el 2002 fueron claves para que la Fiscalía lograra documentar la manera como su elección fue presionada por Salvatore Mancuso en una reunión que realizó en Santa Fe de Ralito, antes de los diálogos de paz. El rector Claudio Sánchez fue condenado a 35 años de cárcel. Sobre él el comandante paramilitar Salvatore Mancuso afirmó: 'Víctor Hugo Hernández es un hombre que conocíamos y lo apoyamos a la rectoría, pero él debía rendirnos unos informes y como no lo hacía le solicitamos que renunciara'
El poder armado en la Universidad de Córdoba lo tenía Carlos Andrés Palencia, alias Visaje quien presionaba para garantizar la rectoría por los señalados de Mancuso, como fue el caso de Sánchez, pero con anterioridad estuvo Víctor Hugo Hernández, escogido rector en 1998 y que actualmente se encuentra prófugo de la justicia a pesar de haber sido condenado a 35 años de cárcel por el crimen del aspirante al rector Hugo Iguarán quien fue asesinado dentro de la misma casa de Hernández, después de haberlo invitado a una cena, en abril del año 2000. Así, con frialdad y crudeza operaba Mancuso quien terminó sacando de Hernández del cargo para abrirle el camino a Claudio Sánchez quien le fue siempre funcional.
La idea era controlar un fortín económico y de pensamiento en la región. Vigilar que ningún precepto comunista se impartiera en el claustro. En el dossier contra Mancuso está también el asesinato de profesores como Freddy Francisco Fuentes, quien pertenecía a la Asociación de maestros de Córdoba, un asesinato que contó con la ayuda de la propia policía: un agente de esta institución fue quien delató la ubicación del maestro y que contó con el apoyo del propio comandante de la policía de Córdoba, Coronel Raúl Suarez. Otros profesores de la U de Córdoba asesinados en esos años de horror fueron James Antonio Pérez Chimá, también por pertenecer y ser un activo miembro del sindicato, Manuel Segundo Ruiz, por pertenecer al movimiento estudiantil, Iván Antonio Garnica, profesor pensionado y hasta a un estudiante, Francisco José Ayaso.
Estos crímenes pasaban directamente al congelador del olvido porque el propio Mancuso pagaba $ 700 millones en la época para tener una nómina en donde metió hasta a la directora del CTI de la época, Rosalba Negrete y otros miembros de la inteligencia de la policía.
El asesinato del Profesor Jorge Adolfo Freytter Romero, puede convertirse en la punta del iceberg de la cadena de muerte de Mancuso y el Bloque Norte en las universidades públicas de las principales ciudades de la Costa. La JEP será el escenario de verdad y castigo donde finalmente el jefe paramilitar comparecerá en audiencia pública los días 10,11,15 y 16 de mayo en Montería. Allí estará mirándolo a los ojos Mónica Florian buscando que le explique lo inexplicable.
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