En varias oportunidades, a lo largo de la vida, tenemos la oportunidad de aprender, escuchar o saber sobre movimientos que cambiaron el transcurso de la historia. Para la generación de mayor edad, el voto de la mujer en 1957, para la generación de nuestros padres, la constitución de 1991 y, me pregunto, para las nuevas generaciones ¿qué nos espera?
Tengo entendido que el anhelo, en este 2015, de muchos jóvenes a lo largo y ancho del país es una paz con o sin impunidad- de eso depende la mentalidad que tengan-, no sólo de los jóvenes sino de los adultos de mediana y mayor edad también. Sin embargo, el pequeño detalle que nos separa es ese bello sentimiento llamado esperanza, el mismo que estos han perdido a través de los años y que nosotros no por cuestiones temporales. Y ese es el tema del que los medios de comunicación y dirigentes políticos hablan a diario, de meternos en la cabeza que viviremos en paz con o sin impunidad y que por lo tanto no habrá o habrá guerra.
Sin embargo, yo pregunto ¿de qué cambio se refieren? Si bien es cierto, la paz y la guerra hacen parte de lo que llamaré cotidianismo, entonces el fin de la paz o de la guerra no es un cambio verdadero sino, tal vez, una continuidad. Lo que considero que es un cambio puro y sincero es el cambio de mentalidades tal y como fue ver a la mujer igual al hombre, tal y como fue el sufragio universal o tal y como fue la abolición de la esclavitud. Un cambio que los une en un mismo núcleo: una nueva forma de pensar al ver a la mujer, a quien no tiene dinero y al negro como personas que merecen reconocimiento y, más importante aún, oportunidades.
El reconocimiento y las oportunidades que verdaderamente hacen igual a la sociedad, que no es darles de comer sino darles la oportunidad de llevar comida a su casa. De no pagarles las cuentas de gas, agua, vivienda o lo que se les ocurra, sino de darles la oportunidad de un trabajo digno que le dé las facilidades para llevar tranquilidad y estabilidad a la familia y al hogar. El reconocimiento y las oportunidades que hoy, gracias a los cambios que han habido en la temporalidad, se dan para una comunidad no minoritaria pero si desprestigiada.
Entonces, en este 2015, en la sala plena de la Corte Constitucional se encuentra la sentencia, radicada por el Magistrado Palacio, tipo C i.e. de constitucionalidad. De constitucionalidad por el hecho de que nuestra constitución del 91 dijo que la familia era conformada por el hombre y la mujer y ahora se debe o no corregir eso según como se de la votación del conjuez conservador, que le pidió sabiduría a su Dios para actuar como la constitución pide que se actúe. En mi caso yo le pido a mi Dios que le de la sabiduría para actuar como la época le pide. Una época que ha presenciado manifestaciones, revueltas, movimientos y todos los demás gritos de fe que éstas personas, iguales a mi y ustedes, han hecho para que no sólo sean aceptados por una sociedad que les ha dado la espalda sino que también se les reconozca.
Entonces esta comunidad pide adoptar, pide formar una familia. Y uno se pregunta ¿cómo es posible que uno tenga que pedir permiso para formar una familia? ¿bajo qué principios la gente tiene derecho a decirle a otra persona: “no usted no puede tener una familia”? Y si le preguntan el por qué de sus justificaciones sus análisis de respuesta serán más pasionales que científicas. Me da tristeza crecer en una sociedad donde el que siente, piensa o actúa distinto a uno sea discriminado, me da dolor pensar que en el momento que alguien lee esto a manera de aceptación o negación hay alguien allá afuera que está siendo discriminado.
No puedo juzgar a los padres de la constitución del 91 en promulgar ese artículo ya que para ese momento no se pensaba en estos cambios que hoy si se demandan. Pero si puedo juzgar a los demás que rechazan a los homosexuales al verlos distintos a ellos. Amigo mío la historia se ha encargado de ser escrita y reescrita por los cambios de mentalidades y de acciones, por los que lucharon a favor de que la mujer tuviera los mismos derechos fundamentales que el hombre, por los que lucharon a favor de la abolición de la esclavitud.
Entonces, vuelve la pregunta que me formulé en el principio: ¿a está nueva generación que nos espera? ¿qué cambio presenciaremos? La respuesta es obvia entonces no la diré. Pero si le diré al querido lector que haga parte de este movimiento, pase o no pase la sentencia de constitucionalidad, le ruego, desconocido o conocido, que vea a estos personajes como unos valientes que han luchado por encima de todo para ser reconocidos y aceptados. Un cambio que las futuras generaciones no sólo entenderán sino apreciaran, porque siendo sinceros ¿qué puede ser más valioso que la unión y no segregación por pensamiento o acción?
Los movimientos homosexuales han luchado por las oportunidades y reconocimientos que merecen, como usted o como yo haríamos, así que no nos atemoricemos por algo que no entendemos, tampoco nos exasperemos por una decisión a favor o en contra, porque en este momento de la historia los cambios se están dando y si no es hoy será mañana y si no es a ellos será a otros. No olvidemos que a lo largo de nuestras vidas, cortas o largas, escuchamos de las historias que cambiaron al mundo entonces aprovechemos que por hoy o mañana tenemos la oportunidad de no escuchar la historia, sino de hacer la historia. Porque la igualdad es la verdadera esperanza y virtud que impulsa nuestro espíritu a ser mejores.