De desdolarización, entendida como una disminución del papel del dólar en la economía mundial, se viene hablando desde hace varios años, especialmente desde la crisis de 2008. Ya en el año 2000 Sadam Husein había pasado a euros todas sus transacciones en dólares, y fue uno de los factores determinantes de la invasión estadounidense a Irak, pues una de las primeras medidas de la fuerza de ocupación fue volver a cotizar en dólares el petróleo iraquí. Y en 2011 el gobierno de Libia fue derrocado por una alianza de potencias encabezadas por EUA, después de que Gadafi hubiera promovido el abandono del dólar y el euro y el uso del dinar como moneda para las transacciones petroleras y propuesto la unión monetaria panafricana.
Con motivo de la guerra en Ucrania y las sanciones del Occidente otanista a Rusia, y ante el hecho de que Moscú decidió realizar sus ventas de petróleo en rublos, el tema ha vuelto a resurgir con fuerza y nuevos movimientos políticos y económicos lo han puesto en el centro del debate. Brasil y China suscribieron a finales de marzo un acuerdo para hacer sus intercambios sin pasar por el dólar, intercambio que llega a 150.000 millones de dólares, de innegable importancia, pues China es el principal socio comercial de Brasil y la principal economía de América Latina.
China y Rusia hacen sus transacciones en yuanes. También venden petróleo en esta moneda Irán, Venezuela y los países del Golfo. El asunto no es menor, pues China importa el 25 % de la producción saudita de petróleo. La empresa petrolera estatal de China, CNOOC, y la compañía francesa Total Energies, completaron la primera compra en yuanes de 65.000 toneladas de gas licuado. Los Emiratos Árabes Unidos están contemplando la posibilidad de unirse a 18 países que acordaron comerciar en rupias indias, con la idea de renunciar al dólar como modo de transacción transfronteriza.
Entre los bancos centrales de Rusia e Irán se firmó un acuerdo por el cual 52 bancos iraníes se conectarán con 106 bancos rusos. El uso del rublo y el rial supera el 60 % del comercio entre los dos países, lo cual evita las sanciones occidentales y resuelve problemas del comercio entre ambos. Sus bancos centrales trabajan en la perspectiva de establecer una moneda común para el comercio, sustituyendo al dólar.
Los BRICS –Brasil, Rusia, China, India y Suráfrica– han comenzado a usar sus monedas locales para el comercio y anunciaron para agosto el lanzamiento de una nueva moneda común. A este bloque han solicitado vincularse Irán y Argentina, y se han acercado Arabia Saudita, Egipto y Turquía, entre otros. Los BRICS contribuyeron con el 31.5 % del PIB global, mientras que el G7 proporcionó el 30.7 %.
Durante una reunión oficial de los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales de las naciones del ASEAN –Brunei Darussalam, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam–, que tienen indiscutible importancia en Asia, se discutió la necesidad de “reducir la dependencia del dólar estadounidense, el euro, el yen y la libra esterlina”. Las naciones integrantes proponen un plan de transacciones en moneda local, mediante el cual se pueden realizar pagos digitales transfronterizos entre ellas, promoviendo el uso de monedas locales para el comercio.
Brasil y Argentina se proponen crear un sistema de pagos en sus monedas locales para el comercio bilateral y se ha comenzado a hablar de la posibilidad de establecer a largo plazo una moneda común latinoamericana.
Algunos de estos desarrollos son incipientes, pero otros están en plena marcha y revelan que más temprano que tarde el dólar disminuirá su papel en el comercio mundial. Aunque el dólar todavía es predominante en la arquitectura financiera internacional y la mayor parte de la deuda externa de los países está denominada en dólares, la tendencia a la baja ya es notoria. De hecho, en el año 2000 las reservas de los países del FMI eran 72 % en dólares y en 2021 habían caído a 59 %.
Los datos del contraste entre ambos son reveladores. China es el mayor productor de oro del mundo, por encima de Suráfrica, y también el mayor importador de ese metal. Por su parte, Estados Unidos sigue poseyendo las mayores reservas, que, aun cuando gigantescas, apenas le alcanzarían para 4 meses de importaciones.
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Si el comercio chino se realizara mayoritariamente en yuanes, la situación de Estados Unidos sería catastrófica
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Estados Unidos padece un enorme déficit comercial, que en 2021 llegó a de 1.182.561,9 millones de dólares, un 5,15 % de su PIB, superior al registrado en 2020, que fue de 975.906,7 millones de dólares, el 4,7 % del PIB.
China exporta casi el doble que Estados Unidos, 3.600 millones de dólares contra 1.700 millones, y en 2021 China registró un superávit en su balanza comercial de 676.430 millones de dólares, un 3,81 % de su PIB, superior al superávit alcanzado en 2020, de 458.753,3 millones de euros 535.369 millones de dólares, el 3,52 % del PIB.
China es el principal socio comercial de la mayor parte de los países del mundo y paradójicamente el principal de aquellos con los cuales Estados Unidos mantiene aún un fuerte comercio.
Si el comercio chino se realizara mayoritariamente en yuanes, la situación de Estados Unidos sería catastrófica. Y si a esto se le sumara la progresiva desdolarización de la economía mundial, el imperio se vería en una difícil situación y su hegemonía en las finanzas internacionales quedaría seriamente cuestionada.
La capacidad de Estados Unidos de imponer sanciones efectivas depende de que el dólar sea la moneda prevaleciente. Temiendo posibles sanciones, muchos países se han orientado a usar otras monedas en sus transacciones comerciales.
La situación aquí descrita explica en buena parte el febril activismo militar de Estados Unidos en el mundo, obcecado en prender hogueras por todas las latitudes. Acosado por la gradual disminución de la hegemonía del dólar, Washington esgrime el poderío militar para contrarrestarla. Se escuchan los tambores de guerra.