El mara salvatrucha colombiano que terminó abatido por la justicia salvadoreña

El mara salvatrucha colombiano que terminó abatido por la justicia salvadoreña

Esas tierras de playas vieron llegar a los hermanos Casas, quienes enemigos del trabajo honrado no dudaron en hacer parte de los ritos de iniciación de las pandillas

Por: Carlos Guzman
abril 12, 2023
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El mara salvatrucha colombiano que terminó abatido por la justicia salvadoreña

Corrían los finales de los 2000 y la familia Casas cada vez veía más difícil la simple labor de conseguir lo básico para sobresalir, Felipe y Juan, los dos hijos varones de esta familia clase baja tradicional bogotana, obstinados y huyendo de la idea de trabajar por un mínimo inservible, tomaron los ímpetus y las fuerzas que solo el hombre sabe dar, y corrieron como parte de una de las primeras olas de inmigrantes con suelo americano pero sin la visa para acceder a el, ese ímpetu les llegó hasta El Salvador, país hoy conocido por la cruenta lucha de Bukele contra las maras, las mafias que extorsionan, roban y matan y hunden a este país en el ignominioso primer lugar en violencia en América Latina, esas tierras de pupusas y playas vio llegar a los hermanos Casas, quienes amantes de la buena vida y enemigos del trabajo honrado, no dudaron en hacer parte de los ritos de iniciación de las pandillas y adoptar el temerario comportamiento agresivo, el mayor de ellos se dedicó al arte de la estafa y la extinción, lo que lo llevó a especializarse en estafar a personas de la renaciente farándula salvadoreña, obvio debía aprender a camiflarse y andar lleno de tatuajes y calvo no era una buena coartada para sus tretas, se vistió de rockero y emprendió su corta y fracasada carrera como promotor de música, tratando de infiltrarse de alguna manera en las clases altas de la sociedad salvadoreña, todo daría un vuelco trágico cuando el menor de los hermanos aventureros muere abatido por la policía salvadoreña en medio de un operativo en contra de las pandillas, dirigido por el entonces Coronel Zepeda, el joven según reportes policiales de la época se encontraba junto con otros “mareros” abusando de un menor en un lote abandonado, al percatarse de la presencia de los uniformados este temerariamente y según el reporte citado “con los pantalones en los tobillos” y debo aclarar que la imagen no pasa de ser dantesca, abre fuego en contra de los agentes de policía, torpemente corre y tropieza, mientras cae es impactado por varios disparos de los uniformados, la imagen ignominiosa del colombiano no es otra que la de estar tendido en el piso, sin pantalones y ensangrentado, su muerte pasaría inadvertida de no ser por que su nacionalidad era diferente a la de los otros mareros abatidos en el mismo operativo, su hermano mayor no tiene otra que huir, regresó a su patria querida, cambio su nombre por uno extranjero y se entregó a vivir en ese alter-ego su fantasía de trabajar en la industria del entretenimiento, al igual que sus cobardes empresas criminales, este vago rastro de emprendimiento fracasó y nuevamente sin talento alguno, entrado en años, llevado por las deudas y la pobreza, y lo peor sin experiencia en trabajos dignos, de manera testaruda busca llamar la atención de público, ahora en su mente traumada y enferma se enfrenta a creer que tiene un conocimiento amplio en el tema de bandas alternativas de rock, organiza pequeños contubernios para estafar a jóvenes e ilusionados músicos, arma premios, museos y más tarde le daría un desfogue a su vena escritora, leguleyos y demagogos tratados de derecho, tutelas y artículos pobremente redactados, demandas por atención y por autosdjudicarse reconocimiento en una labor que es poco conocido, ese es hoy Felipe Casas, un colombiano más que sufre el abandono del estado y cuya salud mental está evidente deteriorada, una historia más, un conflicto más, una persona más que olvidada por el estado pasa sus días ya entrados sus 60 años, en pobreza y hambre, en glorias de mentiras pasadas y en intrépidas aventuras al otro lado de la ley, es este el estigma que cargamos los colombianos? Es esta la fama que nos precede a donde vamos? Cierro con una reflexión, esperando llegue a los oídos piadosos de alguien que pueda prestarle salud mental y cuidados básicos a este ser, el pasado no es razón para olvidar que un ser humano merece envejecer en dignas condiciones, la salud mental debe ser protagonista invitada en múltiples ámbitos.

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