Niños muertos es el título de una novela del escritor británico Martin Amis.
El título es ampliamente llamativo y no hay duda que la novela tiene sus puntos fuertes y, sin embargo, me atrevo a decir que en este caso particular se hace completamente verídico y real aquel dicho según el cual la realidad supera a la ficción.
La realidad colombiana supera con creces cualquier mentira y el caso que prende las alarmas es sencillamente aterrador.
Un padre acude ante las autoridades alarmado por las amenazas de las cuales él y su familia son víctimas. Al cabo de varios días los cuatro hijos de la familia que solicitaba protección son brutalmente asesinados. Las autoridades nunca hicieron algo y, a causa del ruido que esto ha generado y de cómo el tema moja prensa, tal vez los autores del crimen sean apresados y condenados con una sentencia ejemplar. Ya el presidente Santos con su dedo amenazante ordenó que la cosa se resuelva ya, sin dilaciones ni pendejadas. Como con el caso del agente de la DEA James Terry Watson, cuyos homicidas o presuntos homicidas cayeron a una velocidad alarmante y que fueron extraditados en medio segundo. Pero es que el caso de los hermanos del Caquetá no es único: es uno más dentro de cientos de casos que los medios no alcanzan a reflejar, ya que, en efecto, comienzan a aparecer las cifras que hablan de 1.115 menores asesinados en 2.014, y los datos del año en curso no parecen mejorar la situación.
¿Es un asunto que compete en forma principal a las autoridades policiales y judiciales, a quienes alguien deberá darles un jalón de orejas? Tal vez sí, pero lo triste del asunto es que parece todo obedecer a un mal que padecemos.
Pensamos (?) que cuando llegue la paz con las Farc, en ese remoto caso de que llegue a darse, el país va a cambiar para bien y la paz anhelada estará a la vuelta de la esquina.
Y tal vez ello sea un terrible error. La violencia de las Farc es una de la muchísimas violencias que atacan a los colombianos y dentro de esa gran cantidad de elementos está, sin duda, la falta de consideración hacia el menor de edad y eso lo vemos todos a diario sin decir o hacer nada, cuando vemos la mendicidad de infantes en cada esquina, aupados por sus padres quienes tal vez carecen de otra salida, o manoseados por unas mafias que a nadie llaman la atención, sino cuando se produce un nuevo muerto.
Y dicen que los niños son el futuro…
… y hablando de…
Y hablando de literatura, a este columnista le place enormemente informar que ya llega a las librerías bogotanas mi quinta novela: La casa por la ventana, con Planeta, la inquieta vida de Francisca, una mujer pasiva que no supo decirle no a las cosas.
Estará en todo el país a finales de mes.