Cumplirá 67 años y por lo menos 40 de ellos los ha pasado luchando por derechos de los niños, los destechados, las mujeres o los trabajadores. Nació en Filadelfia, Caldas, la llevaron a estudiar en colegio público en Pereira y allí se quedó.
Al terminar el bachillerato, conoció a Álvaro Restrepo, su esposo de siempre con quien se comprometió cuando estudiaba Licenciatura en Física y Matemáticas en la Universidad Tecnológica de Pereira y es Máster en Desarrollo y Educación en la Universidad Pedagógica Nacional.
En Pereira, cuando tenía unos 20 años, lideró la Unión de Pioneros José Antonio Galán, organización infantil en donde era la Jefa o Comandante, responsable de los ‘pioneritos’ a quienes, con uniforme y pañoletas, similares a las de los scouts, les organizaba actividades deportivas y musicales para desarrollar el pensamiento crítico, potenciar sus capacidades y realizar con todos, campamentos nacionales e internacionales.
Después, en el barrio Cuba de Pereira, empezó a luchar por los ‘destechados’ a través de la Central Nacional Provivienda, organización que dirigió en el departamento de Risaralda. Así, tuvo sus primeras incursiones en la política, muchos años antes de convertirse en curtida sindicalista.
Como estudiante de la Universidad Tecnológica de Pereira entra en contacto con dirigentes que hacían trabajo social en los barrios donde se movía como pez en el agua. En esa época, conoció a Estela Brand, docente universitaria feminista y militante del Partido Comunista de Colombia y comenzaron a meterse en el tema de la defensa de los derechos de las mujeres.
Mujeres como Estela, Yolanda y otras, fueron sus maestras políticas y a finales de los años 60, la hoy Ministra de Trabajo de Colombia, que se la está jugando por las reformas laboral y pensional, entró a militar en el Partido Comunista Colombiano.
En 1981, cuando ya era docente, participó en el Primer Encuentro Latinoamericano Feminista realizado en Bogotá, hablaba de reivindicaciones del magisterio, defendía a las maestras y era una defensora de los derechos humanos.
No eran tiempos fáciles para que las mujeres participaran en algo diferente a los asuntos laborales o familiares con reuniones que comenzaban a las 5 o 6 de la tarde y se prolongaban hasta la medianoche, lo que generalmente molestaba a sus compañeros o esposos, aunque este no era precisamente el caso específico de la ministra Ramírez.
En el año 2000, en medio de amenazas por su militancia política en el Partido Comunista, en la Unión Patriótica o por su lucha sindical, el Comité Ejecutivo de la Federación Colombiana sacó a Tarcisio Mora de la presidencia de Fecode, el sindicato de maestros, la eligieron a ella y se abrió paso en un mundo de dirigentes masculino.
Con aplomo, tranquilidad, pragmatismo, mente abierta y buscando la unidad gremial, se convirtió en la primera mujer en llegar a dirigir los 300.000 docentes de entonces, estaba lactando porque recién había tenido a uno de sus dos hijos.
Una de sus compañeras la encontró en un baño sacándose la leche antes de ir a ese Congreso que sería decisivo y marcaría su vida. Su esposo Álvaro, docente universitario, le había dicho que tranquila, que asistiera a su Congreso y que él se encargaba de darle su leche en tetero al niño.
En ese momento de la vida, la actual Ministra de Trabajo ya tenía sobre sus hombros 26 años de experiencia docente, 15 de actividad sindical y una década como dirigente regional. En Fecode se “inventó” los desayunos de trabajo para que las mujeres pudieran participar en las luchas gremiales.
Desde esa tribuna gremial en permanente negociación a favor de los maestros con diferentes gobiernos, la actual Ministra de Trabajo fue arreciando más su carácter al calor de marchas, paros y protestas de líderes a los que hoy también es capaz de escucharles sus reclamos.
Tras su paso por Fecode, Gloria Inés Ramírez, entró a formar parte del Comité Directivo de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) con la mayor votación obtenida por alguno de los integrantes, pero que solo le alcanzó para que le dieran responsabilidades marginales en la Central.
En el entretanto, recibió amenazas y un día la llevaron al aeropuerto en un carro escoltado, la montaron en un avión y llegó a España en calidad de exiliada. Debía permanecer mínimo dos años allá, pero no se aguantó sino uno porque según le ha contado a sus más íntimos, ella no sirve para eso, sino para estar con la gente.
Regresó al país, comenzó a recorrerlo, a visitar barrios y terminó sentada en el Congreso de la República como senadora, hizo campaña con Wilson Borja, la investigó y absolvió la Corte Suprema de Justicia por supuesta participación en la Farcpolítica y fue compañera de debates del presidente Gustavo Petro cuando fue senador.
Cuando estaba planeando viajes con su esposo pensionado como ella, el Presidente la llamó para decirle que quería que fuera su Ministra de Trabajo y esta vez, tal como ocurrió hace décadas, su esposo Álvaro también le dijo que contara con todo el apoyo de la familia para hacerle frente al reto de sacar adelante el proyecto de Ley de Reforma Laboral, presentado al Congreso el pasado 16 de marzo de 2023.
Precisamente, para elaborar el proyecto de reforma laboral, la Ministra creó una Mesa Intergremial con la presencia de empresarios, centrales obreras, sindicatos, 17 organizaciones de la sociedad civil y muchas de las propuestas salieron de ese sancocho de ideas y acercamientos variopintos.
Trabajo y trabajo con todas las prestaciones para hombres y mujeres por igual es lo que quiere la Ministra con los cambios en los contratos laborales y un poco de plata para los que no se alcanzan a pensionar o que a los migrantes extranjeros no les paguen menos de lo que gana un colombiano.
No ser enemigos, sentarse con la contraparte y llegar a acuerdos es ahora la consigna que levanta Ramírez entre sus cercanos colaboradores, sin espíritu revanchista para hacer cambios como se lo ha pedido Petro y como le toca al igual que le ha tocado ser Presidente designada en dos ocasiones.
Con carácter fuerte, discurso conciliador y experiencia de calle, la Ministra también les ha dicho a los empresarios que no generaron empleo cuando les quitaron la obligación de pagar recargo nocturno desde las 6 de la tarde y por eso ahora, está decidida a imponerlo en la reforma laboral.
Para quienes trabajan a su lado, la Ministra ha sido y es coherente con los principios que ha defendido a lo largo de su vida y de alguna manera está reflejando en los cambios que quiere introducir en la legislación.
Para ella, las que son consideradas propuestas obsoletas por los empresarios, es la forma de retomar algunos de los derechos que otras reformas les han quitado a los trabajadores y por eso, en la Reforma, toca temas como libertad de asociación, derechos de los sindicalistas, negociación colectiva, derecho a la huelga y mecanismos de protección de los trabajadores.
Conoce el Congreso porque ya pasó por ahí como senadora y se le anota el haber logrado la Ley Rosa Elvira Cely para defender los derechos de las mujeres. En este momento, podrá faltarle plata para financiar todo lo que quiere hacer en el Ministerio de Trabajo, pero calle, que implica tener habilidades de concertación, negociación y planeación estratégica, le sobran.
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