Andrés Delgado es un médico de origen nariñense con una especialización en auditoria médica y dos maestrías adicionales quien, en un caso bastante particular, abandonó su profesión en el campo de la Medicina para dedicarse a la exportación de sombreros desde Colombia hacia otros países del mundo.
“Yo soy de una tradición de sombreros –es natural de Sandoná–, y por mis padres me viene el oficio y el gusto por las cosas hechas a mano”, explica Delgado. Anteriormente, trabajaba en Bogotá en una multinacional en la industria farmacéutica y hace unos siete años sintió el llamado del arte y la tierra y decidió dejar por completo su profesión para dedicarse a la elaboración artesanal de los sombreros y a su comercialización.
“Y es que, desde hace mucho tiempo, lo había visco como algo que me daba mucha paz y tranquilidad a mi alma”, agrega Delgado. “Hace unos cinco años tuve la oportunidad de ir a los Estados Unidos a aprender el oficio de cómo se hace en ese país los sombreros y trajimos su técnica y ahora estamos haciendo sombreros de la forma más tradicional con madera y con vapor”.
En Sandoná, y en algunos otros mercados aquí en Colombia, la mayoría de las personas hacen lo mismo o sombreros similares en formas y procesos industriales. “La parte de los acabados, en mi opinión, viene decreciendo y la creatividad se paró en algún momento; nosotros decidimos hacer sombreros diferentes trabajados con filtros de pelo de castor y pelo de conejo y también sombreros de paja”, dice Delgado.
“Al principio, como todo, fue una prueba para ver cómo responde el mercado y este ha respondido de una forma que no esperábamos, hay muy buena acogida, nuestras ventas son un 90% fuera del país y un 10% aquí en Colombia”, explica el hoy artesano.
Son pedidos por unidades y personalizados con clientes desde Japón, China, Alemania, aunque el principal destino son los Estados Unidos. “Lo que nosotros queremos imprimir es algo para cada persona para retomar el uso del sombrero, para hacerlo con mucho respeto por el oficio y las raíces”.
El proyecto lo empezó con su esposa quien decidió acompañarlo en esa iniciativa, hoy trabaja con un grupo de artesanos en Sandoná y un taller en la ciudad de Pasto, “personas que diseñan productos hermosos y únicos para los clientes más exigentes”.
Según Delgado la ganancia mayor de esta labor es la tranquilidad y la paz por hacer lo que realmente se quiere hacer. Como muestra de la filosofía que inspiró a llevar a cabo un cambio semejante, Delgado afirma: “Cuando todo lo pensamos en términos de dinero, las oportunidades se reducen”, y así algo que inició como un hobby, al aumentar las ventas, lo vio también como una posibilidad de “reducir la velocidad de la vida y, si bien, no pasamos necesidades, se trata de hacer lo que nos gusta y hacerlo desde el corazón”.
En este momento, a través de su empresa apoya a muchos sombrereros de afuera del país y vende elementos a las personas que se dedican a ese oficio y se visualiza haciendo sombreros bonitos, que sean valorados, bien hechos y, lo más importante para él, viviendo tranquilo que es su principal búsqueda personal. Sí, él es Andrés Delgado Montezuma, el médico que abandonó su profesión por el arte de elaborar sombreros.