Felipe Rocha, perteneciente a una prestigiosa familia y uno de los herederos de la ganadería de toros de casta de Achury Viejo, se enfrenta a plazos apremiantes para frenar el riesgo de ir a la cárcel. Varios de sus viejos amigos, muchos de ellos compañeros del colegio Anglo Colombiano de Bogotá, que le confiaron sumas fabulosas a cambio de réditos que no les daría ningún operador financiero en el mercado, le abrieron un compás de espera de ocho días para que les responda por su dinero.
Conocido en los altos círculos sociales de Bogotá como un empresario exitoso y un distinguido ‘club man’, el perfil de Rocha cambió súbitamente. Hoy es señalado como el responsable de la creación de una pirámide cuyo eje de operaciones fue la constitución de un fondo de compra y venta de ganado que ofrecía rendimientos de entre el 20 y el 40 por ciento a los clientes que invirtieran en el engorde de reses.
El pago de los intereses cesó a mediados de diciembre pasado y los inversionistas no pudieron hacer efectiva una cláusula del contrato que regía las operaciones, según el cual en cualquier momento podrían retirar su dinero. Al cabo de cinco meses de reclamaciones personales y de ampliación del voto de confianza, sus viejos amigos y ahora clientes defraudados se cansaron de esperar. Casi medio centenar de ellos le dieron poder al abogado Fabio Humar con la instrucción clara de si Rocha no ponía la cara, entonces fuera denunciado penalmente.
El abogado Fabio Humar representa a más de cuarenta de las personas afectadas por la pirámide de Rocha
Fabio Humar es un reconocido jurista que, antes de dedicarse al litigio y a las asesorías jurídicos, trabajó como fiscal de las Unidades de Delitos Financieros y Lavado de Activos. Cuando hizo sus pasantías académicas en despachos de fiscales de Boston se convirtió en una auténtica autoridad en el campo de la detección de delitos financieros y desarrolló destrezas para develar los esquemas Ponzi, conocidos en América Latina como pirámides.
Humar anunció ayer, en nombre de sus clientes que, si Rocha no ofrece un arreglo ágil, amistoso y eficaz, se verá obligado a denunciarlo al menos por dos delitos estipulados en el Código Penal. Uno de ellos es el de captación masiva y habitual y otro relacionado con la renunciar a devolver los dineros captados.
En medio de las especulaciones que son habituales en estos casos, varios medios hablan de la posibilidad de que entre las personas que le apostaron al éxito del negocio que pintaba muy bien sobre el papel y que ahora se sienten estafadas, se encuentren personas con especial ascendiente social, entre ellos el hijo de un expresidente de la República.
El abogado que los representa se abstuvo de confirmarlo o negarlo, pues dijo que está obligado a guardar la confidencialidad requerida por sus poderdantes.
Otras fuentes confirmaron que Rocha y contactos suyos que hicieron las veces de intermediarios encontraron a sus clientes en algunos de los prestigiosos clubes sociales. Como el joven relacionado con el nombre de Achury Viejo era suficientemente conocido allí, nadie tomó precauciones ni exigió garantías especiales. Algunos se conformaron con la firma de un contrato.
La tradicional ganadería Achury Viejo fue fundada en 1933 por antepasados de Felipe Rocha
Los inversionistas no pidieron ver las reses porque varios de ellos visitaron en el pasado la finca de Sesquilé, Cundinamarca, donde desde 1933 han sido levantados numerosos lotes de toros de casta. Además de toros de lidia, los Rocha ampliaron el negocio a ganado de carne. Con la tradición del nombre nadie le exigió al operador del fondo que acreditara su experiencia. A ojo cerrado le entregaron sumas que inicialmente fluctuaron entre los 1.000 y 2.000 millones por inversionista.
Como en todo esquema piramidal, al comienzo el rendimiento prometido comenzó a llegar a las cuentas de los inversionistas. Lo que nadie sabía era que esos rendimientos tenían como única base las nuevas captaciones. Así, cuando las captaciones no prosperaron más, la pirámide se desplomó.
¿Qué evidencia hay de las captaciones? Según explica el abogado Humar, además de los contratos es posible reconstruir la trazabilidad de las inversiones con las pruebas de correos electrónicos, mensajes de chat y otros medios idóneos.
Quienes hicieron averiguaciones por cuenta propia antes de buscar asesoría jurídica comprobaron, perplejos, que no había rastro de reses y tampoco de su dinero. Y si no existían las reses de engorde, los cálculos de rentabilidad quedaban en el aire porque lo invertido en cada ejemplar recibiría un rendimiento especial según el peso que iba ganando el ejemplar.
Por ahora por organismos de vigilancia no han podido intervenir porque el fondo anunciado por Rocha no fue constituido como persona jurídica. La ley ha fijado unos parámetros precisos para que una entidad pueda ser considerada una pirámide. Aparte de que el número de inversionistas deban superar los 20, una operación es considerada es considerada esquema Ponzi cuando los dineros comprometidos superan en determinado monto los activos de la empresa que lo opera. Aquí por ahora se está hablando de una persona natural.
Si es así, Rocha tendría que responder directamente ante la Fiscalía. Lo que les resulta “inmoral” a algunos inversionistas que se dicen engañados es que aquellos que recibieron los intereses prometidos y retiraron du dinero a tiempo se niegan a solidarizarse con la denuncia penal que ya parece venir en curso.
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