La sutil diferencia entre un buen gobernante y uno malo

La sutil diferencia entre un buen gobernante y uno malo

Hay un delgado hilo entre la prudencia y la imprudencia, no saber distinguirlo

Por: Orlando Solano Bárcenas
marzo 13, 2023
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
La sutil diferencia entre un buen gobernante y uno malo

Los malos gobernantes son aquellos que se dejan llevar por la Hybris, por la Desmesura, pecado que los dioses griegos castigaban con severidad. Los buenos gobernantes, en cambio, son aquellos que practican la “Frónesis”, una cierta sabiduría práctica, pensada y dirigida por la mente. Son los que practican la “Prudencia” en el caminar hacia el bien común y el personal. Los primeros, los desmesurados, parecen estar de regreso en América Latina. A los segundos, a se les extraña. De unos y otros encontramos en el espectro político de la región, tal vez más de los primeros de los cuales algunos son…impenitentes y casi todos maquiavélicos.

En una primera aproximación al tema podemos decir que la Frónesis es un tipo de sabiduría o inteligencia relevante para la acción práctica, que pide tanto el buen juicio como la excelencia de carácter y hábitos. Los griegos la tenían en alta estima porque privilegiaba la “Práctica”, empero, sin abandonar la búsqueda de la Sabiduría (Sofía) o de las Virtudes intelectuales (Episteme), que debían facilitar llegar a eso que los latinos llamaron la “Prudentia”, y los ingleses “Prudence” y “Mindfulness”. Sócrates se consagró al estudio de la Frónesis, en profundidad. Tenerla presente y exigirla de los gobernantes en los momentos actuales se asevera muy necesario porque no abunda, como la verdolaga.

La Frónesis socrática 

En la moral socrática, la Verdad se identifica con el Bien moral.  Quien conozca la verdad no podrá menos que practicar el bien. Luego, Saber y Virtud coinciden porque, quien conoce lo recto actuará con rectitud y el que hace el mal, actuará por la ignorancia. Frónesis, es sinónimo de ser persona virtuosa, persona que piensa y actúa correctamente. Ser “Fronético” es ser virtuoso, bueno, inteligente, razonable, fuerte en moral o ética.  En la óptica socrática la Frónesis -en el plano individual- es la cualidad superior de poseer un entendimiento ético que nos permite aprender a comprendernos plenamente a nosotros mismos. La Frónesis debe ser condición necesaria para toda virtud. Es decir, que, para ser bueno, es indispensable ser persona inteligente o razonable con pensamientos inteligentes y razonables, que le permitan a esa persona tener fuerza moral o ética. Frónesis sería la cualidad que permite la Comprensión moral, por ser el atributo más importante para aprender. Pero, como ella no se puede enseñar, debe ser adquirida a través del desarrollo de la comprensión de uno mismo. Si esto lo predica Sócrates del individuo, del gobernante exigir la Frónesis es asunto de toda la polis y de todos los ciudadanos.  En la misma longitud de onda, Aristóteles propondrá seguidamente cinco virtudes intelectuales: Sabiduría, Ciencia, Intuición, Prudencia y Arte.

La Frónesis aristotélica 

En Aristóteles, la Frónesis es la virtud de la “Sabiduría práctica” (Ética a Nicómaco). Es la Virtud del pensamiento moral o capacidad de pensar acerca de materias prácticas, como, por ejemplo, sobre el por qué uno se decide a actuar de alguna manera en lugar de otra. Como quiera que se trata de una virtud Dianoética (intelectual), ella requiere de Deliberación (Eubolia) y Decisión con respecto a eventos o circunstancias morales, a fin de poder traducir la virtud del pensamiento en una acción concreta exitosa. Conjugadas Deliberación y Decisión se le facilita al individuo alcanzar un “término medio”, un Justo medio (Mesotes) entre dos extremos. Por ejemplo, la valentía es el justo medio entre la cobardía y la temeridad. El concepto de Frónesis vendrá a ser afín con el romano de “Prudencia”, virtud escandalosamente ausente en algunos caudillos del subcontinente latinoamericano.

La Frónesis como Prudencia 

Vista como Prudencia, entre los griegos la Frónesis se contrapone a la Hybris, a la Desmesura. Según esto, toda acción humana debe ser realizada con miras a un Fin, y el fin de esa acción es el Bien que se busca. Queda claro de esta manera, que el fin se identifica con el bien y muchas de esas acciones no son sino un "instrumento" para conseguir a su vez otro fin, otro bien. La Frónesis o Prudencia termina siendo la principal virtud, al unir el Conocimiento y la Acción. Entonces, la Frónesis le da sustento a la osatura de las demás virtudes porque, proceder con Frónesis, facilita adquirir la Felicidad (“Eudemonía”), adquirir el buen espíritu que favorece alcanzar prosperidad, riqueza, buena fortuna, vivir bien y el florecimiento personal o colectivo. De Aristóteles: “La verdadera felicidad consiste en hacer el bien”, porque el verdadero buen camino está en alcanzar el bienestar que da el obrar bien. La Virtud y la Honestidad vienen a ser los pilares básicos del ser humano (en el Carácter) y de la sociedad (en el Buen gobierno).

La Frónesis no es innata, es una Habilidad que se adquiere 

Una justa proporción de Sabiduría (Sofía) y de Prudencia (Frónesis) dan la habilidad necesaria para saber pensar cómo y por qué debemos actuar de cierta manera para cambiar las cosas, especialmente para cambiar nuestras vidas a mejor, como individuos y como ciudadanos. En el pensamiento de Aristóteles, actuar con Frónesis implica realizar una tarea intelectual y ética. Frónesis reclama no solo la capacidad de decidir sobre cómo lograr un determinado fin, sino también la capacidad de reflexionar y determinar buenos fines que sean coherentes con el objetivo de vivir bien en general como ser individual y como ser social. El individuo, dice Aristóteles, es ser particular y social.

La Frónesis es una habilidad también “política”

La Frónesis facilita la Sofía y prepara para adquirir la habilidad política. Frónesis es igualmente uno de los tres tipos de apelación al Carácter (Ethos), junto a la Areté (Virtud) y a la Eunoia (Buena voluntad). Quiere esto decir, que el hombre -animal político (zoon politikon)- debe preocuparse por tener carácter y actuar de buena fe, exigencias que son mayores en el gobernante al sumársele, además, que practique la Prudencia (Frónesis), es decir, que sepa el oficio o arte de gobernar y sea experimentado en las cosas del mundo y de gobierno. Naturalmente, que sea también honesto y pulcro.

La Prudencia  

El término viene del latín “Prudentia”, que es una cualidad que consiste en actuar o hablar con cuidado, de forma justa y adecuada, con cautela, moderación, previsión y reflexión, sensatez y precaución para evitar posibles daños, dificultades, males e inconvenientes, y respetar la vida de los demás seres. De la Prudencia se dice, que es “la inteligencia de los valientes”. En tanto que Frónesis, Prudencia denota “Conciencia”, o sea la comprensión de la diferencia entre el bien y el mal. Frónesis igualmente viene de “Phroneo”, que significa “Comprender”, comprender con conciencia y actuar consecuentemente con la verdad, teniendo en mente hacer el bien, ser providente (del latín “Providentia”, igual a prever, ver antes, anticiparse). Al pedir la Frónesis que se actúe con “conciencia plena”, se exige prestar atención total, ser consciente con interés, tener curiosidad y serena aceptación de “el aquí y ahora”. En el caso del gobernante se le debe conminar a ser advertido, capaz, experto, listo, instruido, avisado, sagaz (hábil), cauteloso. Como todas estas cualidades no suelen ser innatas, se las debe aprender en el camino de la vida y algunos -lo muestran los hechos- llegan al poder en pañales.

La tarea intelectual de aprender la Frónesis  

Si en Aristóteles la Sofía involucra el razonamiento concerniente a las Verdades universales, por su lado la Frónesis combina la capacidad de pensamiento racional con un tipo de conocimiento que permita al individuo considerar racionalmente las acciones que puedan resultar en efectos deseados. Entonces, la Frónesis no es simplemente una Habilidad (Techné), sino igualmente la capacidad de decidir y de reflexionar sobre cómo alcanzar un fin determinado que sea un buen fin que le abra paso a la vida plena. Unidas Sofía (la forma más elevada y seria del Conocimiento) y Frónesis (la Prudencia), se le facilita al individuo lograr la sabiduría y la felicidad más elevadas. En otras palabras, la Frónesis debe facilitar la consecución de Sofía, lo que lleva a Aristóteles a decir que, en el caso del gobernante, la Frónesis le puede ser conveniente para llegar a ser el gobernante hábil y sensato que necesita toda buena polis, que es lo que piden hoy en día a gritos ciertos países de América Latina.

La tarea ética de aprehender y aprender la Frónesis   

La conjunción de Carácter (Ethos), Areté (Virtud) y Eunoia (Buena fe) permite adquirir la Frónesis, agregándoles la Experiencia, puesto que no basta la Sofía, también es necesario la Prudencia, virtud que exige un conocimiento de los hechos particulares en las situaciones particulares. Pero, a la Prudencia se llega a través de la experiencia que dan la vida, los años y las particularidades de las cosas; es decir, que en momentos particulares puede ser necesario tener conocimientos y acciones particulares que requieran adecuación al mundo real para saber sortear lo imprevisto. Tener Frónesis es, entonces, una condición necesaria para ser virtuoso, lo que requiere Práctica. Sin el experimentado Simón, el otro estaría todavía “delirando” sobre el Chimborazo…

 La tarea ética del gobernante no se puede quedar solo en la habilidad personal 

La Creación externa (Poiesis) necesita de la Praxis (la acción creadora inmanente) y de la Teoría (la realización de ideas), también requiere de tres disposiciones: la Techné (la Técnica, el saber práctico, el saber hacer, el saber obrar, producir y tomar decisiones con recta razón), la Frónesis (la Experiencia) y la Sofía (la Sabiduría de los principios eternos). De todo esto resulta que la Frónesis es, como un modo de comportamiento en y hacia el mundo, una forma de orientarse a uno mismo, de “Circunspección”, de ver, conocer y preocuparse de la vida de uno y de la vida del mundo y de los otros en sus circunstancias particulares. Como Harun al-Rashid, el gobernante debe tener el hábito de ir al zoco a tomarle el pulso a la opinión pública, pero sin entrar mucho a las cantinas…

La Frónesis como hábito

La Frónesis es una disposición o Hábito que revela el ser de la Acción que -seguida por la Deliberación-, permite llegar al punto de partida de una acción significativa que sea procesada con resolución y supere las contingencias de la vida. En Politeia, la Frónesis, no es solipsismo de caudillos, ella es “política”, en el mejor sentido de la palabra: hominización del animal político… y rechazo del político animal. Desde esta perspectiva, el concepto de Frónesis incluye el Telos (Fin, Meta) que es el “bienestar para todos en la sociedad” y no el bien particular y cleptocrático de caudillos habituados a ser deshonestos.

La Frónesis es humanidad compartida  

La Frónesis procura el equilibrio de los intereses propios y de los intereses sociales, ella guía en la búsqueda de la verdad y en el rechazo de la deshonestidad. La Frónesis es “humanidad compartida”, excelencia en la comprensión de lo humano-social, toma de decisiones con perspectiva, previsión y planeación. La Frónesis es, entonces, propia de personas de buenas costumbres, que gocen de credibilidad y sobre las cuales recaiga una opinión favorable, por poseer un carácter que concite y no sojuzgue. Este tipo de personas “Fronéticas” deben ser razonables y pensantes, virtuosas, éticas, prudentes, sensatas, eficaces, de mente lúcida y práctica al mismo tiempo, organizadas, de pensar holístico y sentimientos elevados. Gobernantes vergonzantes, “habilidosos”, “industriosos” no caben en la polis democrática y en América Latina varios estarían listos para la Atimia (el desprecio a los deshonestos con el poder).

 La Frónesis es necesaria para el Buen gobierno 

La Frónesis, por ser objeto de Enseñanza, depende de unos conocimientos previos que educan en el arte de inferir, de actuar con virtud, de calcular lo provechoso para sí mismo y para los demás, para la familia y para la polis. La Frónesis es un saber práctico que sabe analizar y valorar las Circunstancias, los bienes necesarios de este mundo, que juzga correctamente en función de un Contexto y de las circunstancias. Como Prudencia, la Frónesis deviene en legisladora cuando se le considera en función del gobierno de la ciudad, y del gobernante se espera que sea virtuoso para que sepa elegir el justo fin al que aspira la ciudad, pero también se espera de él que tenga la sabiduría práctica que permite elegir los justos medios. Es decir, que sea hábil por poseer sabiduría práctica y que su habilidad la ejercite para el logro de fines buenos y no para habilidosas picardías.

La Frónesis política 

 Es una virtud que se predica de la racionalidad de los hombres de Estado y de los políticos capaces de mantener el equilibrio entre las diferentes fuerzas en conflicto. La Frónesis no es un saber privado sino social y público, ya que su meta es la Verdad, en cuyo acontecer todos debemos participar. Es decir, que la Frónesis solo tiene sentido cuando una comunidad comparte determinadas normas éticas y de allí que ciudadanos cívicos (“conócete a ti mismo”), eligen bien (con prudencia) a sus gobernantes. Eligen a los honestos (con Cordura), supeditando su escogencia a los superiores fines conjuntos de la ciudad (el Bien común) y no a los fines egoístas del que mal gobierna.

La Frónesis debe conducir a realizar la Justicia y el Bien común 

Si en el ámbito de la Filosofía, la tarea de la filosofía práctica es el saber ético en el campo de la Praxis y esta es el lugar teórico para el deseo de saber y reflexionar sobre la acción y la política, la Frónesis -como filosofía práctica- es el saber del hombre que en su vida no se deja conducir simplemente por los impulsos, sino por la razón. De esta manera, la Frónesis es la virtud derivada de la esencia humana que en su racionalidad conduce la Praxis hacia la responsabilidad racional que se encarga de concretizar la Justicia y el Bien común, propósitos muy lejanos de aquellos que, por ejemplo, Maquiavelo le recetase al príncipe de turno.

 Con Maquiavelo se rompe con la tradición moral griega y escolástica 

 Esto lo logró llevando el concepto de “Virtù” a la órbita de la Técnica y la Utilidad. En otros términos, a los campos de la “utilidad política”. En efecto, Maquiavelo hace de la virtù un conjunto de cualidades que le permitan al caudillo vencer los obstáculos del presente y prever los avatares del futuro, con conocimiento, voluntad, inteligencia, astucia, sagacidad, arrojo, competencia y destreza en la Acción. Con esta nueva propuesta, todo esto quedaría muy lejos de la Prudencia aristotélica (Frónesis), que es vista por el Estagirita como el comportamiento orientado hacia la felicidad, la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación luego de bien deliberar, juzgar la bondad de la acción y discernir con cautela.

Maquiavelo reduce la Prudencia a una mera habilidad política 

La reduce a saber conocer la calidad de los “inconvenientes” de gobernar y tomar por bueno el menos malo. Se trata del realismo metodológico y político de Maquiavelo que reduce Prudencia a Astucia, como virtù que a veces es acompañada por la Fortuna, pero atendiendo siempre “la verdad real de la cosa” y no cómo deben ser esta. La bondad de un régimen, afirma, se mide por su éxito, su fuerza, su duración y control de la sociedad, postulados que nos recuerdan el consejo de Diderot: “Cuidado con el hombre que habla de poner las cosas en orden. Poner las cosas en orden siempre significa poner las cosas bajo su control”. Maquiavelo quería instaurar un orden nuevo a través de la creación de “nuevos métodos y recursos" para la política. Mejor, para el “Jefe”, que más tarde se llamaría “Duce” o “Führer”.

Maquiavelo hace de la Prudencia (Frónesis) un arte, no una virtud 

Maquiavelo hizo de la Prudencia arte al convertirla en solo Astucia y Oportunismo político. Ya no se estaba más en la prudencia política, concebida como virtud no solo intelectual sino a la vez moral. El asesor del Príncipe, ve ahora el bien común solo como bien del Estado, al que concibe como un supra ser, como un ser sustantivo, en el cual los hombres son simples medios o instrumentos de ese ser “vital” que es el Estado. Con Maquiavelo, el pensamiento del gobierno autocrático, tiránico o despótico queda modernamente teorizado, al igual que los regímenes totalitarios. Mussolini hizo la perfecta adaptación contemporánea, con frase que haría carrera para desgracia de la humanidad: "Todo para el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”. De esta manera, la prudencia política en Maquiavelo no se extiende al bien común de la sociedad civil, sino que solo se extiende a la prudencia “personal” que dirige la conducta del individuo en orden al bien humano de uno mismo. Para el caso de la política, la utilidad del Jefe, del Príncipe, del Principado o del Estado, y de todos ellos cómo saber llegar, saber conservar y mantenerse en el poder: “... la prudencia consiste en saber conocer la calidad de los inconvenientes y tomar por bueno el menos malo” (El Príncipe).

La Prudencia política en Maquiavelo es una cualidad de la razón práctica 

 Encaminada a realizar con prontitud, infalibilidad y eficacia los actos enderezados a la consecución del bien común, mediante el ejercicio de tres operaciones: “Consejo” (deliberación), por el que indagamos los medios conducentes al bien común; “Juicio”, por el que determinamos cuál es el medio más útil para alcanzarlo; y  “Mando”, que tiene por oficio aplicar la voluntad a las acciones ya deliberadas y juzgadas como convenientes. En Maquiavelo también se dan de manera operativa las dos dimensiones de la Prudencia política: la cognoscitiva y la preceptiva. Pero en los medios para llegar al fin, se da la gran ruptura ética.

La dimensión cognoscitiva de la Prudencia en Maquiavelo 

A la dimensión cognoscitiva, pertenece el deliberar y juzgar, siendo los ingredientes o requisitos de esta dimensión: la Memoria del pasado (la historia);- el Entendimiento o la Intuición (valoración de las circunstancias); -la Docilidad (saber escuchar consejos de ministros serenos); -la Solercia (agilidad mental, circunspección, cautela, astucia, audacia); -y una Razón industriosa (deliberar con acierto, indagar sobre los medios más convenientes para llegar al fin, saber prever lo futuro, evitar lo que ofrezca más peligro que utilidad).

La dimensión preceptiva de la Prudencia en Maquiavelo 

A la dimensión preceptiva -la esencial-, le pertenece el Mandar, con sus requisitos de providencia, circunspección y cautela. La expresa esta frase: “... y tomar por bueno el menos malo de los inconvenientes". Son ingredientes de esta dimensión:  la Providencia (la previsión, el anticipar, la provisión de los medios necesarios para llegar al fin y no dejar todo a la suerte); -la Circunspección (en el análisis y concreción de las circunstancias que rodean el acto humano para ordenar las acciones al fin, venciendo con providencia las dificultades y acomodarse con la realidad); -la Cautela (la astucia del zorro y la fuerza del león, para desvelar las conjuras).

La Prudencia política en Maquiavelo, no es una virtud moral 

Es solo la habilidad o aptitud para prevenirse de los inconvenientes que pueden acompañar a la acción política concreta, y a la vez proveerse de los medios o recursos -carentes por sí mismo de valor-, para utilizarlas con la máxima ventaja en su debida ocasión. En realidad, aquí lo que encontramos es un arte, una técnica y no una virtud moral. La verdadera prudencia política, entendida como Frónesis, no se encuentra divorciada de la sindéresis ni de la ley moral. Maquiavelo señala el parámetro que mide el valor de los actos del político, no en lo moral-político sino en lo técnico-político, no en el bien común sino en la eficacia, en la capacidad de fundar y asegurar al Estado.

De lo anterior se desgaja otra consecuencia: la Prudencia está mediatizada y absorbida por la Necesidad, es decir, por la razón de Estado: “...Y hay que comprender bien que un príncipe, y especialmente un príncipe nuevo, no puede observar todas aquellas cosas por las cuales los hombres son considerados buenos, ya que a menudo se ve obligado, para conservar el Estado, a obrar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión... Procure, pues, un príncipe conservar y mantener el Estado: los medios que emplee serán siempre considerados honrosos y alabados por todos...” (cap. XVIII).

En la frase citada, la prudencia no ha quedado puesta en relación con el Bien común, sino con las inmorales recetas lanzadas por Maquiavelo al Príncipe para que este se procure su interés particular, su propio bienestar, seguridad y gloria. También para el permanecer en el poder, en lo que son duchos tantos gobernantes autocráticos de la actual América Latina.

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