Ciudades modernas: Soledad total

Ciudades modernas: Soledad total

En la actualidad ¿están planificadas para personas o para vehículos?

Por: CARLOS ANDRÉS GALESO MORALES
febrero 10, 2015
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Ciudades modernas: Soledad total

En su búsqueda desenfrenada del bienestar, el dinero y oportunidades de mejorar cada día su calidad de vida, el ser humano explora un espacio en las modernas ciudades dónde el cuestionamiento actual es determinar si las grandes urbes permiten las relaciones humanas, la inclusión social y la intimidad propia de cada individuo.

El logro de la modernidad por parte del hombre contemporáneo inevitablemente nos aboca al reconocimiento que históricamente se ha convivido junto a los otros, llámese familia, amigos, vecinos, etc., en tribus, clanes o pueblos grandes. No obstante, hoy día observamos la soledad de las personas en las metrópolis, toda vez que las últimas fueron concebidas como máquinas de vivir dotadas de casas urbanizadas, calles y carreras para permitir el tráfico de vehículos a gran escala. Sociedades dominadas por el capitalismo y la globalización de la economía.

China, un país en otrora agricultor, observa hoy día como sus pobladores urbanizaron sus capitales bajo el argumento de competir con países occidentales; enfrentando el desafío del cambio físico de ciudades antiguas (ubicación de viviendas en los barrios, mercados y parques), características sociales (lugares de encuentro) y la adaptación al nuevo estilo de vida de los grandes núcleos urbanos. Altas edificaciones representan una solidez económica y financiera, extraordinarias autopistas y carreteras reflejan crecimiento y modernidad, y la construcción de viviendas a las afueras de las ciudades inevitablemente genera contar con un medio unipersonal de transporte.

El crecimiento desmesurado de estas ciudades hizo que la tradicional bicicleta fuese reemplazada por flamantes vehículos, el ritmo laboral limitó la construcción de relaciones sociales y la disponible tecnología coadyuvó a que como humanos nos aisláramos los unos de los otros. Megaciudades que no planificaron en favor de sus habitantes: los convirtieron en individualistas y solitarios.

Dinamarca, país que enfrentó un proceso de modernización similar a China, desarrolló desde los años cuarenta una planificación urbanística en torno a los vehículos. Empero, decidió redefinir el concepto de espacio público y para ello peatonalizó las calles para establecer y multiplicar la vida social. Opto por recuperar el espacio público que en su momento estaba liderado por los autos para otorgárselo a la gente y alcanzar integración social, así sus ciudadanos fueran unos completos extraños y tuviesen diferentes estilos de vida.

Si nos trasladamos a los Estados Unidos, particularmente New York, que planificó con el criterio de la eficacia del tráfico y una alta inversión en infraestructura de vías, definió una nueva estrategia de movilidad pensando en las personas. Aunque hubo resistencia al cambio, se logró diseñar el espacio público para la gente y hacer una capital más interactiva. El uso de la bicicleta en Time Square se incrementó y se disminuyeron los índices de accidentalidad en la zona. Se transformó el concepto de ciudad: personas conviviendo en el ámbito público, más vitales y espontaneas.

Por su parte, en Melbourne (Australia), se incentivó la edificación de casas independientes con amplios jardines a las afueras de la ciudad; lo que conllevó al aumento de la utilización del carro como aspiración universal de estas jóvenes familias. Sin embargo, actualmente y previos estudios de planificación urbanística esta ciudad se ha percatado que este tipo de modelos urbanos enfatizados en el tráfico vehicular incitan a la incomunicación social, enfermedades como la obesidad y dificultades económicas.

En efecto, Melbourne empezó a escuchar a sus gentes para cambiar una ciudad despoblada en los años ochenta por una llena de vida en sus pobladores. Se pretendía devolverle la vida a la ciudad. Para ello, se construyeron espacios sociales como cafeterías y las calles se convirtieron en salas de estar. Para atraer los residentes al centro, sus avenidas y calles fueron destinadas para largas caminatas.

Por su parte, Bangladesh nos presenta a Daca como una de las ciudades de mayor crecimiento en el mundo debido a la proliferación de la industria textil y el desempleo en la zona rural que desencadeno una alta migración. Siguiendo con el ejemplo de China y Occidente; su urbanismo también se basó en la edificación de rascacielos, vías para vehículos y consumo masivo de energía. Sus céntricas calles pasaron de la mezcla social a la congestión vehicular.

Las políticas nacionales de planificación urbana no incluyeron a la mayoría de la población, per se, pobre y sin acceso a un entorno peatonal y transporte público que les permitiese tener calidad de vida. En Daca, una ciudad contaminada, con alto riesgo de actividad sísmica e inducida a la deshumanización de sus habitantes, se mantiene la priorización de autopistas y carreteras; y aunque las gentes han empezado a reclamar sus calles, el desarrollo sigue concentrándose en los vehículos.

Christchurch, Nueva Zelanda, una urbe que afrontó en el año 2011 un terremoto de 6.3 grados de magnitud, cuyas consecuencias se vieron reflejadas en la restricción a los habitantes al sector céntrico de la ciudad, inició un proceso de reconstrucción que implicó la integración de toda la sociedad. Se trataba de conocer la idea de ciudad que aspiraban sus residentes, y con más de 100.000 propuestas concluyeron un modelo urbanístico que contara con espacios públicos que permitieran las relaciones sociales de sus pobladores, ciclorutas, amplios jardines, edificios bajos y limitadas zonas comerciales. Se buscaba una ciudad para la gente no para los vehículos.

Colombia, dónde las grandes capitales se ubican en el caos vehicular y otras tantas en precarios medios de transporte público a raíz del mototaxismo, requiere promover procesos de movilización social que reclamen espacios de convivencia, dónde podamos interactuar socialmente y mejorar nuestra calidad humana. Es indispensable para transformar nuestras ciudades reducir la apatía, la indiferencia y el retraimiento que consume a la población colombiana.

Resulta una prioridad para los nuevos aspirantes a conducir las principales urbes del país apoyar proyectos de construcción de ciudad atendiendo las necesidades de sus habitantes, pensarlas en los gustos de los ciudadanos, lograr que las gentes sean parte de ellas: bailar, caminar, cruzar la calle, jugar, salir, sentarse a conversar, tomar el transporte público, etc. Una ciudad donde haya una mejor forma de vivir; pues la construcción de cada lugar tiene efectos sobre la vida y los estilos de vida de las personas.

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