Mi solidaridad y respeto hacia Patricia Ariza y María Isabel Urrutia.
La forma en que salieron las ministras de Cultura y Deporte pertenece al campo de la infamia. Es claro que el presidente puede sacar y nombrar a quien quiera. No obstante, sobra decirlo, los funcionarios que él mismo ha designado merecen ser tratados dignamente. Despedir un ministro, por las razones que el presidente considere, se tiene que realizar con respeto.
Pareciera repetirse la historia del 2012, apenas seis meses después de iniciada la alcaldía de Petro en Bogotá. Sin que supieran por qué, a tres secretarias de formidable experiencia, la de Integración Social (Consuelo Ahumada), de Ambiente (Margarita Flórez) y Hábitat (María Claudia Valencia) les fue aceptada la renuncia protocolaria que se les había solicitado a todos los miembros del gabinete. Lo que dio motivo a la famosa frase de Daniel García-Peña: “…un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser un déspota. la democracia no es solo un ideal sino que implica prácticas de respeto y solidaridad”.
El remezón ministerial de hace una semana parecía el esperado, salvo por los casos de Patricia Ariza y María Isabel Urrutia, ministras de Cultura y Deporte. La salida de Alejandro Gaviria estaba cantada: más que el rumor de la filtración del documento del desacuerdo, sustentado en poderosos argumentos, el ministro simplemente no apoyaba la reforma a la salud, de modo que su permanencia no era sostenible. Como, quizás, no lo sea la del ministro Ocampo. Algunos critican a Gaviria por no haber renunciado antes de que le sacaran.
Lo que realmente resulta brutal, fue la manera en que fueron despedidas Patricia y María Isabel. Se puede estar en desacuerdo o no con la plataforma política de Petro, con sus propuestas de reforma, con el plan de desarrollo. Lo cierto es que, además de los adultos responsables del gabinete (Ocampo, López, Gaviria), el recorrido de Patricia Ariza y María Isabel Urrutia trascienden, con creces, el ámbito del encargo ministerial. Todos, por supuesto, merecen respeto. Ocurre que Ariza y Urrutia son, además, símbolos de Colombia.
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El recorrido de Patricia Ariza y María Isabel Urrutia trascienden, con creces, el ámbito del encargo ministerial
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Patricia Ariza, Santiago García, junto con Carlos José Reyes, Eduardo Gómez y Fernando Laverde fueron los principales creadores de la Casa de la Cultura, convertida después en el Teatro La Candelaria, un proyecto que completa 56 años en este 2023. Además de escuela de teatro, son muchos las obras, los grupos, festivales, grupos musicales, talleres, exposiciones que los bogotanos tuvieron a su disposición, primero en la carrera 13 con calle 20 en Bogotá y luego en el barrio del que tomaron su nombre actual. Un proyecto que nunca fue “oficial”, que conservó su independencia artística y que podía incluir, en el ámbito del teatro, obras de Quevedo, Zamudio, Brecht, Shakespeare, de creación colectiva y también de autores como Patricia Ariza (El viento y la ceniza), además de dramaturga, una excelente actriz.
¿Cómo olvidar Guadalupe Años Sin Cuenta, La Ciudad Dorada y Nosotros los Comunes? La primera, tal vez la más conocida, el rescate de la historia de Guadalupe Salcedo, guerrillero liberal, un hombre amnistiado, traicionado y asesinado en los 50, vista por decenas de miles dentro y fuera de Colombia, que es, como lo ha dicho Patricia Ariza, un musical de teatro… con música llanera.
El proyecto la Candelaria, del que Patricia ha sido parte imprescindible, es patrimonio de Bogotá. La forma como fue sacada del ministerio es, para muchos, una afrenta. Como dijo ella, “me hubiera gustado que el presidente me lo dijera mirándome a los ojos”.
En cuanto a María Isabel Urrutia, es ni más ni menos que la primera medallista de oro olímpica colombiana, en un país que poco ha invertido en el deporte, en el que los atletas suelen realizar sacrificios sin nombre para triunfar. Meritoria, símbolo del esfuerzo y la tenacidad en medio de la pobreza, que también merecía un trato digno en la hora de su despido. Mujer afro de gran valor en su tierra y símbolo de Colombia, cuyo repentino despido, sin que nadie pusiera la cara, debe tener a mucha gente descontenta.
Pasarán los años, terminará el gobierno actual, vendrán otros, habrá nuevos relevos ministeriales en esta y las siguientes administraciones.
Patricia Ariza y María Isabel tienen y tendrán puesto de honor en la historia del arte y el deporte en Colombia.