Wang Huning es poco conocido fuera de China, pero allá es considerado “el cerebro detrás del trono” de Xi Jinping y se le lama “guoshi”, literalmente, “maestro de la nación”. Ya son cuatro décadas de ser reconocido como el principal teórico ideológico de China. De su mente ha salido el sello de los mandatos de los tres últimos lideres: Las tres Representaciones de Jiang Zemin, el Desarrollo Científico de Hu Jintao, y “El Sueño Chino” de Xi Jinping, posteriormente el Pensamiento XJ.
Su influencia sutil y extensa, al decir de sus conocedores, proviene de la fuerza de sus ideas, de la persuasión, y de sus escritos sobre soberanía, el sistema político chino y contra la corrupción que son considerados básicos para entender a China actual.
El XX Congreso del PCCh elevó a Xi Jinping y destapó la poderosa imagen de Wang Huning
Su peso sobre Xin Jinping lo confirmó el mundo entero con la imagen de un poderoso Wang Huning en el XX Congreso del Partido Comunista el año pasado. En el Gran Palacio del Pueblo el expresidente Hu Jintao era forzado a abandonar su silla a la izquierda del líder Xi Jinping y era sacado del reciento, había caído en desgracia. Xi estaba a pocos minutos de llenarse de gloria, de superar a Mao Zedong al ser reelegido por tercera vez y nombrar a sus siete alfiles en el Comité Permanente, el órgano político máximo. Entre ellos, Wang Huning, quien subía del quinto al cuarto puesto, había superado todas las purgas, y dentro de la dirigencia partidaria solo quedaban por encima de él, el líder supremo Xi Jinping, el jefe de Shanghai, Li Qiang y el jefe anticorrupción, Zhao Leji.
Wang Huning es ideologo de China y el cuarto más poderoso de China detrás de Xi Jinping
Aunque haya un velo que cubre a los dirigentes, la vida de Wang Huning y sus ideas son bastante conocidas hasta que pasó de la academia a la política. Uno de los libros más consultaos es el de dos profesores de la australiana Universidad de Griffith, El líder en la sombra: Wang Huning y la construcción de la China contemporánea. Wang proviene de la provincia costera de Shandong, pero ha pasado la mayor parte de sus 67 años en Shanghái. Su familia, de cuadros revolucionarios militares, ayudó a que su participación en la campaña Aprender del Campesinado (destierro al campo de los jóvenes urbanos para aprender del pueblo) fuera relativamente llevadera.
Estudió francés como parte de la Clase de Entrenamiento de Cuadros de la Universidad Normal de Shanghái y en 1978 estuvo entre los primeros participantes de un nuevo examen de entrada a la universidad. El gaokao, equivalente a las Pruebas Saber de Colombia, fue su primer gran éxito. Lo hizo tan bien que logró ser aceptado directamente al programa de maestría de política internacional de la Universidad de Fudan, un de las más famosas del país, sin necesidad de graduarse antes.
Se quedó como profesor en Fudan y al parecer sus cursos eran muy populares porque era muy accesible a los estudiantes, vestía muy sencillamente, comía muy sencillamente y escribía sin tregua, trabajo tras trabajo. De allí salió su tesis sobre el desarrollo del concepto de soberanía y allí se convirtió en un popular y precoz profesor e investigador prolífico sobre temas de ciencia política y filosofía política. Se cubrió de fama mundial como preparador del equipo de Fudan que en 1993 ganó un campeonato asiático de debates en Singapur. El triunfo fue visto por millones de televidentes que insuflaron su orgullo nacional.
El profesor precoz que ganó el campeonato asiático de debates y sedujo a la dirigencia china
Su reputación se catapultaba y el amarre al poder llegó de la mano de un amigo cercano de personal de Jiang Zemín, quien llegó a la presidencia en marzo de 1993. Se dice que Jiang se rindió ante Wang en cuanto lo conoció y pronto empezó a citar de memoria pasajes de su obra. Cuando Clinton visitó China en 1998 Jiang mencionó elogiosamente su nombre en una cena, y Clinton, un poco “picado”, replicó que en Estados Unidos había profesores tan brillantes como Sam Huntington.
Estados Unidos es una nación sin misterios para Wang. En 1988, una beca le permitió estar seis meses, conocer las universidades Iowa State y Berkeley, visitar 30 ciudades y 20 universidades más. El resultado fue America Against America, publicado en 1991.Era el final de la era Reagan, Wang sabía que se estaban cocinando grandes cambios en la estructura social y cultural, pero su interés era explicar cómo un país tan joven de poco más de 200 años se había convertido en potencia del capitalismo y cómo esa América de los pobres no acababa con la otra América. Encontró dos razones: la tan mentada legitimidad democrática de sus instituciones y el entusiasmo de los americanos por la innovación que les ha permitido ser los primeros en beneficiarse de las llamadas revoluciones tecnológicas. Y eso que cuando Wang visitó Estados Unidos aún faltaban unos años para que apareciese Steve Jobs con su iPhone, y los computadores grandes y personales.
Wang se convirtió en un defensor de la autoridad del gobierno central, el "nuevo autoritarismo", una etiqueta que él mismo rechazó, pero que hizo que su pensamiento llamara la atención de importantes líderes políticos chinos. Decía que estabilidad política era necesaria para el desarrollo económico, y el liderazgo central la clave para hacer las necesarias reformas. Puso también líneas rojas al querer insertar la democracia occidental en China.
A principios de los 90 se fue lanza en ristre contra la corrupción y hoy es uno de los pilares de la política de Xi Jinping. Dejó de publicar artículos con su nombre desde que entró en política en 1995 y desde entonces ha querido mantenerse en la sombra. Tan pronto como se mudó a Pekín y empezó a trabajar para la Oficina Central de Investigaciones Políticas del Partido Comunista, dejó de estar localizable, entró en el secretismo chino.
En esa oficina encargada de dar las directrices del régimen estuvo 18 años, entre el 2002 y el 2020, dando cartilla en las políticas chinas y ascendiendo en el aparato del partido hasta convertirse en uno de los hombres más poderosos del país. Aun así, mantiene su perfil más discreto, prefiere estar en la sombra, desde donde tutela los discursos de sus compañeros y hasta del presidente Xi Jinping, a quien suele acompañar en sus viajes en los cuales se impulsa un nacionalismo que haga crecer el auge mundial de China con modelo propio y lejos de las democracias occidentales.
Wang recuperó para la política la cultura tradicional de China, la nación milenaria
Wang ha rediseñado la cultura política del régimen. En un amplio perfil publicado por el portal de la Fundación Carter US-China Monitor Perception, que estudia las relaciones entre ambos países, se sostiene que su principal mérito consiste en haber recuperado para la política la cultura tradicional de esta nación milenaria. Para reconectar a los chinos con la política y a su régimen autoritario, la propaganda orquestada por Wang Huning les ha devuelto la confianza en su cultura, dicen los analistas. Les ha dado una opción frente a la globalización occidental y ningún chance a la democracia, porque para Wang solo el Partido Comunistas es el capaz de hacer de China una nación grande y poderosa.
Ahora Wang está inmerso en la misión que le confió Xi hace unos días: la nueva política de reunificación para Taiwán, desarrollando lo que sería el fin de “un país, dos sistemas”. Antes, hace 10 años, se le atribuyó la ambiciosa iniciativa de la Franja y la Ruta de China, conocida como la Ruta de la Seda.
Hoy, en medio de la guerra de Ucrania, es posible que su voz sea tenida en cuenta en la función mediadora que quiere tener China en el conflicto. Mientras intenta seguir pasando desapercibido en medio de tanta exposición pública.
