Reflexiones en torno a la salud mental

Reflexiones en torno a la salud mental

Por: eduardo botero toro
febrero 12, 2015
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Reflexiones en torno a la salud mental
Imagen Nota Ciudadana

Reflexión I

Si volvemos al tema de la salud mental es porque iniciamos un diálogo formativo con seis nuevos profesionales, dos hombres y cuatro mujeres, que inician su especialización en Psiquiatría, con la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Libre, seccional Cali, precisamente en un contexto como el que se ha dado en llamar “postconflicto” entre quienes habitamos en este país.

Debemos detallar dos tendencias que operarán simultáneamente: de una parte, la consolidación de un modelo neoliberal que fabrica nuevas versiones de la contradicción entre modelo social y democracia; de la otra, la finalización de esta verdadera guerra civil no declarada, mediante los resultados de negociaciones entre el gobierno y la insurgencia.

Confrontar las dos tendencias tiene sentido por cuanto siempre se ha sustentado la existencia de la insurgencia, por parte de esta y de algunos investigadores, en las llamadas condiciones objetivas, esto es, la pobreza, la inequidad, los monopolios, etc. Es de prever –como en efecto está sucediendo- que con la consolidación de ese modelo neoliberal (que se continuará haciendo mediante toda clase de maniobras por parte de los funcionarios que el capital privado ha sabido colocar en la nómina oficial) esas llamadas condiciones objetivas empeorarán y cada vez más se establecerá el contraste –y la confrontación- entre unos pocos que poseen muchos y los muchos desposeídos de todo, menos de las deudas que han contraído para sobrevivir.

Es de esperar, entonces, que en nuestro país, tienda a reproducirse tal cual lo que ha sucedido a nivel mundial después de la desaparición de la URSS: la reanimación del entusiasmo y la ferocidad por parte de quienes aspiran a convertirse en dueños y amos absolutos de nuestro país.

Las repercusiones que esto tendrá sobre la llamada salud mental serán inmediatas y muchas.

Mientras que los ciudadanos estén (estemos) condenados a confundir vida con supervivencia las consecuencias de eso no dejarán de esperarse y desde el punto de vista emocional serán prácticamente semejantes a las que sufrieron los prisioneros de los campos de concentración y de exterminio que existieron no solamente durante la segunda gran guerra, sino desde antes, desde que los ingleses los crearon en Australia, los españoles en Cuba y los norteamericanos en su territorio donde conformaron verdaderos campos de concentración para alemanes y japoneses también durante la segunda gran guerra.

En ese escenario habrá novedades comparativas con las conocidas ya: una práctica del extermino que no provendrá de los diseños corporativos (tipo hornos crematorios, por ejemplo) sino de unas autoridades que tendrán complacencia con los arrebatos del mal humor entre las personas traducidos en violencia fácil y continuada, al punto de volverse casi natural, como ya parece indicarlo ese afrontamiento fementidamente epidemiológico que compara el porcentaje de homicidios ocurridos entre dos años, como si se tratase de la producción de manzanas en un frutal asistido.

También el abuso de sustancias psicoactivas tenderá a incrementarse manteniendo mediante el ejercicio de violencia una oferta que involucrará tanto a maleantes que operan en los bajos fondos como aquellos miembros de las bandas criminales que se han hecho a los controles gubernamentales, elemento fundamental a la hora de implementar sus estrategias de dominio hegemónico.

Igualmente la reproducción del modelo autoritario en el seno de la familia y la escuela, lugares que han perdido su condición de protectores seguros para el desvalido harán notar este incremento del malestar: violencia intrafamiliar, acoso sexual, abuso sexual, declaración de enfermo mental a quien lo denuncie, acoso laboral, etc.

Pero también se agravarán todas las consecuencias derivadas de una política que estimula el desarrollo económico sin consideraciones previsivas acerca de los efectos en el medio ambiente, en la calidad de los alimentos y de las aguas, en la calidad del aire y de la movilidad en las ciudades, etc. La presencia de contaminantes patógenos tales como mercurio, plomo, cadmio y otros (cianuro, por ejemplo), ya se ha reportado en los peces que son consumidos por comunidades pobres así como también sus consecuencias en el estado de salud de esas comunidades, apareciendo verdaderas epidemias de malformaciones congénitas en mujeres embarazadas que consumen peces del río Cauca contaminados por Cadmio, consecuencia que se incrementó después de que la llamada Ley Páez facilitar mediante estímulos tributarios el desarrollo industrial en el norte del Cauca, sin racionalizar los vertederos de desechos químicos que se lanzan al río de manera irresponsable por parte de esas industrias.

Pero por sobre todas las cosas mencionadas, la reducción de la vida a la mera supervivencia, tendrá necesariamente repercusiones en lo que podemos llamar el humor de las personas, que cuando cae en la desesperanza, es capaz de llevar a la cima del poder a los mismos maleantes que lo utilizarán en exclusivo beneficio de los suyos.

A las mismas consecuencias contribuirá el hecho de que la llamada insurgencia fracasó en su empeño de organizar a las poblaciones pobres de modo tal que estas pudieran incidir de manera determinante en el rumbo socioeconómico del país. Los desplazados, los familiares de desaparecidos y asesinados, los expropiados de sus bienes, etc., no logran imponer los resultados de la aplicación de la verdad, la justicia y la reparación dada la impunidad de que gozan los gángsters que les arrancaron sus pertenencias y tampoco consiguen un nivel de organización y de movilización que ayude a la sostenibilidad de sus recuperaciones y de las labores organizadas para el restablecimiento de lazos sociales amparados en la civilidad y la justicia.

Como cuando alguien solamente tiene la palabra como arma y decide suturarse los labios en señal de protesta…

Lo más grave de todo y que convoca a la responsabilidad de los que trabajamos en el campo de la salud mental, será la tendencia a escamotear, en el análisis, todos estos determinantes de la salud mental privilegiando la concepción de que los trastornos mentales procederán exclusivamente de los antecedentes del individuo que los padezca.

Esto será motivo de otra reflexión, la que tiene que ver con los problemas del determinismo en la producción de los diversos modos en que se expresa el malestar. Por lo pronto adelante una muestra de lo que afirmo y que invito a conocer por parte de todas las personas involucradas en lo asistencial, lo investigativo, lo docente y lo administrativo: http://www.elcolombiano.com/salud-mental-en-colombia-esta-en-sala-de-urgencias-YG1239067

Santiago de Cali, Febrero 6 de 2015

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