Veamos los aspectos en los cuales fácilmente se puede llegar a un acuerdo de país en la reforma a la salud: se deben fortalecer los determinantes de la salud para una mirada más integral del bienestar de la población; también es necesario fortalecer el nivel primario de atención y trabajar en un enfoque holista y preventivo; hay que territorializar más aún la atención para ampliar, cualificar los servicios y repotenciar e integrar un solo sistema de información en salud; es urgente mejorar las condiciones laborales y de formación del personal en salud; todo lo que se reforme tiene que redundar en garantizar el derecho constitucional a la salud de los y las colombianas. Eso es más o menos un plano de las aspiraciones de país y ahí fácilmente se pueden llegar a acuerdos, incluso con mejorías al proyecto presentado por el gobierno nacional.
Sin embargo, hay un meridiano que está al centro del debate y de las contradicciones políticas en torno a la reforma que cursa trámite en el Congreso de la República, situado en el plano de las tensiones entre los modelos mercadocentricos, estadocentricos y sociocentricos de diseño y gestión de las políticas públicas.
Recordemos que la propuesta del gobierno se orienta a un manejo público de los recursos de la salud y se plantea relevar la intermediación de las EPS, remplazándolas por un dispositivo de administración estatal, con fuertes controles sociales; las contrapropuestas de la oposición e incluso de algunos partidos de la coalición de gobierno se centran en sostener el régimen de intermediación de las EPS y en establecer nuevos controles a la gestión de las mismas.
En el orden técnico, la reforma presentada afronta lo que podríamos llamar el fantasma de la histórica crisis del Seguro Social, cuando colapsó la salud en modelo estatal por efectos de un sedimento burocratizado y corrupto que generó una gran desmoralización de lo público en su versión estatal centralizada. ¿Cómo no caer en un manejo clientelizado de la salud desde la gestión de un modelo público? También inquietan los tiempos y los mecanismos de transición cuando se observa que no es fácil poner a operar aspectos claves del actual sistema que están delegados en las EPS y se requeriría de unos acuerdos y metodologías muy precisas y articuladas. Es fácil entender que existan resistencias ante la posibilidad de que emerja un nuevo sistema para organizar y prestar el servicio; sin embargo, es necesario insistir en que no nos podemos quedar en miedos, porque una sociedad presa de temores y fantasmas no avanza.
Por otro lado, quienes hoy plantean mantener el régimen delegado a la gestión de las EPS aducen argumentos asociados a la necesidad de sostener la multiplicidad de opciones e incluso la dualidad de servicios entre lo público y lo privado, abogando por un sentido de libre juego, de transparencia y de agilidad en los servicios, sobre la base de resaltar el amplio nivel de aseguramiento del sistema actual. Así se defiende una oportunidad para “construir sobre lo construido”. El problema es que no se puede retorcer la experiencia de millones de ciudadanos que tienen carnet, aseguramiento, servicio asignado, pero que por décadas han sufrido el paseo de la muerte, las largas colas para acceder una cita o que tienen colección de remedios y tratamientos paliativos sin que el servicio funcione efectivamente, sin contar con los repetidos escándalos por el destino de los recursos de origen público que administran las EPS y el hecho constatado, de que han hecho poco, con los mil millonarios recursos que reciben sin generar bienestar y prevención social.
Los recurso públicos han cogido otros caminos, han dejado de contribuir al bienestar general en esta modalidad perversa de la ley 100 de 1993. Los entes territoriales han vivido la carga de asumir la atención primaria y la prevención sin recursos y la infraestructura en salud ha tenido limitantes en sus desarrollos, mientras el personal de la salud ha vivido situaciones de informalidad e indignidad. Esa es la herencia del sistema de intermediación de las EPS que siendo sinceros y apegados a la experiencia, nos deja gran malestar y sinsabor.
Es necesario recordar que las EPS manejan de forma delegada recursos públicos que no han sido bien administrados para el bienestar de la población y que en cambio sí se han lucrado, mediante las comisiones por intermediar los dineros de todas y todos los ciudadanos, sin que tengamos si quiera esperanza de tener un buen servicio, sí que menos de dar un salto hacia una perspectiva de trabajar social y comunitariamente por una vida saludable, basada en sembrar alternativas en el campo de los determinantes sociales de la salud.
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Ojalá que algunos de los partidos de la coalición de gobierno que ahora patinan ante el poder de los negocios de la salud, recapaciten y piensen en la experiencia de las ciudadanías usuarias de este sistema desmoralizado de salud
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Sin duda, no tenemos por qué volver ante este nuevo fracaso del modelo mercadocentrico despilfarrador e ineficiente a un modelo estadocentrico simple que tiene múltiples riegos; pero sí podemos arriesgar a construir un acuerdo sobre la vía sociocentrica y pública de gestión de la salud, fortaleciendo el manejo territorial descentralizado, con amplia participación ciudadana y control social.
Ojalá que algunos de los partidos de la coalición de gobierno que ahora patinan ante el poder de los negocios de la salud, recapaciten y piensen en la experiencia contemporánea de las ciudadanías usuarias de este sistema desmoralizado de salud y entiendan que tienen una responsabilidad en proveer una alternativa de cambio creativo y responsable que nos haga olvidar el camino tan indigno de vivir “asegurados”, pero llenando de tutelas las EPS para que reconozcan los derechos y presten un servicio por el cual les ha pagado el Estado con recursos de todos y todas.
En síntesis, es el momento de darle la oportunidad a un sistema de amplia participación ciudadana y control social en la construcción del bien público de la salud, que por supuesto va más allá de estar peleándole a las EPS un servicio, una atención, un medicamento. Ayudemos a doblar la página en favor de un modelo sociocentrico en salud y bienestar…