En general, la mayoría de quienes votaron a la Presidencia por Gustavo Petro, lo hicieron por su lenguaje florido y las promesas de un cambio estructural al modelo de desarrollo que, desde el Consenso de Washington, le impuso Estados Unidos al país como parte de la estrategia de utilizar el neoliberalismo para su recolonización económica. Al grito del Cambio se han generado grandes expectativas. Por otra parte, los que votaron en blanco, por otros candidatos o se abstuvieron, plantearon que Petro está atado a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –OCDE–, por la que votó en su calidad de senador y a la que defiende en los debates públicos, y que, además, había hecho acuerdos previos con los organismos multilaterales, por lo cual no podría realizar esa transformación prometida.
El Fondo Monetario Internacional –FMI– dio a conocer, el 14 de febrero de 2023, las conclusiones de su visita a Colombia, la cual es una intervención que hace cada año para monitorear básicamente si el país le puede cumplir a la banca multilateral y al sector financiero con el pago de la onerosa deuda externa, que en noviembre de 2022 cerró con más de 180 mil millones de dólares, el 52 % del PIB, lo que hace que el país sea inviable. Por eso es que el FMI obliga a Colombia a un recorte continuo de la inversión social. Pero además le revisa el cumplimiento de las políticas de privatización que le entregaron los derechos fundamentales y los renglones estratégicos de la economía a las transnacionales y al sector privado.
Según el FMI, “la aprobación de la reforma tributaria de 2022, el prudente Plan Financiero para el 2023, la reafirmación de la meta de inflación y el endurecimiento de la política monetaria son hechos especialmente destacables y coherentes… las políticas macroeconómicas del Gobierno de Gustavo Petro deben seguir en una postura contractiva… Avanzar con prudencia con reformas estructurales claves, junto con una continua estrategia robusta de comunicación, será esencial para impulsar la productividad, mejorar la inclusión y garantizar una transición gradual y bien secuenciada hacia una economía más verde y diversificada”, anotó la entidad.
El FMI le impone también otras tareas, disfrazadas de recomendaciones, entre las cuales se encuentran: Políticas macroeconómicas restrictivas para reducir decididamente la inflación; revisar los indicadores que muestran signos incipientes de que la economía empieza a enfriarse; el déficit en cuenta corriente –que refleja el aumento de la transferencia de utilidades al exterior–; la inflación objetivo a finales del 2024; el recorte del gasto del Gobierno central; tener reservas para cubrir el déficit de deterioro del sector financiero; conducir la economía a una transición necesaria hacia una senda de crecimiento más sostenible con un plan de transición energética y de diversificación de las exportaciones, y acometer reformas estructurales dentro de los marcos de políticas de Colombia.
Esta es la plana del FMI que está ejecutando su “aconductado” alumno Gustavo Petro, que equivale a lo mismo que ha llevado al país a su permanente crisis económica, exacerbada con las hambrunas que padecen millones de colombianos. Como decía María Leoncia Santodomingo, la periodista de CUAC, el famoso noticiero de Jaime Garzón: «Y el gringo ahí».