El sábado 18 de febrero, segundo día del Carnaval Barranquilla, se veía girar como un dínamo a Claudia Gurisatti, quien había viajado desde España a asistir a la gran fiesta barranquillera. Uno de los que se acercó fue el periodista Juan Diego Alvira, quien había dejado el Canal Caracol para incursionar en el mundo digital: cuatro meses atrás había aceptado la propuesta de Vicky Dávila para integrar su equipo en Semana TV con un suculento ingreso de $ 50 millones mensuales.
El sabía mejor que nadie que las cosas no iban bien. Los números en los portales son implacables y miden al instante la efectividad de la información, las visitas, las reproducciones de video, el alcance. La estrella de televisión Alvira no lograba pegar y las estadísticas lo mostraban. La presión en el portal era mayúscula dado su ingreso, una cifra récord para un periodista digital. Sin duda, sintió pasos de animal grande.
Muy seguramente desde que aterrizó en el Aereopuerto Ernesto Cortizzos, Alvira sabia que debía ir viendo opciones para regresar a la televisión, su hábitat natural del que nunca debió salir, ni dejarse tentar por una chequera en un mundo ajeno para él, aún en construcción, donde las estrellas no existen como sucede con un universo de 40 millones de televidentes potenciales. La oportunidad la vio clara, cuando se topó con Claudia Gurisatti, quien a pesar de estar en Madrid limitada al programa La Noche en el canal internacional NTN24 , sigue siendo una persona muy influyente especialmente con Carlos Julio Ardila uno de los dueños del canal, quien ha estado siempre al mando de este negocio familiar.
Es difícil un periodista tan bien acogido como ocurrió con Alvira en el Grupo Semana. No fue solo el inédito ingreso para el negocio digital sino las condiciones de trabajo, buscando que destellara, haciendo eco a su prestigio como uno de los rostros más reconocidos en pantalla. Encontró todo el espacio para crecerse en la sección de video de Semana, a pesar de ser el éste el fuerte de su directora Vicky Dávila. La estrategia era lograr crear una gran comunidad de seguidores y para ello tenía libertad a la hora de proponer temas, un productor para apoyarlo y un equipo de periodistas y de técnicos para acompañarlo en sus correrías por Bogotá. La expectativa era mayúscula.
Sin embargo los números no dieron. Ese boom que iba a significar su arribo a Semana nunca se dio. Nunca supo entender el cambio de la televisión a lo digital, los tiempos de trabajo, el formato. En un medio digital desconectarse del trabajo es muy complicado. La actualidad es un animal que respira, se mueve y cambia constantemente, no hay manera de estampillarlo como hace la televisión o la prensa escrita. Alvira, acostumbrado a batear de hit con las bases de llenas, abanicaba al aire. Frustrado quería irse y, por eso, cuando vio a Gurisatti en el concierto de Juan Luis Guerra, le tiró el lance: le propuso irse a RCN. Al regresar a Bogotá, Juan Diego Alvira tenía lista la renuncia. Las dos partes estaban de acuerdo.
Alvira llegó a Semana después de haber tenido roces con sus compañeros en el Canal Caracol por un ego que crecía de la mano de su éxito en el rating. Y el lo percibía. No se sentía cómodo, así que cuando apareció la propuesta de Gabriel Gilinski le llegó como anillo al dedo. Creyó, tal vez, que era un cambio de empleo y no de formato periodístico, como era el desafío. Debía reinventarse, pero no lo entendió.
Decidió continuar con los tiempos de la televisión que no corresponde a la velocidad vertiginosa del Online. Poco a poco el tren informativo lo embistió. Es otro ecosistema. En redes las estrellas no existen o al menos son efímeras. Nada perdura. Para subsistir hay que aprender a respirar debajo del agua, saber cambiar de piel. Usar ese término que se gastó tanto en la pandemia: reinventarse.
Claramente prefirió hacerse a un lado y regresar a la zona de confort que da la tierra conocida. El encuentro con Gurisatti resultó providencial y ahí estará Alvira de nuevo presentando las noticias y los Ardila apostándole a su talento para intentar lo que hasta ahora no ha logrado: morderle la cola al rating de Caracol, que le sigue siendo muy esquivo.