Jorge Iván Ospina y la maldición de ser caleño

Jorge Iván Ospina y la maldición de ser caleño

El alcalde menos popular del país es odiado en su ciudad. Acá una ciudadana grita su indignación contra un mandato fallido

Por: Cyrano Rincón
marzo 06, 2023
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Jorge Iván Ospina y la maldición de ser caleño

Según Paul Masson, escritor, filósofo y orientalista francés, “los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en lugares más altos son los que menos sirven”. De verdad que no se equivoca, porque entre mayores obligaciones tengan mayor es su negligencia e incompetencia. Eso mismo pienso de Jorge Iván Ospina, el burgomaestre de la capital valluna, que sin lugar a duda nunca hizo nada por la ciudad. Para consuelo nuestro, ya casi termina su gestión, esperando de esta forma —ojalá sea así— que no se vuelva a padecer otra desgracia como la de su gobierno.

Claro está, amigo lector, que todo depende de la ciudadanía. Si está no es consciente de su voto, no es de aterrarse que vuelva a votar por la corrupción. Es que realmente el alcalde viene dejando con su accionar una mancha bastante perceptible: la de enriquecerse con los impuestos de los incautos contribuyentes. Sin embargo, para los entes de control, aliados de su desfachatez, sus palpables faltas pasan de agache. No se pude justificar que a la fecha no haya una investigación seria, cuando las pruebas sobran.

Por ejemplo, Jorge Iván ha enriquecido a todos sus hermanos, acudiendo a una contratación indebida; quiere apoderarse de los recursos de EMCALI, bajo la premisa de que es el único que puede disponer de esos dineros; y, como si fuera poco, quiere dejar muy pronto su cargo, pero protegiendo financieramente a sus allegados. Más allá del nepotismo que demuestra, su comportamiento sobrepasa la ambición desmedida que jamás se vio en un funcionario caleño.

Cada vez que se lo cuestiona dice que sus malquerientes buscan enlodar su buen nombre, o que campañas electoreras acuden a la calumnia para llegar a sus posibles sufragantes. Siempre acude a la difamación, con tal de seguir tapando lo que todo el mundo sabe: que se viene aprovechando de las arcas de la municipalidad. La gente no es tan tonta como para no saber lo que ocurre en su despacho o en la oficina que tiene su hermano en Chipichape.

Cabe recordar que su enriquecimiento no es de hora, lo viene llevando a cabo desde cuando llegó a la alcaldía por primera vez. En ese entonces se lucró con las mega obras y con la remodelación del estadio. Ahora se inventa alumbrados fantasmas, conciertos virtuales y cuanto pueda sacarle al pueblo caleño. Su descaro no tiene límites, así que no se exagera al decir que es lo peor que ha padecido esta ciudad desde que el populismo la destruyó. Nadie que ha vivido aquí había visto tanto desorden como el de ahora, ni mucho menos el ímpetu que demuestra el señor Ospina a la hora de robar.

Solamente nos queda esperar, que pase esta gran desgracia y que como el ave Fénix podamos resurgir de las cenizas. La capital del Valle tiene mucho potencial para lograrlo, así que puede superar esta crisis administrativa. Se requiere de un gobierno serio, que responda a las necesidades de un mundo cambiante y que no sea amigo de la lumpenización de la ciudad. En otras palabras, Cali pide a gritos un alcalde competente y, por supuesto, honrado en todo el sentido de la palabra.

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