Los delincuentes colombianos podrían catalogarse como altamente competitivos. El abanico es amplio, las destrezas múltiples y la experiencia suma décadas. Las maldades que se pueden hacer con ayuda de la inteligencia artificial no aportan nada nuevo para el talento criollo, aunque de seguro les ayudará a mejorar el negocio.
A propósito del revolcón que están provocando los usos de algoritmos como el ChatGPT y otros que le emulan (inteligencia artifical generativa que le llaman), las preguntas principales que están sobre el tapete tienen que ver con toda la gama de impactos positivos que pueden tener sobre la salud, la educación, la vida de las empresas y la creación de nuevas ocupaciones, aunque, también, con aspectos trágicos: la destrucción de empleos actuales y el sinnúmero de delitos cuya comisión puede dispararse mediante el uso de la IA generativa. Van unas pocas reflexiones sobre el uso perverso de la IA y las habilidades criollas.
El ingenio de los delincuentes nacionales es sobresaliente y diverso. Baste recordar, hace 30 años, la existencia de una fábrica de submarinos en Facatativá para el transporte del polvillo maldito y el sinnúmero de creativas estrategias y actividades en la cadena de suministro, entonces y hoy, que permiten colocar en los mercados internacionales centenares de toneladas métricas de cocaína. Productores y exportadores exitosos, lanzados, innovadores. Sin IA.
O, por qué no incluirlas, las dinastías políticas tan prósperas durante décadas, que siempre logran cuadrar, con creces, la ecuación de los enormes costos de las campañas del Congreso, las gobernaciones y las alcaldías mediante puestos y jugosos contratos, sean alimentos escolares o vías públicas, que dejan amplios réditos económicos y de poder político. Y con magia: nunca caen. La IA no les da un brinco.
Y lo de todos los días, en todos los sabores: el robo de los recursos públicos a cargo de ciudadanos ingeniosos. ¿Qué tal el talento del señor Tapias, apenas uno entre muchos, para colarse, después del atraco a Bogotá hace más de diez años, en el proyecto de conectividad de internet impulsado por MinTic?
La lista es larga. Talento para la corrupción es lo que sobra.
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Al mirar la lista de delitos que pueden cometerse en pequeña y gran escala con el apoyo de la inteligencia artificial puede apreciarse que no trae nada nuevo al bandidaje nacional
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Al mirar la lista de delitos que pueden cometerse en pequeña y gran escala con el apoyo de la inteligencia artificial (IA), especialmente la llamada generativa (como el caso del ChatGPT), puede apreciarse que la IA no trae nada nuevo al bandidaje nacional. Veamos algunos de los delitos que se facilitan con apoyo de la IA y cotejemos con la experticia local:
- Creación de noticias falsas o engañosas, incluyendo propaganda política falsa, creación de perfiles falsos: Contamos con verdaderos expertos. ¿Qué tal el gerente de la campaña del No hace seis años, que con gran éxito montó el mercadeo político sobre el objetivo de “sacar a votar a la gente emberracada”? ¿Ya nos hemos olvidado del famoso hacker colombiano Sepúlveda, que con los medios técnicos de la época manipulaba redes sociales, instalaba software maligno para favorecer campañas políticas? ¿O la campaña de hace unos meses, cuando a veces “había que correr la cerca de la ética”, en palabras de un honorable cónsul de hoy?
- Fraude financiero (los modelos generativos pueden llevarnos a suministrar información confidencial sin que nos percatemos del origen ilícito de mails impecables o mensajes en nuestro whastapp), incluyendo el conocido “phishing”. Esto en lo pequeño. En una mayor escala, ¿qué tal el hombre de las pirámides DMG, David Murcia Guzmán y tantos otros de dedo parado que sin necesidad de acudir a la IA robaron considerable plata a ingenuos inversionistas?
- Creación de contenido para incitar a la violencia. Talento sobra, a la derecha, a la izquierda. Muchos más de los 60 años de los que habla el Centro de Memoria Histórica. No se requiere acudir a la IA; estamos impregnados de la cultura de aniquilamiento otro.
La lista de crímenes parece ingenua en términos colombianos. Si la sociedad fuera previsiva, también podría utilizar la inteligencia artificial para pescar a los ladrones. El problema es que están en todas partes, conforman verdaderas redes y cuentan con un banderazo ideal: impunidad.
