Este 27 de enero se realizó en la Universidad del Tolima la presentación de Renzo García y Camilo Delgado como precandidatos al primer cargo del municipio en representación de las fuerzas progresistas de Ibagué.
Algunos asistimos a dicho evento con el convencimiento de que presenciaríamos un bien argumentado debate, pues no otra cosa hacía presagiar la calidad de estos aspirantes, poseedores ambos de las condiciones académicas, profesionales y políticas suficientes para lucirse, como bien lo demostraron en esta ocasión.
Sin embargo, no hubo tal debate. Y no lo hubo porque lo que dejaron traslucir estos aspirantes fue una afinidad tal que no les permite presentarse como alternativas excluyentes, que es lo que justificaría una consulta sobre sus nombres a las bases partidarias.
Ahora bien, ¿a cuáles bases partidarias?, ¿a las del Partido Liberal, del cual Camilo Delgado se confiesa parte?, ¿a las del Partido Verde, por las cuales Renzo García llegó a la Asamblea Departamental?, ¿a las bases del Pacto Histórico, que hoy carecen de una dirección orgánica regional que pueda convocarlas, y sí padecen, en cambio, de una acefalia que se agudizó con la derrota electoral que en la pasada elección a la Cámara sufrieron en su seno los Guillermo Alfonso, los Marco Tulio y los Nayive?
Personalmente, quedaría encantado con que alguno de los dos fuera el candidato del Pacto Histórico, y mucho más si lo fuera Renzo. Al fin de cuentas, es bajo las banderas del pacto que estos dos aspirantes buscan arropar su merecida pretensión de ser burgomaestres. Hay, sin embargo, un interrogante que necesita resolverse antes: ¿quién o quiénes son los llamados a tomar esta decisión?
Esta es una pregunta de urgente respuesta, ya que los mecanismos de escogencia de candidatos, los perfiles que deben cumplir quienes aspiren a serlo, las propuestas programáticas, las gerencias de campaña y la forma como estas se financien, entre otros aspectos, tienen que ser decididos en instancias partidarias que cuenten con plenas facultadas para hacerlo. Y hacerlo no solo respecto de la Alcaldía de Ibagué, sino también de la Gobernación, la Asamblea y el Concejo y orientar lo pertinente respecto del resto del Tolima.
En mi modesta opinión, le corresponde a Martha Alfonso, dada su condición de representante a la Cámara, asumir el liderazgo conducente a la conformación de dicha instancia directiva y hacerlo a la mayor brevedad. La tarea es inmensa: necesitamos la transformación política de todo nuestro departamento y ello implica tener las mayores bancadas en la asamblea y los concejos y un buen número de alcaldes haciéndole coro al gobernador que, si nos esmeramos, puede ser del pacto.
Profe, ¿se le mide?