Para no discutir sobre la naturaleza de ese grupo o lo que significa ‘Paz’, precisemos que lo que se busca es un acuerdo para que dejen las armas.
¿Qué enfrentamos como contexto?
Sirve la comparación con antecedentes como los procesos con el M-19 y las Farc.
El M-19 nunca fue una propuesta ‘comunista’, revolucionaria o ‘de izquierda’: Rojas además de formación militar era conservador; la Anapo y la Nena Rojas mantuvieron esa línea bajo la forma y estrategia populista; su ideólogo Toledo Plata era doctrinario de derecha; ninguna idea de cuestionar la propiedad privada o la de estatizar los medios de producción o de expropiaciones fue siquiera mencionado. Nació para protestar por el robo de las elecciones y se amplió a la protesta por las mecánicas de la política y pidiendo unas reformas sociales, pero nunca debatió la vigencia del capitalismo o el régimen democrático.
La estrategia del ‘establecimiento’ de evitar que surgiera una corriente política de izquierda o siquiera ‘progresista’ asignándole el tinte de peligrosa por comunista estigmatizó con esa falsa naturaleza al M-19 obligándolo a acudir a las armas para buscar cambios. Con el fin de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín desapareció el ‘coco’ del comunismo, y solo la situación personal (amnistía, indultos) pero nada programático o ideológico se debió negociar.
La ideología de las Farc sí era ‘marxista’, asesorada por Jacobo Arenas, había sido apoyada por la Unión Soviética con objetivos y programas que perdían vigencia, y por eso su situación era más complicada, aunque estaban en diálogos para acordar un ‘aterrizaje suave’. Sin embargo se ordenó y ejecutó el bombardeo al Secretariado el mismo día de las elecciones para la entonces llamada ‘Constituyente de la Paz’, dejándoles como opciones la rendición incondicional o el mantener la guerra ya con el único propósito de sobrevivir.
Excluida la idea de un cambio de sistema, la Farc por su origen se concretó en la reivindicación de la Reforma Agraria como único interés y propuesta. Santos entendió que con darles eso (con el ‘Rural Integral’) lo único a negociar era la situación personal que les quedaba y estuvo más que dispuesto a las concesiones que fueran necesarias.
En lo político las aspiraciones del M-19 se satisficieron con la Constituyente (el ‘sancocho’ que pedía Jaime Bateman ) y las de las Farc con la Reforma Rural Integral; y cuanto a los actores para los unos con la Amnistía y para los otros con la delegación en un organismo ‘neutral’ – la JEP- esa responsabilidad y función.
La Pregunta es: ¿A qué aspiraría o cuál sería el elemento que daría satisfacción al ELN?
Esa agrupación no tiene la misma visión que el gobierno sobre unas ‘conversaciones para un acuerdo de paz’. Sus voceros están autorizados a ‘explorar’, pero la decisión final solo la tomaría el órgano colectivo de lo que en la práctica es una federación sin jerarquías verticales. Mientras el tiempo para el Gobierno lo marcan primero las elecciones que vienen (ya que en función de ellas se definirá la gobernanza -o sea la actitud de los elementos de la alianza parlamentaria-, y un plazo después cuasi final con las presidenciales), para el ELN son los avances que se logren lo que define su cronograma.
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Para el Gobierno, el tiempo lo marca las elecciones que vienen, para el ELN son los avances que se logren lo que define su cronograma
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Quien habla por ellos, Antonio García, es un curtido belicista y la posición negociadora es totalmente clara: “no estamos en una negociación como la de las Farc bajo la regla de ‘nada está acordado hasta que todo esté acordado’, sino por el contrario ‘primero acuerdos o avances parciales que se cumplan y después sí la dejación de armas’”.
Así lo entiende Petro y desde dentro de esta lógica lo intenta manejar en el caso de la ‘tregua multilateral’ donde lo que se está dando es un proceso en el cual hay un principio de acuerdo para buscar ese resultado y lo que se discute -los protocolos- es el camino para ello. Pero –como con casi todos los temas- tiene dos grandes dificultades: una el vencer tanto la desinformación como la acción de la oposición que no permiten entender ni sus propuestas ni la lógica que las acompañan*. Otra las inherentes a su ejecución (presupuesto, trámite legislativo, diseño y montaje de mecanismos para adelantarlo).
* En el petróleo no se propone acabar la exportación, ni la extracción, ni la exploración, sino la expedición de nuevas concesiones. En el caso de las EPS no se proponen cambios por o al funcionamiento de las prestadoras de servicios (IPS’, clínicas, hospitales) sino por y a las fallas y sobrecostos de la estructura y manejo financiero.