“A río revuelto, ganancia de pescador” es un viejo refrán que siempre se ha utilizado para insinuar que en un medio enrarecido, sucio o poco claro se pueden obtener todo tipo de beneficios, por lo general tramposos, violentos o indecentes. Dicho concepto es el espejo de la situación que vive Colombia con la instauración del primer gobierno progresista.
A este se le viene atacando y señalando de ser el directo responsable y culpable de todos los males que sufre y padece el país, a pesar de que la mayoría de ellos son producto y resultado de los pésimos, perversos y malosos manejos de gobiernos y gobernantes anteriores. Inicialmente fueron provenientes de los partidos tradicionales, Liberal y Conservador. Posteriormente, de las agrupaciones políticas que surgieron a través de los cambios que propició la Constitución de 1991.
Finalmente, de las que se crearon más recientement. Muchas de ellas auspiciadas, proyectadas y financiadas por una dirigencia éticamente corrompida desde hace tiempo ante sus propias ansias inmorales de querer apropiarse del erario. Además, caracterizada por sus tratos y componendas con las mafias del contrabando y del narcotráfico. Sin embargo, esta verdad no quiere mimetizar los errores y las equivocaciones que está cometiendo el actual mandatario.
Por esto molesta e irrita la asentada costumbre y cultura de usar y aprovecharse de la débil memoria nacional para enervar los ánimos de unas sociedades prestas a matar al contrincante, enemigo u opositor para comer inmediatamente del cadáver aún caliente. Con este comportamiento se da a entender y demostrar que lo que jamás ha funcionado ni se ha puesto nunca en práctica ha sido pensar, creer y propender en realizar esfuerzos personales o comunitarios concentrados en elevar el nivel y el espíritu político y social de este sufrido país.
Lo único que claramente funciona aquí son los intereses económicos a título individual. Lo anterior al punto de que se puede destruir todo el aparato productivo local, industrial y comercial a partir de venderle el alma a los interesados externos. Estos por lo general son conglomerados y corporaciones extranjeras que han hecho de nuestro país su coto de caza al toparse con personajes sin principios y siempre dispuestos a enriquecerse personalmente a costillas de los demás.