Essmar, la empresa que maneja el acueducto en Santa Marta, se ha convertido en todo un fortín para los hambrientos políticos nacionales.
El primero que la usó como fortín político fue Iván Duque, para favorecer a sus amigos políticos en el Magdalena.
Ahora lo hace Gustavo Petro, quien en lugar de regresarla a la Alcaldía de Santa Marta, como lo prometió en campaña, dejó que siguiera intervenida.
Algunos dicen que se le abrieron las agallas o que lo engañaron con la argucia de que su votación en el Magdalena había sido por su figura y por la influencia del Pacto Histórico en ese departamento (que nunca se sintió hasta entonces), pero no por ninguna otra fuerza política, ni siquiera por la que lleva tres periodos derrotando a las familias o clanes que siempre gobernaron en la Alcaldía de Santa Marta y en la Gobernación del Magdalena.
Ahora es él quien actúa como el supuesto archienemigo de los gobiernos progresistas o también llamados de izquierda. Petro, con esas acciones, da a entender que se derechizó.
Cuando el río suena es porque trae piedras y lo que se ha venido rumoreando cada vez más se erige como una verdad absoluta, cual es que Petro no le devolvió a la alcaldía la empresa Essmar, sino a EPM de Medellín, pensando en poner gobernador y alcaldes de su partido político en este departamento.
Es decir, salió más político que los anteriores que tanto criticó. O está jugando a ser un político progresista con ideas de derecha e izquierda, para que lo inmortalicen y recuerden después como “el ambidiestro de la política”.
De todas maneras, no es justo que los samarios tengamos que resultar de nuevo como los más afectados por esos juegos de poderes de los políticos ahora nacionales, que en campañas prometen una cosa y cuando son elegidos se comportan como los de siempre o sus enemigos políticos.
Y es que por estarse peleando esa empresa para convertirla en fortín político, se han olvidado de su servicio y sus usuarios. Los hechos lo demuestran, pues ni con Duque el servicio del acueducto y alcantarillado mejoró, como tampoco lo ha hecho con Petro.
Lo que demuestra que no les importa una remolacha el servicio ni la salud del agua de Santa Marta, porque para ellos no es ese su interés, sino el de utilizar a la empresa como el fortín político que necesitan.
Y todo a costilla de una empresa que los últimos tres gobiernos de Fuerza Ciudadana crearon, luego de que se la quitaron a los españoles y a los cuales, los antiguos gobernantes de la ciudad, de las mismas familias y clanes de siempre, se la entregaron en concesión por más de 40 años.
Es el agua potable, potable entre comillas, que llega a las casas en Santa Marta, después de cuatro y hasta cinco días sin llegar. Y en una semana, el líquido solo se le suministra a los usuarios durante dos o tres días y es muy sucia e impotable.
Es decir que al mes las viviendas solo reciben ocho o 12 doce de esta agua potable entre comillas, pero se las cobran como un buen servicio completo o como si se las hubieran suministrado todos los días y con una muy buena calidad.
Petro se derechizó y hace lo mismo que hizo Duque con Santa Marta: hacer política con la precaria agua de mala calidad que pagan los samarios.