Una de las grandes dificultades de la educación en Colombia es su escasa eficiencia. Es decir, su rendimiento en términos administrativos, pedagógicos y de resultados prácticos. Se trata de optimizar los dineros invertidos, llegar a una cobertura máxima, mejorar el bienestar de estudiantes, comunidades educativas y sociedad. Con este propósito, la inversión en educación no puede ser pensada como un gasto, sino, una gran inversión. Por ello, el Ministerio Nacional de Educación tiene que articularse a otros ministerios como cultura, deportes, salud, tic o ambiente.
La gran escasez de positividad de la educación o de falta de abundancia educativa contribuye a no superar con mayor celeridad las dificultades sociales como la pobreza, el desempleo, el conflicto armado o la poca competitividad global del país. Es necesario masificar la educación en el territorio para hacerla accesible o al alcance de todos, hacerla adaptable para que responda al interés de los niños, hacerla aceptable en calidad y pertinencia, hacerla asequible para que se ofrezca en cantidad suficiente por diferentes vías y por último que responda a lo ancestral, es decir que responda a modelos propios y a cierta endogenización cultural.
En este sentido, si el gobierno nacional habla de paz total, debería hablar de educación total en la perspectiva de hacer posible las 5Aes anteriores, que claramente mejoran la economía de la educación o eficiencia en la que puede pensarse un modelo para fortalecer integralmente una educación de eficiente calidad, asimilable a una educación positiva entendida como una educación que le ayuda al sujeto a potenciar sus capacidades, talentos e inteligencias que le permiten tener realizaciones humanas, ascenso social y vida digna. Por ello, en los diálogos regionales que tienen carácter vinculante estamos proponiendo cuatro asuntos que van en la dirección de la economía de la educación.
1. Una gran constituyente educativa que permita analizar si los contenidos curriculares, grados escolares y asignaturas actuales son adecuadas o se requieren nuevas materias como música o diseño. Una constituyente, además de la amplia participación es una oportunidad de modernizar el sistema educativo en normatividad, alcances y demandas.
2. Construir un sistema de incentivos salariares y formativos para la evaluación docente, directivos docentes y personal administrativo que permita dignificar y valorar los aportes, renovando periódicamente las competencia y méritos laborales.
3. Ante el crecimiento de los conflictos escolares, posibilitar la construcción de centros de apoyo académicos y psicosociales que le apunten a disminuir la deserción, mejorar los desempeños académicos, dar buen uso al tiempo libre y mitigar la afectación en salud mental de docentes, estudiantes y familias.
4. Establecer centros nodales de desarrollo educativo que tengan como objetivo agrupar en la ciudad y el país colegios por énfasis a modo de ejemplo, en emprendimiento, ciencias, tecnología, deportes o en cultura, implicará focalizar el talento humano y renovar las vocaciones de las instituciones educativas para orientarlas a la demanda-oferta del siglo XXI.
En estos y otros desafíos hay que caminar, la educación es el gran motor de desarrollo de la sociedad para movilizar la paz, ser competitivos y modernizar el país. Por ello, abrir las instituciones para que se discutan estas temáticas es ampliar la educación y abrazar una economía educativa como solución o como oportunidad funcional.
