Los relojes y la Paz Total
Opinión

Los relojes y la Paz Total

Es necesario aclarar la agenda concertada y pública sobre cada uno de los delicados procesos que podrían conducir a un escenario de Paz Total

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enero 20, 2023
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Milenariamente, estudiosos de la filosofía y contemporáneamente de las ciencias sociales y humanas (Aristóteles, San Agustín, Heidegger) nos han invitado a reflexionar sobre la diversidad de los tiempos en la experiencia humana, sobre su incidencia en la definición de las identidades y la organización social. Nos recuerda la lectura de los autores más clásicos que, desde el punto de vista de la reflexión sobre el devenir del poder, hacer una comunidad política, una nación, una ciudad, un territorio común, entre otros posibles espacios de vida compartida, implica conectar las diversas percepciones y funcionalidades del tiempo.

Existen subculturas o grupos de vida que se configuran en franca oposición de tiempos: hay quienes habitan ritmos y medidas temporales milenarias; hay quienes están poseídos por el afán de los relojes, hay quienes organizan su cotidianidad a partir del invento del calendario, hay quienes habitan los horarios pasados a la manera de anticuarios y los hay que solo se ven en el espejo de las épocas futuras; sin embargo, los modos de organizar la vida personal y colectiva tiene como supuesto existencial, como condición de posibilidad, la integración razonable de los tiempos. Es decir, no hay un solo tiempo, son plurales, tantos como las identidades existentes; no obstante, en cada momento histórico se busca establecer articulación de esos tiempos diversos, en un horizonte común que logre gestar historias compartidas. Habita en esa posibilidad de convergencia en coyunturas comunes una dimensión de la política, asociada con la emergencia y negociación de las tensiones y fracturas sociales y civilizatorias; en ese horizonte, hacer conciencia de los tiempos, de sus tensiones y manejos, es fundamental para avanzar en la tramitación de los conflictos contemporáneos.

Hay la impresión, a propósito de los esfuerzos políticos que buscan movilizar una concreción de Paz Total, que el primer asunto transversal que hay que aclarar y movilizar son los tiempos de esas agendas; articular todos los frentes que se van abriendo requiere caracterizar los diversos espacios y los ritmos adecuados para hacer converger procesos diversos en un designio superior enunciado como el derecho a la paz de los colombianos. Permítanme solamente llevarlos por un ejemplo asociado con la mesa de paz instalada entre el ELN y el gobierno nacional que ha sido objeto reciente de múltiples expectativas y debates entre la opinión pública.

Inició esta semana, con presencia de los diversos actores y acompañantes de la mesa en Caracas, la Caravana Humanitaria en Cali y el Pacífico colombiano; la institucionalidad y la insurgencia lo anunciaron en principio como el inicio de los alivios humanitarios; los medios de comunicación lo recepcionaron como una posible respuesta al anunciado cese al fuego bilateral;  las comunidades de recibo en Cali, Dagua y Buenaventura, especialmente indígenas, campesinos y afros, procedentes de los ríos San Juan y Bajo Calima, han esperado las visitas con alivios y con salidas concretas a su situación de desgaste y de apremiante búsqueda de respuestas vitales; en terreno los actores de la caravana han acotado enseguida que este primer momento implica simplemente un espacio de escucha, porque los acuerdos aún no se concretan en la mesa de Caracas; los medios masivos mientras tanto presionan más aun los gestos y las acciones precisas; mientras eso pasa el conflicto en las veredas y barrios sigue arreciando, con la gasolina de la coca, las armas, las balaceras, los controles y constreñimientos sobre diversas territorialidades.

Hay sin duda, poniendo de presente ese breve ejemplo, una necesidad de aclarar la agenda concertada y pública sobre cada uno de los delicados procesos que podrían conducir a un escenario de Paz Total.

Con aquellos actores que se van a vincular al propósito común de la paz, a partir del sometimiento a la justicia, es necesario aclarar la especificidad de esa ruta y definir una agenda que involucra transformar sus acciones armadas, sus prácticas delictivas, la relación con sus bases de apoyo, que sin duda las tienen, para transitar hacia un escenario viable que genere confianza; en ese mismo esfuerzo el gobierno también debe alinderar en el tiempo las condiciones para que el conjunto del Estado actúe desde la misma letra y en la misma página.

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En el caso del ELN, sus escenarios en Caracas y las implicaciones de esos diálogos en los territorios, tendrían que atemperarse más los buenos propósitos con el manejo de la diversidad de tiempos

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Volviendo al caso del ELN, sus escenarios en Caracas y las implicaciones de esos diálogos en los territorios, tendrían entonces que atemperarse más los buenos propósitos con el manejo de la diversidad de tiempos; y eso sólo puede suceder si se acercan las partes en la definición de unos ritmos plausibles, en los cuales puedan concretarse hechos, avances, resultados de país. Por ejemplo, es clave que se entienda la necesidad de morigerar los efectos de la confrontación con un cese al fuego bilateral y en eso es entendible que el gobierno agilice el reloj; sin embargo, no se logrará si no se le da un término a la discusión y a las metodologías de implementación, porque pasando la tensión en curso por los anuncios unilaterales del gobierno, se corre el riesgo de que incluso en agendas en que las partes de la mesa estén de acuerdo, otros actores de la sociedad y de la institucionalidad no estén sintonizados con ellas, porque sus ritmos y necesidades son otras (pensemos solo un momento en las ansiedades de las comunidades Wounaan y afrodescendientes confinadas y en su mayoría desplazadas en albergues en Dagua y en el Coliseo, el Matía Mulumba y R4 de Buenaventura)

También es necesario considerar los tiempos respecto a la agenda de negociación más sustantiva: lo energético, lo ambiental, la tierra, la reparación a las víctimas, la justicia territorial, la paz urbana, son asuntos que no deberían ser abordados en un ritmo lineal; podría ser en equipos simultáneos, para que por lo menos en un primer momento se puedan armonizar los primeros acuerdos con previsiones del nuevo plan de desarrollo, pues en el corto plazo ese plan es una herramienta de avance; no implica que ahí se agote toda la discusión sustantiva, pero algunos acuerdos de corto plazo podrían favorecer los avances a más a mediano y largo plazo.

En síntesis, respecto a la Paz Total, es clave hacer un mapa de los tiempos diversos que están en juego y tratar de armonizarlos para que no nos pase que la suma de desencuentros temporales nos siga manteniendo en canales distintos: algunos en el anticuario pasado, otros en las angustias de un presente tenebroso, y unos pocos pegados de un ideal futurista, pero lejano, por la tozudez de los hechos violentos del día a día. Quizás en todo esto lo estratégico se traduce en lo que se haga hoy para que haya un mañana.

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