El corregimiento de Conejo, conocido por acoger el proceso de paz con las FARC en la región Caribe, es alegre y de gente amable. A pesar de estar rodeado de manantiales y ser cobijado por la Serranía del Perijá, tiene problemas con el agua potable, la cual ya no es suficiente para todos sus habitantes. Lo anterior, especialmente en tiempo de verano, genera una situación caótica.
Conejo tiene un acueducto con capacidad de tres mil litros, el cual es surtido por el manantial de la vereda Las Colonias (en la Serranía del Perijá). Sin embargo, esa cantidad no es suficiente para abastecer a los más de tres mil quinientos habitantes, los cuales están distribuidos divididos en siete sectores o barrios. Además, el suministro es inestable para quienes residen en los lugares más altos, esto debido a que el acueducto está dañado y las crecientes del río Masteban —afectado por la explotación minera— lo llena de lodo, dejando menos capacidad para el agua. A eso hay que agregar que las tuberías son viejas y están deterioradas, por lo que se tapan con frecuencia.
La situación es tal que la gente de barrios como Cristo Rey y Brisas del Guatapurí han pasado hasta tres meses sin agua. Fuera de las consecuencias ya conocidas, la situación representa un gasto más para la economía de las familias, las cuales tienen que ingeniárselas para conseguir diariamente el agua para su consumo, llegando incluso a pagar por el traslado de canecas que recogen agua en otros sectores donde llega el líquido con mayor frecuencia. Maira García, una habitante de Conejo afectada, asegura: “Yo me voy a donde mi mamá que vive en Manantialito para poder lavar, porque aquí no me llega agua, ya van casi cuatro meses y eso es difícil. Toca comprar el agua de beber y son dos mil pesos diarios. Al mismo tiempo, para llenar los tanques del baño me toca pagar un viaje que me cuesta $25.000, y así poder llenar y tener agua para el aseo de nosotros y la casa”.
Es tal la situación que en los barrios menos afectados el agua llega solo llega en cantidades mínimas. De allí que los habitantes de Conejo opten por usar motobomba para poder recoger agua en los tanques y ahorrar lo más que se pueda. Juan Contreras cuenta que anteriormente la gente del pueblo buscaba agua en los manantiales más cercanos, pero que actualmente les ha tocado volver a la tradición por la necesidad. "Nos toca ir al manantial el Pérez o el río Masteban, que son los más cercanos, o también al río de la entrada del pueblo, pero este último se seca apenas entra el verano y quedamos secos. No sé cómo haremos porque se están construyendo más casas y cada vez hay más gente”.