No se necesita ser un mago ni tener una bola de cristal para saber que estos tres elementos van a marcar la agenda política en el 2023, con la circunstancia especial de la situación económica nacional: inflación 13,12% en el 2022, crecimiento por debajo del 2.0% y desempleo por encima del 10% (factores que determinarán la coyuntura económica, política y social durante todo el año con las respectivas consecuencias para el desarrollo del Pacto Histórico).
Sobre todo, van a incidir los resultados de la paz total, es decir, el desarrollo de la tregua bilateral con el ELN y con las disidencias de las FARC, y los avances con el sometimiento o acatamiento de los grupos del Clan del Golfo y otras estructuras armadas del narcotráfico, hoy en manos de los carteles internacionales.
Además, se van a decantar los contenidos de las reformas de salud, educación, trabajo, pensiones y política, que serán la hoja de ruta para enfrentar las elecciones de octubre con un muestrario de realizaciones que puedan cautivar la opinión democrática, los sectores más desprotegidos, así como los micro, pequeños y medianos empresarios (tenderos y manufacturas textiles) para la motivación en la participación electoral.
Obviamente grandes empresarios, banqueros y terratenientes y sus agentes políticos, no van a descansar ni un minuto preparándose desde ya con sus estrategias electorales incluidos los medios de comunicación a su servicio; con la Fiscalía y la Procuraduría poniéndole palos a la rueda del gobierno progresista para tratar de recuperar las principales capitales del país perdidas en las pasadas elecciones.
En estas condiciones, si el gobierno del Pacto no estructura una estrategia de comunicaciones en la televisión, la radio y en las redes sociales, pues le va a quedar muy difícil mostrar los resultados significativos que ha obtenido durante estos tres primeros meses y seguramente los que va a obtener para la batalla electoral de octubre.
Los últimos hechos presentados en Brasil, Perú y Chile están diciendo con claridad meridiana para dónde va la ultraderecha fascista en el continente latinoamericano aupada por las multinacionales y por el imperialismo norteamericano, por lo cual el gobierno del Pacto Histórico y los sectores democráticos tienen que tomar nota y actuar en consecuencia.
Y es precisamente aquí, en esta situación, cuando resalta con claridad la necesidad impostergable de la unidad de los sectores de izquierda para poder concretar la unidad mucho más amplia y profunda de las mayorías en el Gran Frente Amplio Democrático y Popular.
En este sentido es necesario empezar desde ya a organizar un encuentro nacional de las izquierdas del país a partir de los encuentros regionales que estudien la situación política, económica y social y propongan la consigna, la metodología, y la unidad para la participación en las elecciones de octubre.
Hay que entender que las izquierdas son las que tienen la visión política, el programa, y la experiencia para organizar, movilizar y dirigir a las mayorías en defensa del gobierno popular; no podemos quedarnos esperando la orientación desde el llamado “centro político” de las corrientes acomodaticias y vacilantes que no les importa sino los contratos y la defensa del actual estado de cosas.
Tenemos que ponernos de acuerdo para entroncarnos en la movilización de masas y en la campaña electoral de octubre, participando con candidatos propios y sobresalientes, con posibilidades reales de ocupar posiciones en los concejos municipales y en las asambleas departamentales, además de incidir significativamente en el frente amplio para elegir alcaldes y gobernadores progresistas, que le abran camino a la implementación del plan nacional de desarrollo y a los programas de los gobierno locales y regionales.
Por eso sería lo ideal un encuentro nacional de las izquierdas para antes de la apertura del Congreso, con el fin de notificarles a los representantes y senadores sobre el contenido de los proyectos de ley para las reformas estructurales que se vienen sobre salud, educación, trabajo y pensiones, y para trazar las orientaciones unitarias hacia las elecciones de octubre.
Este año va a ser decisivo y va a estar definido en gran medida por la claridad programática, la unidad política y la movilización popular de las izquierdas sin las cuales el proyecto político del Pacto Histórico esta propenso a terminar sin solución de continuidad.
Ha llegado la hora de los hornos y no ha de verse más que la luz; solo un movimiento unitario, con claridad política y programática podrá dirigir los procesos de los cambios estructurales hacia una paz democrática con justicia social.
Por eso hay que pensar en grande y con proyección a largo plazo para la renovación democrática, en el sentido de aplicar la fórmula de frente amplio para alcaldes y gobernadores y pacto histórico para concejos municipales y a asambleas departamentales.
Y mucho más si tenemos en cuenta que, como todo parece indicar, para alcaldías y gobernaciones los avales del pacto vienen ya acordados desde Bogotá. Por lo tanto, en Medellín, Bello, Itagüí y Envigado, el pacto debe poner todo su interés y preocupación en las listas para concejo y para asamblea, con acuerdos democráticos sobre lo fundamental y compromisos de espacios en las relaciones de poder local y regional, para la implementación de las reformas, las veedurías ciudadanas, y para el impulso a la organización popular.
Tenemos que tener en cuenta que sin poder local y regional el Pacto Histórico no tiene futuro en el horizonte político. De ahí la importancia decisiva de la unidad de las izquierdas y del frente amplio en las elecciones de octubre.
