Cuentan quienes lo conocen que el argentino Daniel Mordzinski tiene la capacidad de hacerse casi que invisible, de pasar completamente desapercibido sin sentirse. Se trata de un hombre delgado, alto y generalmente vestido de negro quien ha dedicado su vida entera a fotografiar escritores de la talla de Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa o Mario Benedetti por nombrar algunos. Su aventura empezó a los 18 años cuando era asistente en el documental Borges para millones y ahí tuvo la oportunidad de fotografiar al autor de El Libro de Arena. “Él ha sido el que más me impresionó, no solo porque era el primero sino porque era él” Comentó el fotógrafo en alguna ocasión.
De su fotografía sobresale la capacidad que tiene para mostrar a los escritores en maneras poco cotidianas. Suelen estar en la cama, en la bañera, en su estudio, frente a alguna ventana o en cualquier otro lugar en dónde la química entre el fotógrafo y el modelo así lo permitan. Mordzinski prefiere las casas de los escritores para fotografiarlos y ahí empieza su proceso de desestabilización a estos. Les pide un café, luego charla con ellos y cuando empiezan a preguntarle que si cuándo les va a tomar la foto ya les ha tomado hasta una docena sin que se percaten, aunque a veces no hace ninguna imagen en la primera oportunidad sino que se queda charlando. Ha trabajado la mayor parte de su carrera con cámara análoga pero prefiere lo digital porque según cuenta le da mucha más libertad. “Mi metodología consiste en la falta de metodología. No se puede fotografiar igual a García Márquez que a Corín Tellado”.
La atracción por la imagen proviene desde que tenía ocho años, cuando el pequeño Daniel estaba en una función de Batman y Robin. Al entrar con su padre les dan dos números para que participen en la rifa de una cámara fotográfica y cuando el payaso anuncia que el ganador es el número siete, el padre de Daniel solamente encuentra el seis ante lo cual el joven insiste que el premio es suyo porque nadie más sale a reclamarlo con el desaparecido número. Sin embargo, el payaso relegado a las reglas vuelve a hacer el sorteo y esta vez a Daniel le toca ver cómo otro niño se lleva lo que consideraba suyo por derecho.
A los 20 años se encuentra en París. Está próximo a inaugurar una de sus primeras exposiciones en su carrera y Daniel decide que hay alguien que no puede faltar. Dejando a un lado la timidez se sumerge a bucear entre los miles de nombres del directorio parisino para encontrar uno solo: Julio Cortázar. Impensable era que el contacto del escritor iba a estar ahí al alcance de cualquiera y no menos difícil de imaginar era que al otro día éste iba a hacer presencia en la mencionada exposición luego de un mensaje en la contestadora dónde Mordzinski le decía que no era nadie, no conocía a nadie y que simplemente le gustaría tenerlo en su primera exposición de fotografía.
En 2013 tuvo que vivir la experiencia más dura para cualquier artista; la destrucción de su obra. Mordzinski guardaba en su despacho en la redacción del diario parisino Le Monde, cualquier cantidad de negativos producto de toda una vida entregada a la fotografía. Personajes como José Saramago, Octavio Paz o Ernesto Sábato, inmortalizados en aquellos negativos, fueron desaparecidos para siempre luego de que el personal de limpieza del diario no distinguiera entre basura y tesoros. Sin embargo, gracias a la digitalización de la imagen parte del trabajo de Mordzinski aún puede ser visto sin importar que los negativos originales ya no existan. Así mismo podrán comprobar quienes tengan la fortuna de asistir a la exposición gratuita “Cien fotos, muchas vidas” que realizará en el Centro de Cooperación Española durante esta versión de Hay Festival en Cartagena, para la cual el fotógrafo seleccionó las cien imágenes más importantes de su obra. Valga la pena anotar que no es la primera vez que el argentino participa en el festival, pues ya lo ha hecho en repetidas ocasiones, algunas de las cuales ha sido el fotógrafo oficial.
Nacido en Buenos Aires pero radicado en París, como corresponsal gráfico del diario madrileño El País, a Mordzinski se le puede encontrar en cualquier parte del mundo. Desde Tel Aviv hasta San Juan, Frankfurt hasta Zacatecas pasando por Londres son algunas de las locaciones desde las cuales puede sorprendernos este hombre que alguna vez quiso ser escritor pero simplemente se entregó a la vida y terminó recorriendo el camino por dónde esta decidió llevarle.
El periodismo ha contribuido bastante a su formación, gracias a experiencias como el haber sido enviado a cubrir guerras en los campos de batalla aprendió a ser rápido y a no dejarse intimidar por quien quiera que sea el personaje que tenga ante su lente, por esa razón es que sabe sacarlos de su comodidad para lograr los retratos que le han valido el reconocimiento que ostenta, eso sí, todo con el debido respeto antes que nada. Una vez al ser interrogado por qué fotografiaba escritores dijo que “Retratar escritores es una declaración de amor a las letras. Como sigo leyendo cada día me digo que sigue teniendo sentido contribuir a ese mundo maravilloso de las ficciones con lo que me gusta hacer. Supongo que hay una parte sentimental, de homenaje, de gratitud, que ayuda a explicarlo”.