Es difícil encontrar un antecedente en la historia reciente de Bogotá en donde los medios hayan atacado (matoneado) e insultado de manera sistemática y sostenida a un alcalde, como ocurre en todo el periodo actual con el cuatrienio de Bogotá Humana.
De tanto difundirlo y repetirlo han buscado crear en Petro una personalidad de funcionario improvisador, arrogante y autoritario.
Descalifican de entrada cualquier iniciativa, por elemental que esta sea. Le exigen solución inmediata a problemas que arrastra la ciudad desde hace varios lustros. Cuando quieren editorializar y lo hacen de manera permanente usan el famoso “los expertos dicen que”. Se apoyan en testimonios de visibles opositores y enemigos políticos, muchos de ellos comprometidos con el carrusel de la contratación y titulan siempre por la negativa.
La justicia le ha dado la razón a Petro en todo lo relativo al programa Basura Cero, sin embargo los medios acompañaron a los organismos de control que atacaron con sevicia la iniciativa, poniéndose -cuando no defendiendo abiertamente- del lado de los contratistas privados. Ya cuando el tema legal favorece al Alcalde, los medios pasan la información por debajo de la puerta.
Otro tanto ocurrió con la máquina tapahuecos (Remalladora). Aunque le reclaman todo el tiempo “que haga algo” para remendar la malla vial, asunto lastrero, tan pronto la administración hace uso de una nueva tecnología probada en muchas capitales de Europa, incluso en Suramérica, la corneta mediática enfila baterías contra el mecanismo de contratación. Cuando la máquina está a punto de taparle la boca a tanto activista del micrófono le bajan “voltaje” al tema y lo meten al congelador.
Igual ocurrió con el carril preferencial para los buses duales de la séptima. La iniciativa fue atacada con sevicia, pero tan pronto la “improvisada idea” comienza a rendir sus frutos y a ganar apoyos en la calle el tema desaparece de los medios.
Al levantarse el contraflujo, los medios corearon las quejas de los usuarios del carro particular que tenían preferencia al usar la séptima en horas de la tarde para regresar a sus apartamentos del norte mientras sus trabajadores domésticos tenían que esperar horas para volver a sus moradas del sur.
Ahora la medida del contraflujo goza de prestigio a pocos días de su implementación y, como ocurre con eventos similares, los medios guardan silencio.
Ha logrado la industria mediática convertir en interés general de la ciudad algo que es una aspiración apenas particular: “Bogotá necesita vías con urgencia y esta administración no quiere hacerlas”. No es cierto. Una cosa es la congestión (espacio público que ocupan los carros, en esencia los particulares) y otra muy distinta la movilidad (el tiempo que las personas gastan o demoran en desplazarse). El uso del carro particular tiene una participación del 13% (Bogotá como vamos), mientras el grueso de la gente, 80%, se moviliza en transporte público y otros modos. La ciudad está en mora de resolver la movilidad y eso es prioritario, para eso Bogotá Humana trabaja con decisión en la implementación del Metro. En tanto que la congestión está relacionada con la capacidad económica de una minoría que definitivamente nunca se bajará de sus carros y que puede copar todas las vías que se construyan. Es la adoración al vehículo particular en los estratos altos y ahora a las motos en los bajos. No obstante, ese sector no supera hoy el 20% de la población.
Toda modificación de uso del espacio público en donde se busque priorizar el transporte público masivo es presentada en los medios como un ataque a la ciudad, cuanto en realidad se defiende el interés de ese 13 por ciento que hace uso intensivo del vehículo particular.
Los medios saben los esfuerzos que ha hecho la administración por construir troncales (Avenida Boyacá), el tren eléctrico por la séptima, el cable en el sur y todo el proceso Metro, que ha sido obstaculizados en el Concejo, pero lo ocultan a la opinión. Nada dicen sobre que en tiempo record se resolvió la puesta en funcionamiento de la troncal 26, troncal décima, portales y estaciones del sistema. Muchas de estas obras frenadas y contaminadas por la corrupción.
Aunque la noticia era que el alcalde se apersonaba de los trabajos en la ampliación de las estaciones del norte de la troncal Caracas, la presentadora de Caracol Noticias le da el pase a la reportera preguntando “y cuál es la incomodidad que se ha creado con lo de las estaciones”, refiriéndose a la intervención de carriles y de espacio en la autopista.
No hay manera de comparar con otra administración en materia de preservar el medio ambiente, luchar contra el calentamiento global y tomar medidas en defensa del agua y los ecosistemas. Sin embargo los medios han focalizado el tema del humedal La Conejera, como un abuso de autoridad del alcalde Petro en beneficio de su parentela.
Uno en la vida no tiene chance de escoger su familia ni es responsable de los actos de sus allegados. Pero la industria mediática adelanta una cruzada personal contra el alcalde por que éste tiene una relación lejana con unas personas que adquirieron unos predios en años pretéritos e hicieron unas inversiones y tramitaron licencias de construcción en administraciones anteriores cuando incluso no había parentesco por la vía conyugal con los susodichos. Sin embargo el alcalde para desmarcarse de la infamia se ha hecho a un lado y ha pedido un alcalde ad hoc para que dirima la sospecha en total libertad, pero tampoco ello satisface los intestinos de los vociferantes.
El Concejo, los organismos de control y unos particulares han logrado frenar la puesta en marcha del POT (Plan de ordenamiento territorial), que significa un antes y un después en materia de uso del suelo. La densificación frente a la expansión, es tal vez, el aspecto más revolucionario incluido en el programa Bogotá Humana escogido por los electores en la contienda política última que llevó a Petro al Palacio Liévano.
Hasta ahora la práctica rutinaria era que el Distrito con dineros del público llevara servicios, vías, infraestructura urbanística, colegios, hospitales y todo el amueblamiento, mientras los constructores ponían el capital para elevar complejos habitacionales vender y quedarse con toda la utilidad del ejercicio.
Al Distrito no le queda nada –salvo responsabilidades- así ponga todo el dinero y costee el mantenimiento de la expansión.
Petro decide jugársela por construir vivienda en áreas con amueblamiento urbanístico, servicios y habitabilidad ya probada y obtenida para reducir costos y mejorar la condición y el bienestar de la población sin techo o desplazada. Claro, esa medida afecta levemente el negocio, pero es amiga del medio ambiente, es incluyente en lo social, ataca la inequidad y saca provecho del recurso público. Pues eso no gusta a la propaganda privada. El interés social es una entelequia populista, dice. Para aquella el recurso del erario debe estar al servicio del negocio particular y no como regulador del beneficio social.
Ya son famosas las peroratas matinales de Darío Arismendi en Caracol Radio todos los días al despuntar el día y las burlas ocasionales en el desarrollo de cualquier tema contra el Alcalde. Otro tanto hace Gustavo Gómez, periodista del mismo grupo Prisa, en su cuenta de twitter. Yesid Lancheros en El Tiempo no desaprovecha ocasión para sesgar la información, como ocurrió en las cifras de seguridad en la ciudad que en el periodo de Bogotá Humana han tenido un frenazo casi en todos los indicadores.
Para el caso de los útiles escolares en las bodegas de Idipron, la Contraloría Distrital irrumpió en una de ellas desordenó, rompió y regó elementos; esa imagen fue publicitada para demostrar la “irresponsabilidad de la administración en el manejo de los recursos”. Los medios no contextualizaron ni mostraron el antes de la intervención del organismo de control, simplemente, sin cotejar, corrieron a encender la afrenta. Otro tanto hizo la Fiscalía al entregarle las imágenes a Noticias Uno de una bodega intervenida. La información sale como si todos los materiales bajo el cuidado de Idipron hayan sido abandonados y descuidados, sin explicar que esas imágenes corresponden solo a una bodega de inservibles y no a las otras 7, en donde reposan los elementos en buenas condiciones y bajo protocolos de preservación. La mentira y el espectáculo priman sobre el rigor.
En cada una de las 20 localidades son infinitas las obras de todo tipo, chicas y grandes, materiales e intangibles que Bogotá Humana construye, entrega y dejará en ejecución, pero ello no es insumo informativo.
Petro no ha contado con información privada masiva equilibrada, en cambio ha recibido una andanada agresiva y alevosa de manera ininterrumpida en todos los medios. Esa misma industria que fue complaciente mientras robaban a Bogotá en la administración anterior ahora le cobra a Petro los retrasos de décadas.
No obstante, Bogotá Humana está dejando instalado en el ámbito público los temas, criterios y soluciones que pronto se van a convertir en el discurso del debate social, no solo en Bogotá, sino en todo el país e incluso más allá de nuestras fronteras.
Ya en la campaña electoral que se avecina los “improvisados” puntos de vista de Petro se insinúan como la materia prima de la coyuntura.
Costó mucho concienciar sobre el trato cruel contra los animales en los espectáculos públicos. Tomar una decisión sobre las corridas de toros ha desafiado la moral de un sector muy poderoso del país; sacar de circulación a las carretillas de tracción animal fue objeto de todo tipo de burlas. Levantar como política pública la despenalización de la droga y tratar al adicto como enfermo y no como criminal es material de cuenta-chistes.
Desarmar a la ciudadanía fue concebido como un desafío y una impertinencia. Elevar la ciudad como ente activo en el proceso de paz es tildado de librar aspiraciones más allá de las responsabilidades locales.
Reducir los costos de los servicios públicos (transporte público, mínimo vital de agua, recolección de desechos), hechos sin antecedentes –los alcaldes están es para subirle a las tarifas- es señalado de populista en todos los foros, debates y entrevistas.
Duplicar el presupuesto de educación, sanear las finanzas de la red hospitalaria y rescatar el complejo San Juan de Dios, como quiera que beneficia a millones de personas que no registran en los medios es considerado un asunto menor.
Y todo ello tiene una explicación que en el fondo es ideológica, política y que tiene su expresión en lo económico. Tiene que ver con el poder y el negocio.
Los medios son órganos de expresión de grupos económicos y no están propiamente al servicio de millones de bogotanos pauperizados. Para aquellos el 90% de la población es el mercado, potenciales consumidores, nada más. Parapetados en la libertad de expresión movilizan la opinión en torno del sentimiento del negocio particular y denostan de lo público. A Samuel Moreno los medios no lo fastidiaban, porque aunque robaba dejaba trabajar. Entienden que el poder, como dijera Julio Anguita, es la suma del capital y el gobierno que está a su servicio. Con Petro el asunto es que, a diferencia de los gobiernos anteriores, resolvió cumplir con el programa que inscribió y que votaron mayoritariamente los electores.
Petro no representa un peligro para la inversión privada, su talante es democrático. Se sometió al abuso del Procurador cuando este lo destituyó por razones políticas. Y luego acudió al pueblo para que lo restituyera. No hizo llamados a la violencia o la desobediencia, apeló al instrumento civilista de la norma, del derecho y de la movilización pacífica.
El temor con él es que privilegia lo social. Lleva a la práctica lo que otros mastican en los discursos: incluir, y reducir la inequidad. Y eso solo se logra utilizando el Estado y el poder para vincular a los millones de pobres que decoran las cifras de la miseria. Y eso no gusta, cuando se brinda sobre la alfombra roja.
@mariolopez1959