Hacer las cosas requiere de liderazgo basado en la comunicación, el trabajo en equipo y las narrativas compartidas.
Son competencias “blandas”, imprescindibles a la hora de transformar un país mediante hechos.
Me temo que los problemas grandes del gobierno Petro y, por ende, del país, no son ni serán de orden ideológico. En realidad, 30 y pico de años después de caído el muro de Berlín, resulta absurdo el temor hacia el comunismo, aunque los ejemplos de nepotismo como el nicaragüense o el de destrucción de la economía venezolana están vigentes y son, con razón, temibles.
Los cambios que el nuevo gobierno, que ya completa cinco meses, quiere promover, se deben inscribir en plataformas de tipo socialdemócrata. Adoptadas por los partidos europeos, hace décadas que se enmarcan en la regla fiscal en el viejo continente, es decir en el marco del gasto responsable y, por supuesto, en el respeto a las instituciones democráticas.
El problema, acá, es definitivamente otro: de gestión, de hacer las cosas, llevar a la realidad los planes. La redistribución del ingreso, en el campo y la ciudad, el desarrollo limpio, la paz, son propósitos legítimos en una sociedad con altos índices de inequidad; para que se conviertan en realidad hay que planear… y ejecutar. Desde luego, sobra decir que cinco meses no dan para juzgar la ejecución; pero sí son representativos de la fase de arranque del ciclo de las políticas públicas.
Se argumenta, con alguna razón, que la falta de experiencia de la izquierda es apenas natural, dado que es la primera vez que gobierna. No obstante, el actual presidente ya había sido alcalde de la capital, con la oportunidad de formar sus dirigentes en los trances complejos y difíciles de la ejecución. Queda claro, sí, que fue un excelente senador que llevó a cabo my valiosos debates de control político.
El tema, en mi opinión, es de otra índole. En el mundo moderno, tanto en la administración pública como privada, llevar a buen puerto los planes requiere de una cultura que promueva, sin titubeos, una serie de “competencias blandas”: las capacidades de trabajo en equipo, la colaboración, la gestión del talento humano, la buena comunicación, la iniciativa, el liderazgo a partir de las anteriores. ¡Ah! Y la competencia de las narrativas, de poder contar historias de forma articulada. Con mayor razón tratándose de un gobierno que busca ser incluyente y marcar nuevos rumbos. Ocampo tiene narrativas, pero las de MinMinas son diferentes…
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Pareciera que las reformas (tributaria, pensional, del regimen de salud y otras) se circunscribieran exclusivamente al ámbito del Congreso o a decretos (como el del cese al fuego, que no fue tal)
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Pareciera que las reformas (sean la tributaria, pensional, del regimen de salud y otras) se circunscribieran exclusivamente al ámbito del Congreso o a decretos (como en el caso del cese al fuego, que no fue tal). La tributaria, por ejemplo, tramitada con éxito bajo la batuta de José Antonio Ocampo, tiene un detallito por delante: ¿Cómo ejecutar lo recaudadado? Respuesta: con políticas públicas; lo cual incluye diseño de las mismas, actores ejecutores, claridad acerca de la población beneficiaria, presupuestación, plan de inversiones, seguimiento y monitoreo… es toda una disciplina ya inventada, en la que Colombia tiene buena experiencia.
Las inmensas dudas las crea el propio gobierno. Muchos nos pusimos muy contentos con el trino de final de año, de acuerdo con el cual se había pactado un cese al fuego con varios grupos armados. La desmentida de parte del ELN a las pocas horas fue un golpe a la credibilidad del proyecto de Paz Total. ¿Pluma ligera en twitter, sin siquiera consultar a Otty Patiño, líder del equipo negociador?
El cuento de la compra de aviones no tiene explicación, como tampoco la tiene la suspensión de la misma, supuestamente basada en la caducidad de un documento Conpes. ¿Un gobierno de la paz total comprando aviones por ese costo, después de haber criticado al anterior de la manera como lo hizo, en tiempos en que los combates aéreos los libran los enjambres de drones?
La ministra de Minas está hablando menos, pero no hay claridad acerca del discurso y el “tempo” de la transición energética. Narrativa fragmentada y mutilada.
De salud, ídem y de pensiones ya conocemos el rifirrafe entre el presidente de Colpensiones y el Minhacienda, otro ejemplo de “storytelling” compartimentado.
Otro cuento complicado: es obvio que sacar las reformas adelante requiere de alianzas. Conservadores, liberales, de la U… Y que las alianzas implican reparto de mermeladita. Embajadas, ministerios… Lo cual no significa que el gobierno, por definición el responsable del ejecutivo, deje de gestionar las alianzas en su ámbito. ¿Será cierto que los nombramientos y la asignación de contratos en el MinTIC se gestionan desde la U y que el gobierno no interviene? Justo en la cartera crucial para la conectividad y el uso de las TIC, factor determinante en la democratización de la educación, el trabajo y el ejercicio ciudadano…
Leer la entrevista a Gustavo Bolívar en Semana deja la sensación de más de lo mismo. Según el senador saliente, el 60 % de los congresistas van por lo suyo: plata mal habida. Incluidos algunos del Pacto Histórico.
Es difícil saber si hay tiempo aún de trabajar con agilidad en las competencias blandas, aunque el gobierno debía intentarlo.
