En febrero de 2012 Darío Antonio Úsuga David (‘Otoniel’) y Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, por entonces los dos jefes de la mafia más poderosos de Colombia y México, decidieron establecer vínculos directos entre sus organizaciones y prescindir de intermediarios en Panamá y Costa Rica, que hasta entonces tendían los puentes de negocios entre sus organizaciones.
Acordaron el envío de emisarios a sus dominios y seleccionaron a hombres de su entera confianza, unidos fuertemente a ellos por lazos de consanguinidad. Otoniel envió a su sobrino Alexander Montoya Úsuga y El Chapo no confió en nadie distinto a sus hijos: Ovidio y Alfredo.
Las gestiones sirvieron para establecer un acuerdo rentable para ambos. Úsuga se convertiría en el proveedor exclusivo de la cocaína acopiada por el clan del Golfo, su organización, y Guzmán correría con los gastos y riesgos del embarque hacia Estados Unidos, donde se reservaría el control del mercado.
La suerte para sus emisarios se hizo azarosa. Alexander Montoya, ‘el flaco’, como lo llamaba su tío, cayó poco después cerca a Tegucigalpa, en Honduras, a donde había ido a inspeccionar pistas y a reclutar pilotos y contactos. Por entonces confiaba en la protección que le ofrecía su anonimato y es posible que ignorara que la DEA le seguía los pasos.
Los hijos de ‘el Chapo’ ya estaban en el radar de la DEA, pero su padre se encargó de proveerles la seguridad en sus desplazamientos y su permanencia en Colombia. La de Ovidio -capturado el pasado 5 de enero en Culiacán- fue transitoria porque regresó pronto para ponerse al frente de un ala integrada por la llamada ‘nueva generación’ del Cartel de Sinaloa. Alfredo o ‘Alfredito’, el menor de los Guzmán decidió quedarse un tiempo en Colombia atraído por el amor de una joven y por el encanto que le produjo Medellín.
Según lo documentó la revista mexicana Proceso, la seguridad de Alfredito, que fijó residencia en Envigado, fue responsabilidad de la banda ‘La Terraza’, una temible derivación de la antigua ‘oficina de cobros’ del cartel de Medellín en el Valle de Aburrá.
El 23 de octubre de 2021 Otoniel fue capturado en Operación Agamenón
Las particularidades de esa relación de negocios comenzaron a ser conocidas cuando la Policía colombiana desplegó la operación Agamenón, cuyos objetivos superiores eran la captura de Otoniel y el desvertebramiento de su organización. En los laboratorios que comenzaron a ser copados por los servicios de antinarcóticos se encontraron a menudo cargamentos de cocaína cuyas pacas estaban identificadas con los nombres de marcas de carros, como le gustaba a ‘El Chapo’.
En cierta ocasión, en uno de los cambuches ocupados por Otoniel cuando la policía ya lo tenía “corriendo bases” -como se dice en el argot de las operaciones cuando un objetivo comienza a rehuir a sus perseguidores- fue encontrada una colección de corridos mexicanos con letras apologéticas para los capos. En algunas canciones, estrofas completas eran inspiradas en las “hazañas mutuas”.
Los nexos entre los Úsuga y los Guzmán determinaron que todos ellos fueran seguidos por los mismos agentes de la DEA e imputados de cargos por los mismos fiscales. No podría ser de otra manera porque las particularidades y las líneas de sus negocios eran las mismas.
Para verificarlo bastaría con revisar los nombres que aparecen en las solicitudes de extradición y en los expedientes de ‘Otoniel’ y de ‘El Chapo’.
El 5 de mayo de 2022 Otoniel fue extraditado al ser requerido por una corte del Distrito Sur de Florida
Tara McGrath, Fiscal Auxiliar de Distrito Este de Nueva York y James Roan, Agente Especial de la Administración para el Control de Drogas (DEA) han sustanciado información contra ambos.
Alexander Li, Fiscal Auxiliar de Distrito Sur de Nueva York y Mathew Passmore, también agente especial de la DEA, suministran información acerca de las investigaciones, las actividades, y la forma de operar de ambos implicados mientras fueron socios.
En el expediente de extradición de ‘Otoniel’ a Estados Unidos las declaraciones de fiscales y agentes, que conforman la que podría llamarse una comunidad de la élite de la investigación, están certificadas por David S. Silverbrand, director Asociado interino de la Oficina de Asuntos Internacionales, División de lo Penal, del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América. La constancia sobre su fidelidad está firmada por Merrick B. Garland, Procurador de los Estados Unidos, como testimonio de ello.
En uno y otro caso los documentos probatorios, con sus respectivos sellos y cintas de seguridad, debidamente suscritos por el secretario de Estado, Anthony J. Blinken y el auxiliar de autenticaciones de la misma dependencia, Leo J. Muldoon.
A los dos capos les quedan otras cosas en común. Una de ellas, de su realidad inmediata, es que comparten la misma cárcel, la prisión de máxima seguridad de Alcatraz de las Rocosas, en California. Solo que allí, hasta donde se sabe, ya no se pueden comunicar.
Sus aspiraciones de ser émulos de Pablo Escobar se cumplieron transitoriamente.
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