Bogotá, enero 3 de 2023
Excelentísimo Señor Presidente
Gustavo Petro
Casa de Nariño
Bogotá, D.E.
Comandantes Gabino y Antonio García
Ejército de Liberación Nacional (ELN)
Mesa de diálogo
Ciudad de México
Respetados Señor Presidente y Comandantes Gabino y Antonio García,
No dudo que este año de 2023 el pueblo colombiano reanudará su marcha victoriosa que quedó temporalmente detenida el 9 de abril de 1948.
Para coadyuvar a este proceso he impulsado durante más de medio siglo la creación del Capitolio del País Nacional, denominado el Exploratorio Nacional, donde rebrotarán y se concretarán los paradigmas necesarios para la estructuración y puesta en acción de una democracia directa; objetivo último del gaitanismo, que por su ideología vanguardista ha sido víctima de genocidio, memoricidio y revictimización, que recientemente han encontrado eco en un tuit del señor presidente: al referirse al Clan del Golfo utiliza las heréticas y torticeras siglas AGC, denostando así de las ideas libertarias del gaitanismo, para hacerle creer a las nuevas generaciones que el gaitanismo es un clan de narcotraficantes. Quiero creer que el presidente da los lineamientos generales de sus mensajes y un equipo redacta los tuits que por ignorancia afectan el buen nombre del gaitanismo.
Sé que el comandante Gabino comprende perfectamente mi dolor, pues siempre he encontrado en el ELN una comunión ideológica que data desde la época en que tuve el honor de ser recibida por él y el comandante Manuel Pérez en el campamento del COCE, donde departimos ideas y propósitos que compartimos, al entender no solo que el gaitanismo y el ELN tienen en sus orígenes unos mismos objetivos, sino que mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, habría justificado su camino a la guerrilla, como lo dijo públicamente en su Oración por la Paz, al dirigirse al presidente Mariano Ospina Pérez, en ese momento aliado —entre otros— del promotor del genocidio al gaitanismo, Alfonso López Pumarejo en la llamada Unión Nacional. Dijo así mi padre: “Bien comprendéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa”.
Cuando el gaitanismo estaba en marcha hacia la toma del partido liberal, en un discurso que está grabado, mi padre dirá: “Cuando la orden de batalla haya que darla, yo no me quedaré en mi biblioteca, el signo de esa batalla será mi presencia en las calles a la cabeza de vosotros”.
Que cada cual interprete ese mensaje como quiera. Lo indiscutible es que al tomarse el pueblo gaitanista el Partido Liberal, proclamando a Gaitán como jefe único de esa organización política, mi padre lanza lo que llamó el mensaje siberal, que será publicado en primera página del periódico Jornada, vocero del gaitanismo, donde se lee: “Siempre he proclamado la necesidad imperiosa, que ahora se acentúa, de que el liberalismo se organice para hacer uso de la legítima defensa y para resistir a la agresión, pues solo el pueblo tiene en sus manos los medios adecuados para hacer y buscar sus derechos y que sean respetados”.
Por tanto, lucha armada no es incompatible con el ideario gaitanista, pero lo cierto es que mi padre hizo todo lo posible para evitarla y sería el primero en invitar a los grupos armados a desmovilizarse en estas especiales circunstancias que estamos viviendo e incorporarse al actual proceso político que, no cabe duda, busca la justicia y la paz total.
Pero es necesario que el ELN recupere la imagen que merece, y que trabajemos con ahínco el tema de la cultura y de las ciencias del comportamiento, como lo viene planeando el Exploratorio Nacional, para que la desmovilización guerrillera sea vista en su justa medida y no bajo la óptica denigrante a que ha sido sometida por la llamada gran prensa, vocera de los intereses reaccionarios y de las minorías oligárquicas.
Lo que es intolerable es que en este proceso de “paz total” se esté empleando el apelativo de gaitanistas para referirse a quienes están lejos de serlo, como es el Clan del Golfo, cuyos integrantes están siendo manipulados por quienes quieren denostar de un calificativo honroso para la memoria histórica del pueblo colombiano.
Es por esta razón que pido –en tono de justa exigencia– que, en el marco de las actuales conversaciones de paz, se cree una mesa de diálogo donde nos sentemos los gaitanistas doctrinarios a intercambiar ideas con el Clan del Golfo, para que se aclaren las sinrazones y las causas del uso de un apelativo cuyo origen se basa en ideas libertarias y redentoras del pueblo colombiano, pero que con tanto gusto emplean los enemigos de mi padre para completar el genocidio que contra sus militantes han desatado, asociando el sagrado nombre de dicho movimiento con un grupo armado que no tiene esos ideales sino que, por el contrario, va en contra de la restauración moral que predicó mi padre.
Quiero sentarme pacíficamente frente a ellos, acompañada de varios compañeros y compañeras, para que, ante la opinión pública, quede claro que no está permitido que usen ese apelativo porque es calumnioso de una ideología pura y cristalina, que pagó con la vida de muchos de sus militantes por la limpieza de sus propósitos y que, en la actualidad, ha sido víctima de la persecución desatada por entes de la Universidad Nacional de Colombia, aplicando exactamente el mismo e idéntico mecanismo utilizado por la Colonia para hacer desaparecer la imagen heroica de los comuneros colombianos guiados por el inolvidable José Antonio Galán, en cuya condena a muerte –tal como en forma exacta lo vienen aplicando contra Jorge Eliécer Gaitán– se lee que será: “Declarada por infame su descendencia, ocupados todos sus bienes y aplicados al Real Fisco, asolada su casa y sembrada de sal para que de esta manera se dé al olvido su infame nombre y acabe con tan vil persona y su detestable memoria”.
Para que cese la revictimización contra el gaitanismo y las huestes gaitanistas, pido una mesa oficial en la que estemos reunidos representantes del Clan del Golfo y los gaitanistas, incluyendo a las nuevas generaciones que han conformado el grupo Los nietos de Gaitán y que quede claro, supervisado por la JEP, que ningún ciudadano, ningún funcionario del actual gobierno, ni ningún medio de comunicación, de cualquier índole, podrá utilizar el apelativo de “gaitanista” o cualquier clase de sigla que incorpore el término, como el de las AGC a un grupo de paramilitares como es el Clan del Golfo, porque se viola la constitución en su artículo 15 que determina que “todas las personas tienen derecho…a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar”.
Atentamente,
Gloria Gaitán Jaramillo
