Diciembre: “Hay visitas que alegran cuando llegan. otras que alegran cuando se van”
Opinión

Diciembre: “Hay visitas que alegran cuando llegan. otras que alegran cuando se van”

Pescadores, tiburones, parásitos, toda una fauna de amigos, vecinos y parientes tóxicos que hay que tolerar el último mes del año

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diciembre 31, 2022
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La naturaleza de nuestra sociedad es generosa y variopinta. Todos tenemos algunos amigos, vecinos y/o parientes tóxicos a los que hay que tolerar en diciembre. Aquí algunas definiciones:

Hábiles pescadores: Son aquellos que llegan a nuestros hogares con un anzuelo… una botella de whisky, de vino o champaña o cualquier otro licor, con la secreta intención de acabar con todas nuestras reservas de alcohol durante la temporada; de estos, también hay los que traen un diminuto manjar navideño para terminar con toda nuestra despensa y mercado decembrino. O también los hay, que ofrecen su casa de descanso por tres días, para que uno, aparte de invitarlos a los mejores restaurantes de la ciudad en agradecimiento, les haga un mercado que les dure los próximos seis meses. ¿Cómo lidiar con ellos? Vayan a hotel cinco estrellas, coman, beban en los mejores sitios y nunca los llamen ni les respondan llamadas. Si se ponen intensos es mejor ser directos: “Eres un pescador y yo soy un pez curtido que no gusta de anzuelos”.

Tiburones: Esos que gravitan en nuestro universo cercano, asechando conversaciones, negocios, amistades, e incluso conquistas, solo para ver qué depredan. Sus frases favoritas son: “Yo también sé de eso” y “mañana paso muy temprano para ayudarte…” y se adueñan de tu tiempo no solo libre, sino de trabajo; de las amistades, de los clientes, de los espacios de la casa, de tus horas de comida donde deben ser invitados, ¡e incluso de ti!, al punto de que se enfadan si no les pagas lo que requieren para resolver su vida entera por el “favor” que no necesitabas, pero que nos “cambiaría la vida para mejor”. Depredadores de oficio.

Tarjeta de Salutación: También están esos que parecen vendedores de Call Center, que solo llaman para detrás de un saludo aparentemente afectuoso, pedirnos incontables favores y poner a la gente que creen que les quiere, a trabajar gratis en época de descanso. “Cuánto me alegra de corazón saberte bien…Ahora, no quiero molestar, pero quisiera pedirte un favorcito: si me puedes hacer el proceso de tal cosa…gratis”. “Que si me gestionas un cupo para tal cosa…”. “Que si puedes llamar a tu amigo tal para que le dé un empleo a mi hijo, ese, el que salió de la cárcel que no sabe hacer nada”. “Que si me prestas una suma para poder sobrevivir estos días (entiéndase, emborracharse con las diferentes amantes en diciembre)”.

Tengo un vecino así que llama cada tres semanas para pedir favores de toda índole. Parece que yo fuera el papá de él o el papá de todos: ¡Papá Noel! Debo confesar que fui feliz el día que lo enrostré al decirle: “Hola, tú solo llamas para pedir favores. ¿Cuál es el favor de hoy?”. Y se acabó la tontería. Al menos de momento.

Parásitos: Son los que llegan para quedarse bajo nuestro techo más de lo que quisiéramos. No nos mintamos, hay una regla secreta pero universal en eso de la confianza familiar: cualquier visita de más de tres días, es cansina. Oscar Wilde solía decir: “Hay visitas que alegran cuando llegan; y otras que alegran cuando se van”.

¿Qué nos pasa?

Hace un par de años, fui a la terapia de pareja más costosa de Colombia con una notable psicoanalista argentina profesora de la Javeriana, Martha Lapacó, para poder salvar mi matrimonio de la pandemia. El trabajo de Martha fue asertivo y el resultado de las tal vez 20 o 30 sesiones pagando una consulta de 400 o 500.000 pesos hora, fue exitoso.

Una de las conclusiones que nos dejó este análisis -a mi esposa y a mí- fue: ¿Por qué llegan personas abusadoras a nuestras vidas? ¿Por qué les permitimos el ingreso? Y la respuesta es que debe haber algo en ti que quiere ser abusado. Son, como diría Joyce McDougall, la psicoanalista que escribió Teatros del alma, teatros del cuerpo”, episodios no resueltos de la infancia para los que buscamos ciertos actores: sociópatas, trastornos disociales y otra suerte de vivos…muy vivos, desprovistos de esa empatía, ese cultivo del espíritu que se requiere para una amistad recíproca, noble, generosa y como tal genuina.

Hay una canción de Eurythmics llamada Sweet Dreams que dice:

Everybody's looking for something
Some of them want to use you
Some of them want to get used by you
Some of them want to abuse you
Some of them want to be abused.

Todo el mundo está en búsqueda de algo
Algunos quieren usarte
Otros quieren ser usados por ti
Algunos quieren abusar de ti
Otros quieren ser abusados.

El teatro social reconocido en esta canción es evidente y además, es muy pegajosa…

Creo que lo mejor, que podemos hacer por estas personas y por nosotros, es romper como lo dijo Freud, toda resistencia, para reconocer el teatro del abuso, y encarar nuestros abusadores. Lo mejor cuando se tiene algo que decir, es decirlo. Como dijo el poeta Juan Luis Panero: “Lo mejor de crecer, es que uno puede escoger su propia familia”. Y esto, debe poder replantearse cada vez que sea preciso.

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