Hay una frase muy popular que dice que “detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”. A la par, yo creo que “detrás de todo hombre fracasado, hay una mujer tóxica”, una mujer problemática, manipuladora, egoísta y abusadora.
Son numerosas las historias que he conocido durante mis 40 años de periodismo que demuestran que el éxito o el fracaso de una persona depende en gran parte de su compañero sentimental. Entre esos múltiples casos yo, Juvenal Duque, fui testigo de uno en especial que corrobora mi anterior afirmación.
Hace algunos años yo trabajaba en la Contraloría General de República como revisor de auditoría ante el Servicio Nacional de Aprendizaje Sena y ejercía mis funciones en el Sena de Mosquera, municipio cercano a Bogotá. Todos los días tenía que viajar de Bogotá a Mosquera y viceversa.
Un día, cuando viajaba en flota de Mosquera a Bogotá, noté que al bus se subió un hombre y le pidió al conductor que lo llevara gratis a Bogotá porque, según él, no tenía para el pasaje. El conductor accedió a llevarlo. Casualmente, el sujeto se sentó al lado mío en una silla que estaba desocupada.
— ¿Qué le sucede, amigo? Lo noto preocupado—, decidí preguntarle, después de algunos segundos.
— Sí, señor. Estoy bastante angustiado.
— ¿Por qué? ¿Qué pasa?
—Sucede que llevo dos años buscando empleo y no he podido conseguir. Soy contador con tarjeta profesional, economista titulado y nada que me contratan. Además, tengo una esposa que me tiene anulado. Es ambiciosa, egoísta y, en cambio de darme apoyo moral, me critica, me insulta y hasta ha intentado agredirme físicamente.
—Vea, amigo, le voy a dar dos consejos: 1. Como decía mi padre que en paz descanse, “cuando tú estés en un hueco, no sigas escarbando, sal inmediatamente de él. 2. Aplique la frase del famoso dramaturgo Bertold Brecht que reza “me sentía triste porque no tenía zapatos, hasta que vi a un hombre reír y no tenía pies—, le dije después de escucharlo atentamente.
Seguimos charlando y cuando llegamos a Bogotá, el hombre se fue por su lado y yo, por el mío.
Años después, en el 2001, yo ya trabajaba como periodista en el noticiero CM& y una noche terminábamos de grabar atracos en el centro de Bogotá. Cuando nos disponíamos a subirnos a la móvil del noticiero, me llamó la atención que a 50 metros de distancia había un grupo de indigentes aglomerados. Le dije a los camarógrafos: “Vamos a ver qué está pasando allá”. Al llegar nos dimos cuenta de que eran habitantes de calle que estaban disfrutando chocolate con pan.
—Disculpe, una pregunta. ¿De quién es la idea de esta labor?—, le pregunté a uno de los indigentes.
—Del señor que está allá repartiendo los panes—, contestó señalando.
Me acerqué al hombre y después de presentarme como periodista, le pregunté cómo surgió la idea de realizar esa obra social con los indigentes. Cuando empezó a explicarme, yo le interrumpí.
—Yo a usted lo conozco—, le manifesté.
—¿Sí? ¿Dónde?—, replicó.
Lo reconocí por un lunar que tenía en el pómulo derecho, de dos centímetros de diámetro.
—¿Se acuerda que en una ocasión usted se subió a una flota y pidió que lo llevaran gratis porque no tenía dinero? Ese día habló con un pasajero y ese soy yo—, añadí.
—¡Hooola, parcero! ¡Qué gusto volverlo a ver!—, dijo mientras me saludaba, abrazándome como si se hubiera encontrado con su mejor amigo.
Tanta efusividad me extraño, pero después comprendí.
—Qué hay de su vida, cómo le ha ido—, le pregunté.
—Ni se imagina. Gracias a sus consejos pude rehacer mi vida. Cuando usted me dijo "si usted está en un hueco, no siga escarbando, sálgase inmediatamente de él", fue lo primero que hice. Me le desaparecí a mi esposa durante dos años. Inicialmente conseguí un trabajo ganándome el sueldo mínimo, allí duré 5 meses y en ese trabajo conseguí un contacto para llevarle la contabilidad a un almacén de electrodomésticos. Luego, en este almacén, gracias a una compañera, conseguí un contacto con una multinacional y le estoy llevando la contabilidad. En este momento tengo una empresa en el centro de Bogotá, tengo 4 contadores a mi cargo y vivo con una mujer, también contadora, quien es actualmente mi mano derecha y maneja la empresa.
Con relación a su exesposa, el hombre manifestó: “Según me enteré, le dio cáncer y murió cinco años después”.
Por todo lo anterior, yo pregunto: ¿es usted una persona de éxito o es usted una persona fracasada? Le recomiendo que mire quién está detrás de usted y saque sus propias conclusiones.