El 30 de septiembre de 1791 (tres meses antes de su fallecimiento, previo a su cumpleaños 35), Wolfgang Amadeus Mozart, uno de los grandes genios de la música universal, estrenaba La Flauta Mágica, la última de sus obras maestras, en el Theatre an der Wien, de Viena, con éxito arrollador.
Los eruditos de la época reseñaron el espectáculo como una de las creaciones más fascinantes y reveladoras del género operático, tocada de esplendor, lúdica e imaginación, y del poderoso e inagotable espíritu musical mozartiano que ha trascendido a través de los siglos. De hecho, Jan Assmann, egiptólogo alemán, versado en ópera, escribió en su libro La Flauta Mágica:
La Flauta Mágica representa no solo la perfección, la sobriedad y el encanto con que Mozart firmaba sus obras, sino la síntesis de la rica y generosa multiplicidad de vertientes creativas, que el compositor austriaco, adelantado de su tiempo, cultivó con esmero en el lirismo italiano, el vodevil, la ópera bufa, la tradición folclórica alemana, para construir el andamiaje de un excepcional y sorprendente cuento de hadas que magnífica el triunfo del bien y del mal, y la fuerza sobrenatural del conocimiento y la iluminación.
El argumento de la ópera de Mozart relata las peripecias en las que se ve envuelto el príncipe Tamino, que tras la persecución de una serpiente se extravía en los territorios de la Reina de la Noche, quien le enseña un retrato de su hija Pamina, secuestrada por el malvado Sarastro.
El príncipe queda prendado de la belleza de la joven. La reina promete cederle la mano de su hija con la condición de que la rescate. Tamino asume el reto a contracorriente, y aliado con Pagageno, el hombre-pájaro, se adentra en los oscuros y temerarios predios de Sarastro. En el curso de esa expedición, Tamino advierte que el mal proviene, no de Sarastro sino de la Reina de la Noche, y para huir de ella, con su amada, tendrá que superar una secuencia de pruebas —citando a Nietzsche—, más allá del bien y del mal.
La Flauta en el Colón
231 años después de la consagración de W. A. Mozart en el teatro de Viena, de la mano de su amigo, el dramaturgo, poeta, actor y cantante alemán Emmanuel Schikaneder, La Flauta Mágica (que ha repercutido en innumerables versiones dancísticas, teatrales, musicales y operáticas alrededor del mundo) abre el telón del Teatro Colón de Bogotá, entre el 20 y el 22 de diciembre, con más de 100 artistas en escena, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, bajo la dirección de la maestra Paola Ávila; el Centro Cantoría Lírica, la Compañía Sankofa Danza Afro, con la producción de Kitambo, vínculo de oficios de conexión, cocreación y experimentación con talentos y culturas de diversas regiones del país, en especial la comunidad afro.
Paola Ávila, directora de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, lleva la batuta de la gran pieza operática de Mozart. Foto: Teatro Colón
Alterno a la puesta en escena de La Flauta Mágica en el bello e imponente auditorio con capacidad para 785 espectadores del Teatro Colón de Bogotá, que el pasado 12 de octubre de 2022 celebró 130 años, Kitambo instaló en su hall una exposición donde el público podrá enterarse del proceso creativo del vestuario y de los elementos esenciales de la legendaria ópera, en esta oportunidad inspirado en el colorido y la exuberancia de las culturas del Pacifico y del Caribe colombiano. Esta significativa muestra de Kitambo, dirigida por Catherine Dunga y Marlene Palmaers, contó con el patrocinio de Strategos y la Embajada de Bélgica.
Encuentro de culturas
La diseñadora y cantante Lía Samantha, pionera de la moda afro en Colombia, es la responsable de la creación del vestuario de los personajes, junto a las diseñadoras Carolina Herrera y Carolina Loaiza. Samantha, para este trabajo, profundizó en la historia de las telas, los estampados y los vivos colores de las negritudes, con el propósito de exaltar el espíritu alegre, disruptivo e inclusivo de sus comunidades, y del tumbao contagioso que las identifica.
Derroche de ingenio y colorido en el diseño y la confección del vestuario, concepto y creación de Lía Samantha. Foto: Teatro Colón
La soprano belga congolesa Isabelle Kabatu y el escenógrafo italiano Stefano Giuliani convocaron a audiciones a 380 aspirantes inscritos, entre cantantes, bailarines, cirqueros, actores, actrices, músicos tradicionales, cuenteros, artistas plásticos, artesanos, maquilladores, vestuaristas, escenógrafos y demás, para seleccionar un equipo interdisciplinar de trabajo, arte y parte de esta innovadora representación mozartiana, La Flauta Mágica, que el 22 de diciembre clausura el XXV Festival Ópera al Parque.
"Es la primera vez que se realiza en Colombia un proyecto de estas dimensiones y características. Ir a las regiones, buscar, oír, decidir y concluir con talentos diversos, nos dio la satisfactoria oportunidad de crear una puesta en escena contemporánea, minimalista, dirigida a un público amplio y diverso, sin distingo de estratos y clases sociales. Por el contrario: Mozart, antes de concebir su magnífica ópera, la pensó como un divertimento para el sector popular de su época", menciona Ramiro Gutiérrez Castro, creador del concepto y director escénico de La Flauta Mágica en el Teatro Colón de Bogotá.
La virtuosa mezzosoprano vallecaucana Carol Leyton, en la nómina de vocalistas líricos de La Flauta Mágica. Foto: Teatro Colón
A su vez, David García, director general de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, resalta el rol fundamental de la mujer en esta representación con la Orquesta Filarmónica de Mujeres, de la mano de la maestra Paola Ávila, y la inclusión de músicos ancestrales de distintas regiones del Pacífico y el Caribe, presentes con instrumentos autóctonos como tambores y marimbas de chonta, el piano de la selva.
Dieciocho virtuosos cantantes líricos, con la actuación especial del contratenor belga congoleño Serge Kakudji, integran la nómina de intérpretes que dan vida a los personajes de La Flauta Mágica en su versión colombiana: Camilo Mendoza (Papageno), Christian Correa (Tamino), Daniela Fernández (Pamina), Bárbara Santana (Reina de la Noche), Jorge Chicaiza (Monostatos), Ernesto Angulo (Sarastro), entre otros, acompañados del Coro Filarmónico Infantil, la Orquesta Filarmónica de Mujeres, los bailarines de Sankofa Danza Afro, y el Coro Cantoría Lírica, dirigido por Eunice Prada.
"La puesta en escena de La Flauta Mágica fue reinventar un universo desde lo orgánico y multidiverso, que inspira la enorme y profunda riqueza de nuestras culturas. Ha sido un arduo trabajo con un equipo que correspondió a nuestras expectativas: invocar el espíritu de Mozart en el Teatro Colón, con su obra más reconocida y aplaudida", concluye el maestro Ramiro Gutiérrez Castro, director escénico.
