¿De dónde la obsesión con las charlas motivacionales?

¿De dónde la obsesión con las charlas motivacionales?

Aunque a veces no está de más hacerse las cosas más sencillas, ¿qué tan lejos hemos llevado las cosas?

Por: YOHN FERNANDO MAZO POSADA
diciembre 19, 2022
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¿De dónde la obsesión con las charlas motivacionales?
Foto: Pixabay

Alguna vez, la mayoría de personas se han identificado con los pequeños textos que salen en la sección del horóscopo, han experimentado una sensación agradable luego de ir a una iglesia y escuchar un buen sermón y/o se han sentido familiarizados con las palabras motivacionales de su influencer o cantante favorito. ¿Pero funcionan en realidad las charlas motivacionales?

Abordar un tema tan complejo es cada vez más difícil en un mundo donde se buscan simplificar las cosas, así que es conveniente empezar analizando un concepto tan “simple” como lo es la felicidad. Cabe aclarar que cada individuo en el mundo es único, tiene sus propios pensamientos, gustos, deseos y metas, aunque a veces dé la sensación contraria.

Ahora bien, hoy en día es común ver cómo los más jóvenes asocian la felicidad con viajar y conocer el mundo, otros con la experiencia de tener hijos o compartir con la familia, otros con estar solos, etc. Inclusive, se puede abordar el eterno dilema del dinero y su relación con la felicidad y así continuar infinitamente con múltiples ejemplos que no llegan a abarcar el tema por completo.

De este modo, se puede encontrar el primer obstáculo para dar respuesta a la pregunta planteada anteriormente. Sencillamente, la felicidad no tiene una definición puntual. Se hace necesario entonces, abordar el planteamiento desde una perspectiva un tanto diferente y profundizar en esa complejidad del ser humano de una forma tan contradictoria que lo que se busca realmente son las respuestas simples y aquellas que, si no se pueden obtener, se simplificarán a conveniencia. Partiendo de esto, cada respuesta que sea capaz de satisfacer más fácilmente los deseos es más fácil de asociar a una sensación de bienestar.

El día a día está lleno de dichas situaciones que necesitan respuestas simples, por lo que algunas charlas motivacionales funcionan tan bien; funcionan porque ponen ejemplos simples con una canción inspiradora de fondo: “Puedes disfrutar plenamente de la vida y perseguir tus sueños”. Lo anterior suena bien y con seguridad se adaptará a la situación actual de cualquier persona. ¿Por qué? Porque es un mensaje genérico. Sin embargo, eventualmente no bastará, ya que no se adapta a la situación particular de cada individuo, y será necesaria otra frase que cubra ese vacío.

Es sencillo identificar este tipo de situaciones en las redes sociales. A muchas personas les sucede en los grupos familiares, donde se comparten videos religiosos que motivan a los demás miembros a ser mejores personas, ¿pero luego de esto se logra el objetivo realmente o simplemente el mensaje se pierde entre muchos otros? También es común encontrar estados de WhatsApp de personas depresivas que manifiestan no poder lidiar con su vida, que días después comparten un tuit de un desconocido que dice de manera poética “tú puedes con todo”, acompañado de emojis de bíceps fuertes, y al cabo de unos días más se encuentran de vuelta ante la cruda realidad. Una realidad sin censura, que de manera cruel y desgarradora dice que las deudas continúan ahí, que esa enfermedad sigue sin sanar o que ese ser querido no volverá. Y no, no hay música inspiradora de fondo, solo el ruido de sus propios pensamientos.

En este punto ya se tienen algunos elementos para dar repuesta a la pregunta. En mi opinión, se puede decir que las charlas funcionan, pero tienen una duración muy corta. Tienen un efecto potente y momentáneo, por lo que es común que se usen antes de una competencia deportiva: antes de que los deportistas salgan a dar la actuación de sus sueños y la logren, el entrenador les dice las mejores palabras de su vida. Sin embargo, eso es todo lo que se obtendrá, personas motivadas temporalmente, que en realidad no obtuvieron su triunfo simplemente por unas palabras, sino por un entrenamiento y un sacrificio previo. Un deportista que no es disciplinado o no entrena puede contar con el mejor orador del mundo y aun así lo más probable es que no lo logre.

Sin adentrarme en la labor del personal de salud asociado a esta área y simplemente mencionando lo siguiente a modo de análisis, todo esto indica un desequilibrio en las personas incapaces de motivarse por sí mismas, ya que les tranquiliza tener una voz dentro de la cabeza que momentáneamente sustituya sus propios pensamientos. Esa voz suele tener las cosas claras, tiene energía y apunta en una dirección. Dar paso a esa voz que tiene sus pensamientos bien organizados es sentir empatía con esas vivencias similares a las nuestras pero que le ocurren a los demás, que inevitablemente y tarde que temprano generarán un efecto contrario por el simple hecho de no poder transferir a sí mismos esas vivencias.

Este efecto contrario hace sentir bien a la persona en un inicio, pero luego, al no poder interiorizar esos pensamientos como propios, la puede llegar a deprimir; precisamente por ser consciente de todo lo que se puede llegar a hacer y ser incapaz de hacerlo en la realidad. No todos podemos hacer todo y eso está bien, lo malo es creer que sí podemos hacerlo.

Es importante resaltar que esas charlas dan coraje más que sabiduría y las personas que crean ese tipo de contenido con el fin de captar seguidores lo saben perfectamente. En general, se habla como si las consecuencias siempre fueran positivas, lo cual es imposible en cualquier ámbito. Se tiende a mezclar la euforia provocada con un sinfin de palabras motivadoras pero vacías, subiendo el volumen para generar esa falsa sensación de poder sin que el individuo tenga que mover un solo dedo. Recordemos, el ser humano trata siempre de simplificar las cosas.

Planteemos entonces otro interrogante, ¿se pueden lograr tantas cosas y tan buenas sin hacer el mínimo esfuerzo? La respuesta se genera casi de manera automática, pero al no ser la que el cerebro quiere, el incentivo es pasar al siguiente video, leer el horóscopo otro día o cambiar de iglesia, porque solo nos gusta oír lo que el orador propone, mas no realizarlo. Así que inspirar no es malo, todo lo contrario. Lo malo es la forma en la que se hace. Lo malo es que en cada rincón surjan coachs de cualquier tema sin formación previa y sin conocimiento de su público objetivo, haciendo perder credibilidad a las personas que realmente saben cómo manejar el tema adecuadamente.

Los terapeutas siempre investigan las causas y la relación entre varios factores: qué tal el trabajo, qué tal la alimentación, cómo está durmiendo la persona, se ejercita o no. Ellos no dan mensajes genéricos, más bien buscan que el paciente sea autosuficiente y encuentre retroalimentación sana. La charla motivacional indica que la persona lo puede lograr todo en lugar de preguntárselo. Si la persona no sabe la respuesta, es sencillo, debe averiguarlo viviendo en ese mundo que no da falsas esperanzas.

Hay que intentar vivir sin sustituir los líderes naturales: los padres, los maestros, los buenos jefes, etc. Esos personajes que conocen bien a las personas son los que sin lugar a dudas pueden dar los mejores consejos. Y si el problema requiere un grado mayor de atención, no se puede descartar la ayuda psicológica de buenas a primeras. En general, la mayoría de las personas saben lo que deben y lo que no deben hacer, pero prefieren vivir en la burbuja que no representa ese reto necesario para avanzar.

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