“Si la miseria de la gente pobre no es causada por las leyes de la naturaleza, sino por nuestras instituciones, grande es nuestro pecado” – Charles Darwin.
No poder alimentar adecuadamente a sus hijos es la más honda aflicción de los padres, especialmente los cabeza de familia, en los países latinoamericanos. El hambre y la desnutrición se han convertido en un grave problema que ha crecido un 60% entre 2014 y 2021, hasta abarcar un 40,6% de la población de los países de la región, superando en más de diez puntos la media global, que se sitúa en 29,3%[i].
En Colombia, 7,3 millones de personas padecen inseguridad alimentaria[ii], ubicando al país en el último lugar del Índice de Desarrollo Regional respecto a los 182 territorios analizados en Latinoamérica, siendo particularmente preocupante la situación de los departamentos de Vichada, Arauca, Guaviare, Putumayo, Chocó, Guainía y Vaupés los cuales se encuentran entre los 15 con el indicador más bajo[iii].
12 millones de hogares colombianos (el 33% del total) son encabezados por mujeres de acuerdo con la última Encuesta Pulso Social del DANE correspondiente a octubre de este año[iv]. La necesidad de tener que salir a buscar el sustento para sus familias, obliga a estas madres a dejar a sus hijos en instituciones cuya calidad educativa los llevará a repetir el ciclo de pobreza de sus padres, abuelos y de por lo menos 11 generaciones anteriores, antes de saltar al siguiente nivel de supervivencia. "La educación de baja calidad genera empleos de mala calidad y así se reproduce el ciclo de desventajas", dice Gabriela Ramos, directora general de la OCDE, quien además afirma que “Colombia es el país más desigual de América Latina por su alta concentración de ingresos”[v].
La forma en que estas madres conseguirán el dinero para pagar la noche en alguna casa en donde posiblemente dormirán con sus hijos en una única habitación, será dentro de la informalidad, por lo que si se enferma no habrá el tan anhelado plato de comida sobre la mesa que, es posible sólo corresponda a uno o dos al día, aunque se encuentre saludable.
En el más reciente informe presentado por el DANE del trimestre comprendido entre agosto y octubre de 2022, la informalidad fue del 58% de los cuales el 40% son mujeres, no porque haya más en la formalidad, sino porque son menos las que trabajan, lo que se evidencia en la Encuesta Pulso Social, en donde el 47,5% de las encuestadas manifestaron dedicarse a los oficios del hogar[vi].
La situación de las personas migrantes es la peor, 350.000 personas en la capital, donde la mayoría son niños, deben salir a las calles a trabajar de manera informal ya que si para los nacionales conseguir un empleo estable es difícil, para los extranjeros resulta casi imposible.
Para quienes viven en localidades como Usme, Ciudad Bolívar, Rafael Uribe, Bosa y Tunjuelito en Bogotá, la situación es desconsoladora. Por sus condiciones de pobreza no pueden evitar que sus hijas e hijos menores de 6 años sufran de un alto nivel de inseguridad alimentaria de acuerdo con el informe presentado la semana pasada por el programa Bogotá Cómo Vamos y la Fundación Éxito sobre el Índice de Situación Nutricional en la Primera Infancia en Bogotá 2021[vii].
Lo mismo sucede en regiones en las que se levanta imponente el desierto, como es el caso del departamento de La Guajira, en donde el Instituto Nacional de Salud ha denunciado que 60 niños menores de cinco años han fallecido por desnutrición durante este año, cifra que no coincide con la ofrecida por la ONG Nación Wayúu quienes denuncian la muerte de por lo menos 200 niños por esta causa[viii] en el mismo periodo.
Aunque la inseguridad alimentaria de nuestros niños ha sido un problema que ha venido creciendo, pareciera que para los anteriores gobiernos no era importante, posiblemente por el costo político que implica su solución.
Y es que no han sido pocas las críticas que han recaído sobre el presidente Petro cuando ha informado la adjudicación de subsidios que permitan resolver diversos problemas que se ha preferido ignorar porque pertenecen a niveles sociales que sólo interesan al momento de la búsqueda de votos.
A través de su cuenta oficial de Twitter, el presidente Gustavo Petro aseguró el pasado jueves 8 de diciembre que, “el bono a la madre por medio millón de pesos mensuales, busca sacar de la pobreza a dos millones de mamás cabeza de familia de la pobreza y de sacar a sus hijos de cualquier posibilidad de desnutrición. Es el comienzo de la renta ciudadana”.
Según información suministrada por la directora de Prosperidad Social, Cielo Rusinque, serán aproximadamente 2 millones de hogares los que recibirán este subsidio, que servirá como plan de choque contra el hambre, los cuales comenzaron a pagarse desde el 7 de diciembre, y se repartirán hasta la última semana de este mes, privilegiando a las madres cabeza de hogar.
Aunque los subsidios nunca serán la solución completa para los problemas, no hacer nada nos convertiría en una sociedad insensible en donde el hambre y la muerte por desnutrición de menores de edad harían parte del desolador paisaje de nuestra adolorida patria.
[i] Informe presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de las Naciones Unidas para Alimentación y la Agricultura (FAO) y Programa Mundial de Alimentos (WFP)
[ii] De acuerdo con el informe publicado en enero pasado por la FAO
[iii] Índice de Desarrollo Regional – Latinoamérica
[v] Por qué en Colombia se necesitan 11 generaciones para salir de la pobreza y en Chile 6
[vii] Índice de Situación Nutricional en la Primera Infancia en Bogotá 2020: 4 de 19 localidades, mejoraron sus resultados con respecto a 2019
[viii] Organizaciones wayúu denuncian que al menos 200 niños han muerto por desnutrición en La Guajira