¿Funcionarios del cambio?
Opinión

¿Funcionarios del cambio?

El ministro del “gobierno del cambio” está por un compromiso político, que en el negocio electoral es un pago burocrático a uno de los partidos habituales

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diciembre 15, 2022
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El ministro hace parte del “gobierno del cambio”, un nuevo modelo, la ruptura, se supone, con un pasado sucio lleno de manos untadas, oligarquía insaciable y arribismo. El ministro es tal, mejor dicho, tiene asiento en el gabinete por un compromiso político, lo que significa en el negocio electoral un pago burocrático a uno de los partidos habituales.

Es de noche y el ministro hace mercado, diría uno como cualquiera, pero el ministro no es cualquiera, no vayan a creer pues eso no podría estar en el horizonte ni siquiera ahora en el turno del gobierno popular; él es Ministro, con mayúscula, y aunque sea de talla apreciablemente baja su investidura es formidable tanto que lo alza varios metros sobre el suelo para mirar siempre desde el aire a ese resto de humanidad que deambula como un hormiguero enloquecido.

Anda apurado el ministro, en una mano sostiene el celular por el que habla, mejor grita, haciendo notar que da instrucciones y resuelve circunstancias trascendentales del país, y con la otra va tomando casualmente alimentos empacados que bota al carro de supermercado que tras de él siguiéndolo al centímetro conduce uno de sus guardaespaldas. Este, a diferencia, es de talla enorme, pero consigue embutir la cabeza entre los hombros para ser como pueda y para la ocasión más pequeño que el importante funcionario.

Afuera esperan tres o cuatro robustas camionetas blindadas a manera de tanques de guerra, apostadas eficientemente  para repeler lo que parecería ser ni más ni menos que  una invasión de los tártaros de Crimea o de Corea del Norte; también aguardan un par de motos encendidas  que antes han detenido el tránsito en la vía y el cansancio de gente que igualmente regresa de su trabajo, para que pase primero y sin reparar en semáforos el ministro, el ministro con su apuro que es un apuro  atómico, inaplazable, mayor que el de cualquiera, porque el ministro va a hacer mercado y en el día seguramente ha firmado resoluciones, nombramientos y atendido asuntos de dimensión inimaginable.

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El ministro con su apuro que es un apuro atómico, inaplazable, mayor que el de cualquiera, porque el ministro va a hacer mercado

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Muchos hombres revolotean y con la mirada hacen un escáner visual de los transeúntes y de todo aquel que entre o abandone el supermercado hasta que salga el hombre, habría que decir, más bien, el prohombre, aquella figura indispensable para el futuro del país, un país más enjuto de ciudadanos que deben hacer paso en las vías, en la vida, en el supermercado, en los afanes o en los trancones al señor ministro.

Está en lo suyo el ministro, razón le asiste y algún privilegio merece; el mismo día, precisamente, los congresistas de todos los partidos, los de derecha, los de izquierda, los de ultraderecha, los exguerrilleros, los del cambio, los jóvenes, los nuevos y los viejos parlamentarios, han recibido su aumento de salario, el riguroso incremento a la majestad de su dimensión, el de siempre, el incremento que suma el de 3 trabajadores de ingreso mínimo, para completar así en cada parlamentario  el salario que corresponde al de 40 cuerpos, 40 cráneos de asalariados fútiles.

Y para que el ministro pueda seguir con su séquito y los funcionarios logren moverse en su urna de metal precioso desde donde todo se puede hacer, tomar o deshacer, el mismo Congreso avanza en la reforma política. Una reforma trascendental, se dice, una reforma para el nuevo país, una reestructuración legal para que el ministro, los ministros, los congresistas, los funcionarios de nivel sean intangibles, inalcanzables, para que nadad ni nadie pueda removerlos o sancionarlos, ni siquiera encauzarlos;  porque la justicia humana es inmunda, es para los que eligen, no para los elegidos, es para las hormigas que deambulan en el piso  aceptando que el halo de los funcionarios está más allá y acaricia la panza del universo.

Funcionarios del nuevo país ¡¡uníos!!, uníos de veras, no más contra este país que ya es de despojos.

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