En el país, recientemente se han evidenciado muestras de dolor y empatía de parte de la ciudadanía con los familiares de las víctimas del conflicto armado en Buenos Aires, Cauca. Los desafortunados ciudadanos que perecieron fueron militares que se encontraban en unas instalaciones del ejército. Pobres al igual que muchos de los ciudadanos de Colombia, con un futuro por recorrer y que de golpe fueron cercenados de su existencia.
Dicho acto nos devuelve al pasado lastimoso, ruin e inestable. El presidente actual ha propuesto una paz total, pero nada más complejo que eso. Los delincuentes tienen fines políticos que los impulsan a cometer amenazas y mecanismos de presión para que se proponga una mesa de diálogo. Las disidencias de las FARC, el ELN y otros actores armados así lo ven y lo aplican, sobre todo con el ejemplo que dieron las extintas FARC en el pasado, cuando previo a la instauración de la mesa de negociación, bombardearon oleoductos y sembraron terror en la población civil.
Es por eso que la propuesta de Gustavo Petro es el camino. Aunque no por esa postura deja de doler el camino hacia la consecución de este estado como sociedad. Parece mentira, pero esta sociedad prefiere la guerra y el intento de preservar una imagen de poder. Ya lo dijo el presidente, que su invitación al diálogo no se entienda como un sí a las hostilidades; sino, por el contrario, como una oportunidad para que los sectores de la sociedad que han estado en constante disputa por fin se junten y miren a un solo horizonte, a una Colombia más tranquila y con otras formas de solucionar los conflictos.
Así las cosas, la ciudadanía en pleno debe respaldar esta propuesta y no enfatizar en la venganza ni en el odio, aunque insisto, tal respuesta duela. El mundo nos ha dado ya varios ejemplos, en donde la no repetición de los actos atroces ha mejorado significativamente las distintas sociedades. Como lo fue el caso del conflicto entre Irlanda e Irlanda del Norte en 1922, el genocidio en Uganda en 1994, la lucha en contra del Apartheid en Sudáfrica, y los diferentes esfuerzos por realizar el acuerdo de paz aquí en Colombia que se cristalizó en 2016. Acuerdo que solo se hizo con un grupo armado, en donde faltan muchos más y que de eso es que habla Petro cuando abraza fervientemente la intención de una paz total, en donde a través del diálogo se negocie el fin de los enfrentamientos armados y no se cobren vidas tanto de civiles como militares, los cuales tienen familia y un papel en la sociedad. Así las cosas, debe primar en nuestro sentir, la resiliencia y la perseverancia, por encima de la venganza efímera y repetitiva que hace recalar la violencia en todos los escenarios de la sociedad.