Habla con fluidez como Salvatore Mancuso o Jorge 40, pero José Ever Veloza, HH, no tuvo las oportunidades de educación de ellos. Hijo de un mecánico tolimense, nació en Trujillo, Valle, hace 55 años y la familia se vio forzada a emigrar por necesidad a Cural en el Meta, a empezar de nuevo.
Pero allí lo que encontraron fue coca, en franca expansión. Sus tres hermanos se hicieron raspachines y llegaron a la casa las primeras cadenas de oro, y los carros nuevos, y los zapatos de marca, una tentación para que el menor José Ever, le siguiera los pasos rumbo a San Jose del Guaviare y raspar la mata que mata. Era 1982, tenía 16 años y el camino emprendido no tendría vuelta atrás.
Lo disimula con su pinta, pero su prontuario es escalofriante. HH, el alias que adoptó en la guerra, ha reconocido por lo menos el asesinato de 3000 personas y masacres escalofriantes como la del Naya en la cordillera occidental en los límites entre Cauca y Valle. Dos días de tortura, sangre y muerte cruel entre el 10 y el 12 de abril del 2001. Más de veinte campesinos despedazadas a punta de sierras eléctricas en el afán por sembrar terror para arrebatarle a las Farc la ruta de la coca hacia el mar.
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La vida de raspachin lo desesperó a los 18 años y tomó rumbo Bogota. Empezó con manejando taxi. Pero el frio y la ciudad lo expulsaron. Regresó al Meta y terminó conduciendo un camión en Acacías y fue allí donde Veloza reconoció a Gabriel un amigo viejo comandante del EPL quien había dejado la guerrilla por las nacientes Autodefensas Unidas de Colombia. Por ese camino conoció a Vicente Castaño al que le decían el flaco Panini.
José Ever Veloza, alias HH, fue el segundo en pedir perdón y reconocer su responsabilidad en las múltiples desapariciones forzadas en el país. Habló de como el Ejército les pedía que desaparecieran personas para aumentar el índice de homicidios. pic.twitter.com/ozsWl4DAtU
— César García Garzón (@elojodelsalmon) June 28, 2022
En 1994 Veloza tenía 28 años y quería llenar sus arcas de plata. En ese año se casó con Oneida, de Turbo, con quien tuvo a un hijo Entró a formar parte del llamado Grupo de Turbo. Se sentía el rey del mundo. Ganaba plata con la guerra y se la declaró a fondo a las FARC que en retaliación el V Frente le voló la casa que tenía en Urabá.
Intentó cambiar de vida y regresó a Tuluá a abrir un supermercado, pero sufrió un atentado y huyo a Frontino al suroccidente antioqueño, donde montó un primer grupo de autodefensas bajo la protección de Vicente Castaño. Su influencia llegó hasta Medellín. Se metió en la máquina de la guerra y ya a los 30 años ya sumaba muertos.
Castaño fue su mentor y le soltó el Bloque Calima con el apoyo de Don Diego, el famoso narcotraficante del Cartel del Norte del Valle, que unidos iniciaron la toma a sangre y fuego del Valle del Cauca y el suroccidente. Vicente le confiaría misiones tan importantes, tan cruciales, como el asesinato de su hermano Carlos en el 2004. El mismo año en el que se desmovilizó con 254 de sus hombres y se acogió al proceso de Justicia y Paz donde dio sus primeras versiones sobre la guerra que el habia protagonizado. Sus testimonios quedaron aplazados por la extradición que accedió hacer el gobierno de Alvaro Uribe.
En su momento aportó rutas, dio nombres y su obsesión desde entonces es revelar la perversa relación de quienes disparaban y mataban con quienes los financiaban, protegían, escondían y defendían desde el poder, llamese fuerza pública, finqueros, empresarios o políticos. Por esta razón el ventilador de Ever Veloza –HH- es de los más temidos.