POR LEY SANCIONADA Y PROMULGADA HACE ya algún tiempo, los agentes de tránsito ya no atienden "choques simples" donde se vea involucrado solo daños materiales. Hoy no existe el Policía de Tránsito que llegue oportunamente al sitio para dirimir el natural conflicto y la asignación de la culpa, que siempre se forma entre conductores de automóviles, entre automóviles y motos o entre dos motociclistas. La presencia de la autoridad que disuade, solo llegará en casos en que haya lesionados, producto de la colisión.
Hay decisiones en la vida aparentemente bien logradas en el papel, pero sus efectos secundarios solo se evidencian cuando se ponen en practica. Si lo anterior se analiza desde una óptica realista, los hechos ocurridos, sin que los regule una autoridad competente, aportarán menos a la paz social y mas al caos del tránsito que ya padecemos a diario . Las discusiones entre los involucrados, estarán más en el terreno emocional, que en la serena y razonable lógica. En este caso, la adjudicación de la culpa sera subjetiva y no objetiva...
En el escenario del choque, se originarán discusiones acaloradas, riñas a puño limpio, conductores que esgrimen bates y hasta machetes, como ya se ha visto; la congestión vehicular estará presente y el animo conciliatorio muy difícil de lograr. Ante la ausencia del uniformado, la congestión que se forma, puede ser mayor y contraria a lo que se pretende disminuir; la solución estará por encima del comportamiento sosegado y razonable
No existe nada más aburridor que un choque en la vía y cuando llegamos a cierta edad, con tal de salir del embrollo, preferimos perder, aun teniendo la razón. Cuando el choque se da, es muy raro conservar la ataraxia, la cordura y la serenidad. El golpe aturde y perturba, el ruido que produce el impactó imprevisto, casi siempre es mayor al daño causado; cuando el conductor desciende de su automóvil a constatar, se encuentra con un daño relativamente menor a lo que suponía, pero casi siempre los dos se enceguecen, se nublan y la conciliación se aleja.
La discusión que viene luego del choque es un reto psicológico: casi siempre, contra toda evidencia, quien eventualmente tiene la culpa; se empeña en negar el claro y ostensible hecho. Por mas evidente que sea su culpabilidad por estrategia no se reconoce; al no existir autoridad mediadora, ni animo conciliatorio, surge la violencia como la forma de dirimir el conflicto. La conciliación es posible, cuando los involucrados tienen asegurados sus vehículos; ¿pero cuando no están asegurados? Ahí esta el problema.
Circuló en las redes sociales hace poco la prueba fáctica de la violencia que se genera: un video muestra como un motociclista arremete con su casco contra los vidrios de las ventanas de una buseta, que levemente había golpeado la moto; el conductor de la buseta sale enloquecido de su interior y arremete contra el motociclista a planazos de machete. Fue tal la ira del conductor de la buseta, que el motociclista se acobardo y busco refugio bajo las faldas de su acompañante. Luego el conductor enfurecido, armado del machete, le causa daños importantes a la moto. Al no existir un juez para dirimir los conflictos, todo parece indicar que, el filudo machete, va a entrar a ser parte del equipo de carreteras, que obligatoriamente hay que portar.
La ley 2161 sancionada por el desgobierno anterior, faculta a las autoridades de tránsito, solo hacer presencia en el lugar de los hechos en caso de embriaguez de uno de los dos actores o que se produzcan lesionados en el choque. Las razones por las cuales ya no atendederan "choques simples", tienden a ser, como decia mi sabia y santa abuela Petrona Oliveros: "mijo eso es peor el remedio que la enfermedad".
Dejar huerfanos a los ciudadanos, sin que una instancia superior, resuelva el coflicto que se presenta, es como jugar un partido de futbol sin arbitro. Este gobierno de la Paz Total y que ha demostrado saber escuchar, le propongo, que se debe pensar en la figura de un juez de paz, para asuntos de transito; un juez revestido de autoridad con atribuciones legales y con conocimientos de transito; un juez ecuánime que medie entre las partes y los conduzca a una conciliacion justa. Dejar en la orfandad a los ciudadanos, discutiendo alterados, sin que alquien medie entre las partes, es algo que contribuye más al caos reinante.