“La locura es seguir haciendo lo mismo y pretender obtener resultados diferentes”
Albert Einstein
En su ultima alocución el pasado miércoles, el presidente de Venezuela se limitó a prometer una leve modificación del mercado cambiario y a estudiar el precio de la gasolina. En un país que solo genera 22.000 millones de dólares en divisas, pero que gasta 77.000 millones de dólares en importaciones, desperdiciar oportunidades es una locura. Sin desconocer que algunas circunstancias, como es el precio del petróleo, están fuera del control de Maduro, hay otras como el precio interno de los combustibles, el diabólico sistema cambiario, los absurdos controles de los productos básicos de la canasta familiar, y los subsidios a los países de ‘Petrocaribe’ que si están bajo la posibilidad de manejo por parte del gobierno venezolano. Cada día estos problemas se tienden a agravar.
Es oportuno analizar individualmente cada uno de los aspectos arriba mencionados:
Venezuela no puede ni debe seguir manteniendo el precio de la gasolina más bajo del mundo. El costo del litro es de un centavo, lo que permite llenar el tanque con menos de 50 centavos de dólar. De una forma torpe el gobierno venezolano, en vez de subsidiar el trasporte público, lo que hace es subsidiar a los dueños de los vehículos particulares. El costo de este desatino para la sociedad se calcula en 12.592 millones de dólares por año.
Por otro lado está el diabólico sistema cambiario: la tasa más barata es de seis bolívares por dólar; la más cara, con tendencias a aumentar, es la tasa de mercado libre que es treinta veces mayor, 180 bolívares por dólar. Para darle una idea al lector de la corrupción que el sistema cambiario genera, a un privilegiado del chavismo que le permitan comprar un millón de dólares por la mañana puede revenderlos en la tarde por 30 veces más, obteniendo una ganancia en pocas horas de 3.000 por ciento. He aquí el origen de las fortunas de la ‘Boliburguesía’.
En relación con la escasez de los productos básicos de la canasta familiar, Maduro torpemente admite que hay “algunas deficiencias” en los productos, cuando en realidad lo que hay es una aguda y peligrosa escasez de prácticamente toda la canasta familiar. En Venezuela se da el caso que se consiguen 36 tipos de whiskey, dado que su comercialización es libre y exenta de todo control estatal. Por otro lado, difícilmente se consigue leche o derivados lácteos, productos considerados de primera necesidad. Dado que el mismo gobierno ha declarado que su misión es disminuir el consumo de alcohol, si tuviera dos dedos de frente lo que haría es reversar su política: es decir, declarar el whiskey artículo de ‘primera necesidad’, sujeto a todo tipo de controles, y a renglón seguido, declarándolo ‘suntuario’, colocar por fuera de toda intervención estatal la leche y los productos lácteos. Aseguro que en menos de treinta días no habría una sola botella de whiskey en el mercado y que las estanterías de las tiendas estarían a reventar de leche y productos lácteos.
Finalmente está el subsidio al petróleo que compran algunos países, lo cual es una sandez para un país como Venezuela que está al borde de la cesación de pagos. Para dar un ejemplo, a la República Dominicana, un país medianamente rico se le daban condiciones laxas para pagar el petróleo. Con una deuda sin poder cobrar de 5.500 millones de dólares, a PDVSA, la estatal petrolera que enfrenta una situación crítica de liquidez, le tocó vender deuda de la República Dominicana a Goldman & Sachs por 1.700 millones de dólares. En pocas palabras, al Estado venezolano le tocó darse una pela de 3.800 millones de dólares por andar subsidiando a un país que NO necesita subsidios. Política más estúpida es difícil de concebir.
Maduro, con enorme torpeza cree que China, Rusia, y los países árabes lo van a sacar de la embollada en que se encuentra. China, en dinero constante y sonante, no le va a soltar nada. Rusia atraviesa serios problemas y poca es la ayuda, fuera de armamento, que le pueda brindar. A los países árabes como Arabia Saudita, las cuitas de Venezuela los tiene sin cuidado. Con solo 1.200.000 barriles en capacidad de poner en el mercado, Venezuela es un país insignificante en el contexto petrolero mundial.
¿Qué va a pasar en Venezuela? No tengo ni idea…soy columnista, no adivino. Pero me atrevo a decir que los estallidos sociales y el desasosiego generalizado están a la vuelta de la esquina…