La imagen es lo que vale
Opinión

La imagen es lo que vale

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enero 23, 2015
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“Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son”, Julio Cortázar (Amor 77).

El título de esta nota lo dice todo sobre la imagen, y ésta aprovechó las andanzas del libre mercado salvaje y otras economías autoritarias, para hacer más insufrible la vida humana. Por ejemplo, Hitler encontró en el manejo de la imagen todo un discurso simbólico para llevar a cabo su delirio de la raza pura.

¿Desde qué momento la imagen empezó a ser tan importante para el ser humano por encima del resto de los sentidos: oler, saborear, palpar, oír?

En un video viral, le preguntaban a unos niños si les gustaría cambiar algo de sus cuerpos; uno respondió: "Yo elegí mantenerme así porque no sería yo, si cambiara totalmente la forma en que me veo". Su respuesta me recordó la obsesión por ejercitarnos, vernos bien, sobre todo en gimnasios. Por citar una de tantas culturas antiguas: los griegos les dedicaron grandes inversiones de tiempo y esfuerzo al cuerpo que tenía que ser armónico; la imagen estaba por encima de la persona como ser humano. No es sino recordar cómo los espartanos sacrificaban a los niños y niñas que nacieran con malformaciones o defectos que no coincidieran con sus cánones de belleza, fortaleza o habilidad; cuántos talentos se privó la humanidad por barbaries como ésa.

Intentando encontrar algún origen del momento en el que lo visual se convirtió en sentido dominante, no parece haber un solo inicio, como es de esperar, en las realidades del mundo. Quizá se deba por tres rasgos inseparables: el evolucionista (biológico), y por tanto también psíquico, y el histórico y social (económico, etc.).

Los sentidos (olfato, gusto, tacto, oído) y su uso en la sociedad, tendrían a partir del surgimiento de ésta, una tensión que conlleva ritos de manipulación, control y reducción de libertades individuales. Sin embargo, no se descarta el significado que cada persona le dé a cada sentido. Y esto se complica cuando tiene que ver con personas discapacitadas; por ejemplo, un ciego de nacimiento, cuya vida no se construye a partir de la visión, pero sí es determinada por la mirada social a través de otros dispositivos o lenguajes. Y sobre todo, cómo lo que esta persona percibe del mundo a través del resto de sentidos, es codificado desde y para la sociedad; su actuar y pensar no se pueden alejar de un gran ojo social que le dicta una educación con herramientas que él no puede ver materialmente, pero que consume a través de sus otros sentidos.

Pareciera que solo con nacer, la vista, el último sentido en despertar, se consolida como uno de los que será el más importante socialmente; y es éste quien será en la infancia y durante toda su vida, una de las fuentes de mayor sufrimiento en el desarrollo psíquico (ver imagen y el documental de Victor Kossakovsky con su hijo Svyato, alusivo a la angustia nombrada).

Pero ¿en qué momento se unen la evolución y la historia para originar el reconocimiento del Sí Mismo?

Friedrich Engels y el historiador cultural Morris Berman, parecen aportar a la pregunta. Dice el primero: “Cuando el hombre se separa definitivamente del mono, este desarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa, en distinto grado y en distintas direcciones entre los distintos pueblos y en las diferentes épocas, interrumpido incluso a veces por regresiones de carácter local o temporal, pero avanzando en su conjunto a grandes pasos, considerablemente impulsado y, a la vez, orientado en un sentido más preciso por un nuevo elemento que surge con la aparición del hombre acabado: la sociedad” (ver); y en cuanto al segundo, tiene que ver con la paradoja cazador-recolector, y el desarrollo biológico: de caminar casi en cuatro patas, para desplazarse ahora sobre las  dos piernas. Aquí, se acentúa el hecho de que en el estado animal, el ser humano era más dado a los otros sentidos, que fueron relegados en importancia cuando se empezó a erguir: divisando el panorama, advertía a lo lejos peligros que le acechaban para emprender la huida; o era capaz de proyectarse estratégicamente para alcanzar alimentos de  árboles o darle caza  a otros animales. Podría decirse que abandonamos cierta parte animal: el vivir por el observar. Y este observar nos dio el poder de proyectarnos en tiempos y espacios distintos para buscar seguridad, pero también constituyó una gran desgracia.

Y esta desgracia visual, obtiene autopercepciones individual y social, y por ello su valor. Un ejemplo, es esta imagen; y como toda imagen, “adquiere su peso por la vía de la mirada...", dirá Jacques Lacan.

"Las Imágenes son nuestra realidad actual", dice Slavoj Zizek, y sin embargo, siempre han estado allí… y el capitalismo salvaje, y también los modelos de economía y política existentes que dicen cómo debe ser el mundo, lo saben, y por eso han desplegado ampliamente sus recursos desde la comunicación, la psicología y la publicidad para tal fin.

Pero como las contradicciones sociales son eternas, se puede dar un viraje positivo a este aspecto de la dominancia visual. ¿Cómo? Un ejemplo: la charla de Ronny Edry, orador, diseñador gráfico y exsoldado israelí, para el TED (ver): “Porque todo es sobre imágenes. Y quizás esa imagen nos ayudará a cambiar algo”, comenta, mientras su proyecto visual conecta a dos de las culturas con subculturas llenas de conflictos en la historia de la humanidad: la israelí y la iraní.

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