Definitivamente con este gobierno del “quizás…quizás…quizás…” y “del hoy sí, pero mañana no”, cada día llena de más incertidumbre, no sólo para la inversión extranjera, sino a todo el pueblo colombiano que en el día a día, espera que de verdad, se tracen líneas ciertas, para que al menos, si no se nos quiere decir con claridad podamos inferir hacia dónde vamos, pues las conclusiones a las cuales vamos llegando, no pueden ser más desesperanzadoras.
Y es que las inciertas intervenciones, tanto en el plano nacional como internacional, lo ponen a uno a pensar si es que es muy chistoso, o muy iluso, demasiado dicharachero, un poco estúpido, muy soñador o mentiroso, apuntando a un poco de todo, lo que en suma, hace de sus anuncios mesiánicos algo que se vuelve risible y hasta ridículo.
Hace poco y, sin el más mínimo rubor que denota su falta de vergüenza y su desfachatez galopante, así como el cinismo que definen sus formas de hablar y de actuar, anunció incursionar, a través de nuestra respetable Fuerza Aérea Colombiana en la construcción de aviones. “pues si Brasil pudo hacerlo, por qué nosotros no podríamos”. Palabras más, palabras menos, fue el desatinado propósito, como muchos otros que ha tenido y seguramente, seguirá teniendo.
Empresas como EMBRAER, BOEING, AIRBUS y ANTONOV, deben estar temblando, pero no de temor, sino de risa, ante la ridiculez propuesta.
Pero el punto central, no es tanto que se piense competir con esos monstruos mundiales de la Industria Aeronáutica, sino la brutal incoherencia, cualidad que siempre ha tenido este señor en todas sus manifestaciones, que en lo único que ha sido coherente es en el mantenimiento de sus incoherencias.
Y hablo de incoherencia en este caso, tomando como referente su discurso, monotemático ya, sobre el cuidado del medio ambiente y la enemistad que quiere crear en el mundo, pues es su deseo, sobre hidrocarburos y carbón, como productores de la grave contaminación que sufre el planeta.
Para mi, y si estoy equivocado espero amables correcciones, una de las industrias que más atenta contra la salud del planeta y la muerte lenta a que le hemos sometido, es la industria de la aviación.
Pienso que este señor no sabe y no lo averigüa, propio de su áulico orgullo, cuánto combustible consume un solo avión y los niveles de polución que produce, independiente de la contaminación auditiva, que ha venido siendo corregida, precisamente, en las últimas construcciones de aeronaves en el mundo.
Me declaro amigo y fans de los aviones, pues mi condición de piloto virtual, me lleva a decirlo y reconocer mi enamoramiento por dichos aparatos; pero de ahí a aceptar estos nuevos exabruptos que se nos quieren proponer, existe una distancia inconmensurable, pues la belleza y sensación que produce un vuelo, en nada se compadece con las estupideces y contradicciones, propias del mandatario de turno.
Finalizo mi nota, con algunos comentarios sobre apuntes del grupo Monlex, abogados en transporte, quienes se han manifestado alrededor del impacto ambiental del transporte aéreo.
Al quemar combustible, los vuelos producen gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono (CO2). Estos contribuyen al calentamiento global cuando son liberados hacia la atmósfera.
La aprobación del Plan de Compensación y reducción de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA) en la 39ª Asamblea General de la Organización de Aviación Civil Internacional, OACI, en 2016 constituyó un hito histórico, dado que se establece como el primer esquema de ámbito global que cubre las emisiones de CO2 de un sector industrial. Los objetivos principales de este plan son: el crecimiento neutro en carbono del sector desde el año 2020 y reducir las emisiones netas a la mitad en 2050 respecto a niveles de 2005.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) lidera los esfuerzos de la industria del transporte aéreo respecto al cambio climático y la mejora de la actuación medioambiental de la aviación con una estrategia basada en cuatro pilares: inversión en tecnología, vuelo eficiente de los aviones, construcción de infraestructuras eficientes y la utilización de medidas económicas positivas.
Los biocombustibles muestran las mayores posibilidades para la reducción de las emisiones de carbono de la aviación. En este sentido, la aerolínea neerlandesa KLM operó un vuelo comercial propulsado con queroseno sintético, que transportó pasajeros desde Ámsterdam a Madrid, convirtiéndose en el primero del mundo con este tipo de combustible sostenible con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La introducción de aeronaves avanzadas como el 787 Dreamliner, Airbus 350 o 320/321 Neo, implica considerables reducciones en el ruido y las emisiones de combustible, demostrando a los pasajeros que la aviación hace su parte para proteger al medio ambiente. Las citadas aeronaves suponen un cambio radical en el rendimiento de los aviones, con importantes beneficios ambientales y operacionales. Hasta un 15 % de ahorro en consumo de combustible y emisiones de CO2 y una reducción de la huella de ruido del 50 % en despegue y aterrizaje, lo cual supone un gran beneficio para las comunidades alrededor de los aeropuertos.
En cuanto a los jets privados, cabe destacar el compromiso ambiental de Honda con su HondaJet. La aeronave ofrece la mejor cifra en eficiencia de combustible de su clase, al mismo tiempo que ofrece las mejores cifras en velocidad, altitud y rango de su categoría. También emite menos gases de efecto invernadero que el resto de jets de tamaño similar.
En definitiva, si bien el impacto ambiental de la aviación recibe una creciente atención de la sociedad, nos falta mucho por hacer en este sentido y ser más sensatos, cuando de aviación y más de construcción de aviones se trata. Información que debe manejar el mandatario de marras y sus asesores en el tema, para que no sigamos dando palos de ciego en todo lo que se propone.
Ideas para una selección adecuada de la estrategia a seguir. Pero es que estamos ya cansados, en tan corto tiempo que se nos diga que hay que hacer, que se va a hacer, pero nunca se nos ha dicho, ni se han comprometido con el cómo se va a lograr. Proponer y apoyados en mera elocuencia que se queda en verborrea, es demasiado fácil, en hacerlo y hacerlo bien, está el “quid” del asunto, y es ahí donde cada día nos enredamos más.