Que iban a terminar robándose miles de canecas metálicas que se han instalado en Bogotá era predecible…
Por lo mismo, por esa negligencia e irresponsabilidad debería investigarse y sancionarse, por detrimento patrimonial, a los directores de la anterior administración de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP) que suscribieron esos contratos de provisión e instalación de canecas.
Con los antecedentes de robo de mobiliario en la ciudad, ¿en qué cabeza cabía pensar que no iba a pasar lo mismo con dichas canecas metálicas?
La “bobadita” de más de $44.511 millones costó la instalación de las canecas metálicas y plásticas en Bogotá, según información suministrada por la propia UAESP. A precios de 2018, las canecas metálicas (modelo M-121) costaron en promedio $1.839.950 cada una, mientras que las plásticas (M-123 y M-124) costaron $1.428.487 y $1.344.350, respectivamente, a precios de 2019.
La tercera parte del costo (32.08%) fue pagada por los usuarios vía tarifa, y el resto (67.92%) vía la llamada bolsa de Obligaciones de Hacer, de modo que tanto ciudadanía como recursos públicos terminaron pagando esos platos rotos.
Lo que uno constata es que dicho contrato, más que a la ciudad, en realidad terminó beneficiando sólo a quienes proveyeron esas canecas metálicas por miles, que son las que más se roban, y el dinero fue a parar a sus bolsillos, lo que las autoridades también deberían investigar.
Empezaron robándose solo las tapas, pero ahora, descaradamente, ya se las roban completas, como evidencia la foto de este artículo, donde se ve que los tres tubos metálicos que servían de soporte fueron cortados en la base.
Y por lo mismo que dicha instalación se hizo sin ningún estudio serio que la sustentara es que Bogotá además se volvió un chiquero, por toda la basura que comercios y ciudadanos irresponsables dejan arrumbada en esas canecas a cualquier hora y no sólo en los horarios de recolección que corresponde.
Ojalá las autoridades competentes investiguen y sancionen, de forma ejemplarizante, este detrimento patrimonial, porque es una burla tan descarada como en su momento fue el llamado carrusel de la contratación, que llevó a los hermanos Moreno a la cárcel, entre otros muchos implicados.