“Gran parte de la historia social del mundo occidental en las últimas tres décadas ha estado implicada en reemplazar lo que funcionó con lo que sonaba bien. Área tras área (crimen, educación, vivienda, relaciones raciales) la situación ha empeorado tras poner en práctica las nuevas y brillantes teorías. Lo sorprendente es que esta historia de fracaso y desastre no ha desanimado a los ingenieros sociales ni a desacreditarlos”
Thomas Sowell
Antes los progres dividían el mundo de manera simplista: ricos burgueses y proletarios oprimidos; ahora subdividen a la sociedad en “minorías” excluidas. Antes prometían el cielo en la tierra, ahora prometen el paraíso del medioambiente edénico donde puedes tener relaciones sexuales con un zapato porque tu género es de “binario fetichista del calzado del cuero con respuesta sexual indefinida”.
Antes al socialismo lo defendían intelectuales, equivocados en lo económico, pero muy cultos porque escuchaban a Mozart y leían a Kant; ahora lo conforman un grupo variopinto que son en su mayoría youtubers y lo más profundo que han leído no pasa de unos cuantos panfletos donde se mezcla maoísmo, marxismo, ideología de género, lenguaje inclusivo y mucho ambientalismo mal argumentado.
Hoy los progres rechazan al capitalismo destructor trinando en Twitter, desgañitándose en Tik Tok, creando sus canales en YouTube (esperando la sagrada monetización), destrozando a contrarios en Facebook y bailando al son que le toquen momias políticas como el recién reelegido corrupto brasileño Lula Da Silva, el incompetente Pedro Castillo en Perú, el atontado Boric de Chile y el flamante vendedor de humo e impulsor del “paraíso global” que duerme entre mullidos almohadones de pluma de ganso Gustavo Petro.
Hoy te mandan a leer el discurso caduco de Lenin mientras se regodean porque sus líderes de pacotilla asientan sus posaderas en los mullidos cojines de los tronos presidenciales sin entender, los progres de a pie, que si llegaron al poder no fue por ser excelentes administradores, exitosos empresarios o personas honestas, sino por ser una caterva de populistas, demagogos que terminan inflando el aparato del Estado (ya de por sí lento e ineficiente), pagando favores políticos a los amigos y “líderes sociales” que los impulsaron al solio presidencial.
Los progres son el mayor fraude piramidal de la historia, son aquellos que le dicen a un grupito de ingenuos que deben llegar al poder para cambiar al mundo, para limpiar el planeta de gases de efecto invernadero, para distribuir las riquezas de manera que todos tengamos nuestra mansión y nuestro Iphone...
Que debes salir a destrozar los bienes públicos y privados para construir sobre esas ruinas el edén prometido por Marx, ratificado por Engels y donde San Che Guevara, San Hugo Chávez y toda la podredumbre del santoral socialista del siglo XX y XXI estarán presentes, en templos y camisetas, en ese idílico reino de la memez que proponen los socialistas disfrazados de progresistas.
Los progres te prometen un planeta confederado bajo la bandera del arcoíris, te engolosinan con el discurso de la paz (mientras se dedican a exterminar aquellos que se les oponen físicamente o intelectualmente).
Hablan de igualdad (pero no ante la ley o las oportunidades) sino de minorías, fragmentos de la sociedad, trocitos de tendencias sexuales, pedazos de grupúsculos culturales, añicos de resentidos raciales, cascotes de delirantes sexuales... En fin, de igualdad integrando a la fuerza cualquier moda o tendencia que puedan arrastrar fruto de manías, obsesiones, resentimientos o perversiones (incluyendo los pedófilos, los sádicos y una variopinta muchedumbre acosada por diferentes problemas psicopáticos).
Antes era el paraíso de los trabajadores (el proletariado), hoy es un pastiche ideológico, psicológico, sociológico, filosófico y político que unido lleva al poder a un grupo de incompetentes administrativos, de astutos zorros politiqueros y de una manada de oportunistas que seguirán alentando ese discurso de “igualdad” mientras ellos se igualan a los más poderosos magnates de la historia gozando arteramente de los recursos ya exhaustos del estado.
Y, entre impuesto por esto y aquello, seguirán llenando sus barrigas a costa del futuro de esta pobre Latinoamérica que no acierta a abrir los ojos y que seguirá negociando su futuro por los espejitos y collarines brillantes que le ofrece una izquierda que ha evolucionado en las mentiras pero que sigue siendo la misma piltrafa de ideas absurdas y de sinvergüenzas ávidos de poder y privilegios.