Hay dos procesos que está viviendo Colombia actualmente que, creo personalmente, llaman mucho la atención en cuanto al futuro del país se trata. Hablo de los diálogos de paz y de la legalización de la marihuana para uso medicinal en Colombia.
Estos dos temas han sido muy nombrados en los últimos meses en el país, aunque claramente los diálogos con las FARC son de más relevancia para los colombianos. Vale aclarar que hay algunos que hemos estado siguiendo las noticias de los avances de la legalización del cannabis en Colombia, tanto como a los diálogos de paz. Soy un activo defensor de la paz en mi país, y defensor, también, de la legalización de la marihuana en el territorio colombiano, tanto para uso medicinal, como para uso recreativo. Es que la legalización de la marihuana es algo que se aproxima, no solamente aquí, sino en todo el mundo.
Los diálogos de paz se siguen extendiendo más, pero soñadores como yo, creemos que tanta espera dará frutos; hace poco se abrió la posibilidad del cese al fuego bilateral; y días antes, el grupo guerrillero ELN hizo conocer la posibilidad de un diálogo con el gobierno.
Ante el avance que llevan estos dos procesos –diálogos de paz y legalización de la marihuana- cabe hacerse la siguiente pregunta ¿además de los diálogos con las guerrillas, y además de la legislación del uso medicinal de la marihuana, qué más está haciendo el gobierno para que estos dos procesos avancen socialmente? Porque debemos aceptar algo: los colombianos no hemos sido educados ni creo que estemos siendo educados en pro de la paz, y la doble moral que caracteriza a gran parte de nuestros compatriotas, hace que la legalización del cannabis sea vista como un evento apocalíptico.
El gobierno debería ir avanzando e ir pensando en la educación de todo un país en el que hemos crecido con tanta violencia, ir educando a nuestros niños para que solucionen sus diferencias con diálogo; del mismo modo, ir quitando esa moral que sesga a tantos, que hace pensar que beber alcohol hace ‘machos’ y que la marihuana hace delincuentes, esa que hace pensar que pelear nos hace más hombres, erradicar la homofobia, el racismo, el clasismo, el machismo de los colombianos, para que haya equidad; los padres deben dejar esa idea clásica de castigar a sus hijos con golpes, esto es apoyar la violencia. Así, quizá, disfrutaremos de un país mucho mejor y en paz. Del mismo modo, el gobierno, debe ir implementando políticas para la distribución de marihuana; que nuestros campesinos desplazados puedan sacarle provecho a la legalización, no que se industrialice al nivel, que tengamos que comprar marihuana a una multinacional, sino que se comercialice la marihuana que aquí se siembra.
Esperemos a ver cómo avanzan estos dos procesos en Colombia. Esperemos a ver si el presidente les da más cabida a los colombianos en los diálogos de paz, si piensa en la educación en beneficio de la paz. En cuanto a la marihuana se trata, sé que muy pronto los colombianos podremos fumarnos un bareto en paz.