Tal vez para la mayoría de los colombianos la sigla CELAC le sea desconocida aunque represente la organización más importante a la que adhirieron la totalidad de países latinoamericanos y del caribe, quizás en búsqueda de la independencia que muchos consideraron no podían encontrar en otras organizaciones hemisféricas.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se constituyó el 23 de febrero de 2010 en México, es decir, lleva más de 12 años de existencia, sin que sus objetivos, que consistieron en articular políticas propias de integración y desarrollo para enfrentar las crisis económicas de los países desarrollados, hubieran alcanzado metas importantes.
Crisis económicas, una constante del capitalismo internacional que hoy, año 2022, se repite, llenando de incertidumbre al mundo y de zozobra a los países subdesarrollados como Colombia, que ven cómo sus economías pierden valor como consecuencia de las reacciones adversas que provocan las movidas defensivas de los países ricos, con las que buscan eludir los mismos instrumentos financieros especulativos que han creado.
Y sin que existan razones de peso para quejarse del daño afrontado, ya que la dependencia política de nuestras dirigencias han avalado con su entusiasmo y su firma cuanta imposición normativa en materia económica se les ha ocurrido a los países desarrollados, para que por cuenta del mercado, la libertad o la democracia, terminemos asumiendo las pérdidas de todos sus exabruptos.
Por eso los trinos del presidente Gustavo Petro, cuando culpa a los Estados Unidos de nuestra inestabilidad económica o la incapacidad para defender el peso ante la arremetida de los capitales especulativos, están fuera de foco.
No por culpa suya pues responderían al reclamo elemental de quien ve perderse activos que supuestamente están bajo su cuidado, sino de los Consensos de Washington y Tratados de Libre Comercio firmados a porrillo por nuestros economistas y politicastros, donde los intereses del país poco importan mientras existan riquezas y trabajo con qué soportar sus intereses como intermediarios.
La publicación del discurso del Secretario de Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrel, felicitándose y felicitándonos por la primera reunión birregional desde 2018 entre los ministros de Relaciones Exteriores de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y de la Unión Europea, el 27 de octubre de 2022 en Argentina, sorprende, puesto que por su carácter independiente y poco progresivo, la institución continental nuestra no ha gozado en general de buena prensa.
El discurso del dirigente europeo además de recordar los muchos elementos culturales que nos unen, cree que el momento histórico es propicio para despertar una relación donde América Latina y el Caribe no han recibido la atención estratégica que merecen.
Probablemente por considerarnos ahora, una potencia mundial en biodiversidad, energías renovables, producción agrícola y materias primas estratégicas.
Y tal vez en la parte más importante para nuestras naciones de su mensaje, en el punto tercero sostiene: "en un mundo de gigantes, el tamaño importa".
Para concluir el párrafo con las palabras siguientes: "La integración latinoamericana es una gran promesa por cumplir que no nos corresponde a los europeos resolver, pero sí apoyar".
Dos consejos como verdades absolutas para no echar a la basura como lo hemos hecho a través de los tiempos. Nada tendremos que hacer en el mundo problemático que se nos avecina, si seguimos cultivando la división entre naciones pequeñas que nos remite a la impotencia conocida frente a los problemas que siempre nos desbordaron.
Y su vieja y bella antítesis, la unidad de los pueblos latinoamericanos para enfrentarlos con éxito.
Una invitación extraña cuando los imperios y bloques de naciones constituidas se especializan en fomentar la división y debilidad de los países a los que van a hacer objeto de sus abusos. Y más durante la era del capitalismo salvaje.
Ojalá tengamos noticias prontas sobre la participación del gobierno del Pacto Histórico en este proceso de revitalización de 2 mundos, esencial como pocos para cumplir muchos de los sueños largamente esperados.
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