La migración internacional es la circulación de personas a través de las fronteras para residir de manera permanente o temporal en un país distinto al de nacimiento o ciudadanía.
Esta realidad, en el mundo se ha vuelto uno de los problemas más críticos que estamos viviendo y que se ha agudizado en este siglo.
Las situaciones que viven los millones de personas expulsadas de sus países y regiones por cuenta de hambrunas, enfermedades, pobreza, desempleo, guerras y por gobiernos absolutistas, arbitrarios y abusadores de los derechos humanos son totalmente infrahumanas.
Hay sinnúmero de informes en noticieros, periódicos, revistas, redes sociales e instituciones académicas sobre esos seres expulsados del mundo normal a un submundo de caminatas sin fin, refugios en los límites de los países, que son casi campos de concentración en medio del hambre, falta de sanidad, y condiciones mínimas de vida.
Estas realidades están además llevando a muchos países a asumir posiciones nacionalistas, cerrando fronteras, expulsando a quienes llegan y desatendiendo sus pedidos de asilo o refugio.
Dos libros recientes destacan dentro de las respectivas novelas las vivencias de los habitantes de dos países frente a está cruda realidad: Uno es el maravilloso libro de Laura Restrepo “Canción de antiguos amantes” y el otro de Leonardo Padura “Como polvo en el viento”, no menos extraordinario.
El primero significó una investigación y un sumergirse de la escritora en la realidad del Yemen y un análisis y estudio de 7 años que duró escribiéndolo.
Esta es la crisis humanitaria más grave del mundo según la Organización Internacional para las migraciones de la ONU.
El conflicto tiene sus raíces en la Primavera Árabe de 2011, cuando un levantamiento forzó al presidente autoritario del país, a dejar el poder en manos de su vicepresidente.
Se suponía que la transición política llevaría la estabilidad a Yemen, pero el presidente Hadi enfrentó diferentes problemas, entre ellos los ataques por parte de Al Qaeda y de un movimiento separatista en el sur, la corrupción, la inseguridad alimentaria, militares leales al presidente saliente y los rebeldes hutíes mayormente chiitas.
El conflicto escaló dramáticamente cuando Arabia Saudita y otros ocho países árabes, mayoritariamente sunitas y apoyados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, lanzaron ataques aéreos contra los hutíes por el temor de que Irán chiita tuviera un punto de apoyo en Yemen
La hambruna ha asolado a la población, la crisis sanitaria no alcanza a ser atendida por las organizaciones humanitarias que trabajan en la zona pues los recursos no son suficientes. El desplazamiento y la migración se agudizan cada vez más y los migrantes del país se suman a muchos otros de África, que llegan a este país agravando su situación, para buscar acceso a Europa a través del Mediterráneo.
En cuanto al libro de Leonardo Padura, es una linda novela que tiene su hilo conductor a través de un grupo de amigos desde la juventud, que durante el devenir de la vida de cada uno van sufriendo todas las vicisitudes que viven los habitantes de la isla bajo una sanguinaria y despótica dictadura que se ha prolongado por más de 60 años.
Poco a poco la mazorca se va desgranando y uno tras otro emigran buscando condiciones mejores de vida, e incluso salvarse de la cárcel y la muerte.
Hoy vemos como esta situación sigue vigente y los cubanos se suman a centro americanos, venezolanos, incluso algunos colombianos, que afrontan peligros inmensos y condiciones menos que míseras tratando de llegar a los Estados Unidos.
Colombia ha sido el principal receptor del pueblo venezolano que sale huyendo a lo largo de todas sus fronteras de un régimen brutal, torturador, asesino y que condujo a un país rico a una condición de pobreza, hambre y ausencia de servicios de salud, a las cuales nunca hubiera podido pensar que llegaría.
Hoy Necoclí, población antioqueña en Urabá, atraviesa una crisis humanitaria debido a millares de migrantes hacia Estados Unidos, especialmente venezolanos, a pesar de que Colombia expidió en marzo de 2021, el decreto de Protección temporal para migrantes venezolanos, al que se han acogido más de un millón de ciudadanos de ese país.
En China se persigue a los uigures que terminan en campos de reeducación, los rohingyas han sido perseguidos en Birmania desde mediados del siglo pasado y así en distintos puntos de la geografía mundial se repiten los casos.
Cual es la situación legal de estas personas y como pueden mejorar sus condiciones: La declaración de derechos humanos de lo ONU de 1948 establece:
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”
Existen convenciones internacionales, tratados regionales, acuerdos bilaterales y normas nacionales que establecen reglas acerca de la migración y el derecho internacional incluye disposiciones sobre el trato a los migrantes.
Pero pese a que los migrantes contribuyen al desarrollo económico y social del país receptor, las avalanchas humanas que han ocasionado guerras, hambrunas y persecuciones están provocando rechazo en los diferentes países y actitudes xenófobas y nacionalistas.
Por otra parte, la soberanía de los Estados sigue siendo el principio general en este ámbito. Las leyes internacionales reconocen el derecho de todo el mundo a salir de cualquier país, incluido el propio, y a regresar al propio país.
Sin embargo, no contemplan el derecho a entrar en otro país: los Estados retienen la prerrogativa soberana de decidir los criterios de admisión y expulsión de los no nacionales, incluidos aquellos en situación irregular.
Por esta prerrogativa y por las gravísimas cargas económicas, sociales, de salud, de educación y de seguridad, que implica la llegada masiva de migrantes a diferentes países, se ha convertido en instrumento político, ignorando incluso la condición de seres humanos y tratándolos como cosas, como ocurre hoy en EE. UU., donde son trasladados sin ningún respeto de un lugar a otro.
Las organizaciones internacionales, como la ONU y sus instituciones adscritas deben acoger el estudio de este tema, proponer ayudas a los países que están siendo afectados por el fenómeno, y revisar acuerdos y regulaciones vigentes para fijar políticas al respecto.