No, no venimos del mono: su ADN ha viajado por cerca de 4.094 personas

No, no venimos del mono: su ADN ha viajado por cerca de 4.094 personas

Tenemos antepasados que no conocemos, aunque algo de sus rostros habite en los nuestros: 32 trastatarabuelos, 64 pentabuelos, 128 hexabuelos, 256 heptabuelos

Por: JAIR ALEXANDER DORADO ZUÑIGA
noviembre 02, 2022
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No, no venimos del mono: su ADN ha viajado por cerca de 4.094 personas

En estos tiempos cuando parece que la vida humana vale poco, con los valores en su mínima expresión y la crueldad trepando a picos casi obscenos, en los que acabar con la existencia de cualquier persona vale unos pocos miles, deberíamos reflexionar sobre el milagro de la vida, sobre las conjunciones de acontecimientos y azares que se necesitan para que un ser humano llegue a este mundo. Hay un análisis muy interesante que podría ilustrarnos un poco sobre este hecho extraordinario.

 128 hexabuelos

Tenemos una madre y un padre. Tenemos cuatro abuelos, ocho bisabuelos, 16 tatarabuelos. Tenemos antepasados cuyos nombres difícilmente lleguemos a conocer, aunque algo de sus rostros habite en los nuestros: 32 trastatarabuelos, 64 pentabuelos, 128 hexabuelos, 256 heptabuelos.

Tenemos, muy atrás, una multitud que de un modo misterioso fluye por nuestras venas: 512 octabuelos, 1.024 eneabuelos y 2.048 decabuelos. En once generaciones, a lo largo de unos 300 años, 4.094 personas han cooperado, cada una con el aporte de 23 cromosomas y un mundo emocional, para que hoy estemos aquí.

Solo considerando estos números, uno puede pensar que hay una fuerza, una energía, un alma, que viene de muchísimos años atrás, viajando de vida en vida, de familia en familia, de generación en generación a través de los genes, de la herencia, de la memoria, del inconsciente, de la sangre, que ha hecho posible que hoy estemos aquí. El alma que hoy nos habita.

El alma que nos habita

Esa alma viajera nos habita a nosotros y a nuestra familia, a nuestros amigos, a los desconocidos, a los vivos y también habitó a los que hoy ya no están aquí. A todos.

Si la humanidad llegara mínimamente a comprender, a tener una micra de conciencia de esa realidad, de ese hecho, de ese proceso vital casi místico, no estaría como está, desangrándose, destruyéndose a sí misma, asomándose a las puertas del abismo.

Ese es el problema, vivimos en un estado de inconsciencia colectiva, no sabemos quiénes somos, ni a dónde vamos, ni como individuos ni como especie. Nos empuja y encamina cualquier viento, nos seduce cualquier camino, nos es grato cualquier ofrecimiento.

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