Tengo una tía paterna llamada Gloria Arguelles Lara que emigró desde 1986 a la antigua República Democrática Alemana, también denominada la Alemania Oriental.
El país que dejó atrás era un territorio cargado de convulsión política y de alta violencia que le hizo afrontar el duro proceso de expatriarse, la mitad de su vida la ha pasado en tierras bávaras y en la actualidad observa con preocupación la crisis geopolítica generada por el conflicto entre Rusia y Ucrania. En su último mensaje expone este análisis:
Ucrania será pulverizada, pese a que han luchado titánicamente, esa gente ha resistido y eso hay que abonárselo. Alemania se dejó envolver en esta guerra, cuyos intereses estaban a la vista.
Alemania y Europa está pagando caro, la denominada por Putin la ,"Operación especial", que es no más una guerra en condiciones desiguales, cuyas consecuencias la vemos y padecemos diariamente, paladeamos el sabor amargo de la guerra despiadada, en el encarecimiento de la vida, el pueblo no puede pagar la explosión diaria de precios de los productos de la canasta familiar.
Como si esto no fuera suficiente, pagamos el precio de la energía más cara de Europa, mientras su racionamiento y la incertidumbre se apodera de la gente.
El consumo de los alemanes ha bajado enormemente, hay inseguridad en todo sentido, se nota también, claramente en los almacenes, donde en otrora florecía el frenético consumismo, de la gente preocupada, solo en llenar sus bolsas de almacenes y boutiques. Hoy el panorama, tiene otras aristas, problemática latente que ha resurgido:
La xenofobia, controlada y reprimida, sale a flote cada día y la extrema derecha reaparece con fuerza tomándose las calles del país.
Hace tres días, en la ciudad de Wismar, en el estado federal de Meklemburg, se produjo el incendio de un hotel, que albergaba refugiados de Ucrania. Las autoridades regionales competentes investigan el caso, y asimismo, la noticia ha sido tratada con mucho sigilo.
Cabe recordar, que hace treinta años, en agosto de 1992, la ciudad de Rostock, vivió una experiencia similar, cuyos hechos ocuparon en primera página, los titulares de la prensa internacional.
En ese entonces, fueron incendiados, en Lichtenhagen, las residencias de refugiados, provenientes de los países Orientales, del entonces, llamado Bloque Socialista.
Simultáneamente los bloques residenciales, eran domicilios de los trabajadores huéspedes de Cuba y Vietnam, lo que en la lengua alemana significa Gastarbeiter (trabajador invitado).
Tres décadas después, en las cercanías de Rostock, la ciudad vecina, se repetían situaciones bajo las mismas circunstancias.
En diferentes estados federales, y seis ciudades del país, encabezadas por Berlín, Stuttgart, Düsseldorf, Hannover, Dresde entre otras, se realizaron manifestaciones de protestas, bajo el lema, Solidarischer Herbst (otoño solidario). Solidaridad a través de la crisis, seguridad social y distribución equitativa, real. Ese es hoy el panorama alemán.
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